Trabajo en un distrito de la ciudad que es como un pequeño pueblo. De hecho, hasta no hace muchos años, lo era (hasta 1856, para ser exactos). Tiene un encanto especial, y he aprendido a disfrutarlo con el paso de los años.
Cada mañana, cuando dejo a Peque en la escuela, camino hasta mi curro libro electrónico en mano. De vez en cuando varío la ruta para descubrir nuevas maravillas (aunque vaya leyendo suelo desviar mi mirada para hallar rincones que me habían pasado desapercibidos). En el recorrido me cruzo con varios de mis clientes, que me sonríen y advierten que un día de estos me daré de morros contra el suelo. Sonrío a mi vez y contesto divertida "algún día, supongo". Me debo estar ganando a pulso el título de freaky del barrio con mis excéntricas costumbres.
Hoy me ha saludado desde el estanco el dueño de B, paciente al que extirpé un melanoma hace un año y que sigue queriendo entrar en la consulta a pesar de las mil perrerías que le he hecho.
Un instante más tarde me he cruzado con el propietario de P, un hombre mayor y siempre educado que caminaba con fatiga, soportando el peso de tener a su mujer enferma ingresada en el hospital. Ha pasado a mi lado sin verme.
R, un Pointer hiperactivo y simpático se ha apartado al olerme cerca de él, y la mujer que lo paseaba se ha reído por su reacción, clavadita a la que tenía su anterior perro cuando se acercaba a la clínica.
Me he sentado en el banco de la plaza esperando que fuese la hora de empezar y L me ha husmeado inquieta mientras buscaba un sitio adecuado para orinar. Su propietario no me ha reconocido. Nunca lo hace. Hace años, en un desafortunado accidente, cayó por un pequeño barranco y su mente navega a la deriva desde entonces.
Mi trabajo me acerca a las historias de los animales y de sus dueños, que suelen encontrar en mi consultorio un lugar para hablar de sus penas y angustias, así como de sus alegrías. No me importa, por algo mi segunda opción en la Selectividad fue psicología.
Pero antes de psicología y veterinaria estuvo el cine. Recuerdo que a mis diecisiete años nada me parecía más angustioso que levantarse cada mañana para acudir al mismo puesto de trabajo. Hoy en día ni que decir tiene que he aprendido a valorar la magia de la rutina, porque en el fondo cada jornada es única, y lo cotidiano encierra infinitos tesoros.
Reconozco, aún así, que de vez en cuando mi mente plantea escenarios alternativos. Sobre todo cuando me entrego a mi pasión por el séptimo arte, cosa que he venido haciendo las últimas semanas como forma de evasión y consuelo. Miro series y películas. Buenas, mediocres y excepcionales. Y tras el visionado, busco detalles sobre el rodaje, las localizaciones, el director de fotografía, el proceso de casting, las motivaciones del director y del guionista, los premios recibidos, las críticas cosechadas. Y me mudo con la imaginación a ese otro mundo al que decidí renunciar.
En realidad, no me puedo arrepentir. Conociéndome, creo que lo hubiese pasado francamente mal enfrentándome a la inseguridad de una profesión tan bohemia. Y no hubiese conocido a mi particular Dr. Macizo (aka Mr. X). Pero siempre será un universo fascinante para mí.
El dolor es más soportable, la vida empieza a ser brillante en vez de mate, los recuerdos traen más sonrisas que lágrimas. Aunque de vez en cuando todo haga un fundido a negro y haya que tomar aire y esperar al capítulo siguiente para continuar con la narración.
Gracias por dejarnos asomar a tu mente. ¡Qué bonito es poder asomarte un poco a la vida de tanta gente! Y enhorabuena por saber encontrar esa chispa que hace cada día diferente, único, pese a es rutina que en el fondo es tan necesaria...
ResponderEliminarGracias a ti por tus palabras Pajaguja. A veces es complicado hacer mi trabajo por la implicación emocional que conlleva, pero otras me considero privilegiada por, tal como dices, asomarme a la vida de mis clientes.
EliminarBesotes.
Me alegra ver que poco a poco te reencuentras con la cotidianidad y las serendipias fortuitas que ésta te regala.
ResponderEliminarUn abrazo enorme!
Me flipa la palabra "serendipia", gracias por recordármela. ;)
EliminarBesos Dibujos.
Es un post precioso. Tu vida parece una serie de televisión costumbrista...
ResponderEliminarNo lo había visto así, pero con lo que me gusta a mí una buena serie es todo un piropo!
EliminarBesotes.
No sé cómo puedes leer mientras caminas, jajaja...a mí me cuesta hacerlo hasta si voy en un coche de copiloto, jeje. Eres única!
ResponderEliminarPoco a poco habrá más brillos que matices y más sonrisas que lágrimas. Y los fundidos son necesarios en algunos momentos de nuestra vida, para poder continuar ;-)
Adelante! Un beso
El truco es caminar muy lentamente, jejeje... Única como todos! :)
EliminarMuchas gracias Jirafa.
Besotes.
Que fácil es leerte Mo. Gracias por este post. Compartimos muchas cosas hoy, el amor por los animales, la psicología (que en mi caso si escogí), la profesión de actriz (que me plantee seriamente en mis tiempos de teatro y que finalmente deseché) y la necesidad de series y películas que, a veces, me son necesarias para escapar un poco). Anatomia de grey por ejemplo, me ha acompañado en momentos complicados...Que pronto llegue el brillo guapa. Un abrazo.
ResponderEliminarA afortunada soy yo por tener tan buenos lectores.
EliminarLas artes escénicas tienen algo adictivo para los que nos gusta, debió ser difícil tomar esa decisión, pero estoy convencida de que la psicología ha ganado mucho contigo. ;)
Un besote.
Esos paréntesis son necesarios, respirar hondo, recordar, pensar y seguir adelante. Así las cosas maravillosas de nuestro día a día brillan con más fuerza. La luz jamás existiría sin oscuridad.
ResponderEliminarBesitos,
Suu
Muy cierto Suu.
EliminarBesotes.
Pues me alegra un montón que vayas volviendo a disfrutar de tu barrio-pueblito y de tus cosas cotidianas. Todo funciona mejor cuando las cosas no se fuerzan. Un besote.
ResponderEliminarPoquito a poco, a mi ritmo. ;)
EliminarUn abrazo Álter.
Y escribir no era opción? Un guión! :***
ResponderEliminarWho knows!
EliminarBesotes Remorada.
Poco a poco, aunque parece mentira, la vida vuelve a tomar forma... Paciencia! Un abrazo!
ResponderEliminarSí, parece que no llegará, pero va llegando.
EliminarUn besote.
Tras un fundido en negro, la película sigue. La protagonista de nuestro film ha entrado en su trabajo. Deja atrás el ambiente de pueblecito. Deja atrás algunos de sus animalitos, otros están a punto de visitarla, aunque en la calle se hayan hecho los despistados al olerla. Deja el libro sobre un armario, cerca del bolso y del abrigo y se pone una bata blanca. Le quedan por delante unas cuantas horas con sus animalitos y con los dueños de sus animalitos. Es otra historia también bonita que acabará al final de su jornada con otro fundido en negro. Este, se abrirá cuando está a punto de llegar a su casa, allí está su peque, su amorcito, su niño bonito que la espera espectante. Allí está mister X, alias el Dr. Macizo, pero eso de Dr. Macizo lo dejarémos para los momentos íntimos en que juguemos a médicos y enfermeras. Allí están sus queridos perro y perra que le esperan con el rabo imparablemente en marcha y con ganas de devorar su cena...
ResponderEliminar... dejemos aquí otro fundido en negro, porque la intimidad del hogar es privada y sólo se cuenta aquello que uno quiere contar. Pero aunque haya fundidos en negro, en nuestra historia hay sucesos, hay acción, hay actividad. Pero sobre todas las cosas, hay vida.
Felicidades artista, eres la mejor protagonista que puede tener tu familia.
Un beso Mo.
Mil gracias por ese final de post que me has regalado!! Me ha gustado muchísimo.
EliminarPor cierto! Hace unos años cambié la bata blanca por un cantón pijama profesional de perritos. :P
Besotes.
Jajajaja, como los pediatras o los gorros del personal de quirófano. Me gusta eso de un cantón pijama profesional de perritos. Quizas el fundido no sea en negro y sea un fundido en otro color. Ummmm.... ¿de que color son los perritos? jajajaja
EliminarAmarillo-verdosos? En directo se ve mejor de lo que suena. ;)
EliminarMe parece precioso como escribes, no me cansaré de decírtelo, me transportas a tu día cotidiano y me hace conocerte aún sin habernos visto! Me alegra de corazón que el mate pase a ser brillante, a tu ritmo! Besazos playeros Mo.
ResponderEliminarY yo tampoco me cansaré de darte las gracias por decirme esas cosas. Me alegra el día, te lo aseguro. ;)
EliminarUn abrazote.
Me encanta cómo escribes, en serio. Y me alegra un montón que dentro de lo que cabe las cosas vayan volviendo a la normalidad :)
ResponderEliminarUn beso!
Muchas gracias Días. Poco a poco, pero sí, vamos mejor.
EliminarUn besote.
Hola. estoy totalmente de acuerdo con tus palabras porque creo que la rutina tiene su magia y porque día es único y diferente. Me encanta lo cotidiano y no me gusta la improvisación ni los cambios de planes. Eso sí, cuando era adolescente era una aventurera. Seguimos en contacto
ResponderEliminarA mí sí me gusta improvisar y hacer locurillas ;) Pero la rutina, el conocer un sitio, sentirte integrado, apreciar los pequeños cambios... es muy bonito.
EliminarBesotes.
Pequeños retazos de grandes historias.... pienso que eres afortunada al formar parte de esas vidas. Enriquecen la tuya... Las sonrisas nostálgicas son importantes y un gran paso, son apuntes buenos momentos compartidos y vividos...
ResponderEliminarTe envío un fortísimo Abrazote!!!.
Muchas gracias Inma.
EliminarOtro abrazote para ti. ;)