Domingo por la noche. Ducha reconfortante para recuperarnos después de un finde ajetreado. Mientras me seco me miro los pies, llenos de pellejos nada elegantes, pero que todos los veranos deciden hacer acto de presencia en mis pinreles. Se los enseño a Peque, que está a mi lado cantando a grito pelado. Él interrumpe su performance, me mira con ojo experto y dictamina:
-Mamá, lo que necesitas es Pedi Spin. Tienes callos, piel muerta. Y Pedi Spin es tan suave que no rompe un globo.
Me quedan claras tres cosas: que este niño ve demasiada tele, que el target ideal de los anuncios son los niños (porque yo no me quedo con ninguno, Álter da fe) y que Peque sabe cómo lograr que su madre se descojone de la risa.
Anécdotas aparte, lo de la tele me pone de mal humor. Y eso que yo he sido muy, pero que muy teleadicta. Pero con la maternidad (y la marujidad) me he transformado y siempre encuentro cosas más interesantes que hacer que ponerme delante de la caja tonta. En cambio Peque se pasaría horas viendo dibujos. Pero eso, por fortuna, se acaba en el mismo instante en el que empieza el verano.
Desde que nació Peque pasamos el período estival en la casa que tiene la familia de Mr. X en las afueras de la ciudad. Mi suegra se traslada allí, y como ella es la que cuida de mi churumbel por las mañanas, los tres nos vamos para el campo. Aunque eso implica muchas idas y venidas en coche o ferrocarril, doy gracias de que Peque pueda disfrutar de ese paraíso. Excursiones a fuentes recónditas, manualidades con flores y hojas, paseos en bici hasta la casa de los vecinos, saltos en la cama elástica, tomar el sol, buscar bichitos, pasear sin rumbo determinado, aburrirse... Eso es lo que le espera a mi hijo durante dos meses y pico. Y a la menda, ya que los astros se alinearon para que ahora trabaje media jornada.
Si en las últimas semanas no he podido acercarme ni de canto al ordenador, mucho me parece que más de lo mismo va a ocurrir próximamente. A veces he pensado, como toda bloguera con sus crisis, que quizás es hora de cerrar el blog. Pero algo en mí se resiste todavía, así que de momento, esto sólo es un hasta pronto, o hasta que la inspiración y/o la oportunidad de teclear se presenten.
¡Feliz verano!