Anda que no me he chupao yo pelis de juicios para que pensando en el título del post me saliese esto… en fin, así funciona mi “celebro”, que diría uno que yo me sé.
La semana pasada, sin venir a cuento, con nocturnidad y alevosía, y en pleno autobús, para no faltar a la costumbre, Peque me preguntó:
-Pero a ver mamá, ¿quiénes son los Reyes Magos?
A bocajarro y con siete personas esperando mi respuesta. Yo recurrí al socorrido:
-¿Tú qué crees?
Hasta ahora esa pregunta me había salvado el culo, porque al reflexionar, él venía a decir que los RRMM son esos seres mágicos que reparten regalos a tropecientos mil niños en una sola noche a lomos de unos camellos. Pero siempre tanteaba si había algo más.
Volvamos al bus. Peque se lo pensó y me contestó:
-Yo creo que sois los padres que compráis regalos y que cuando los niños están despistados los ponéis en el salón.
En ese momento apareció un niño de la edad de Peque y le dije que no podíamos seguir hablando del tema y que en casa lo retomábamos. Por una vez en su vida me hizo caso, y justo antes de la ducha, cuando ya pensaba que había eludido la conversación, volvió al ataque:
-Entonces qué, ¿quiénes son los Reyes?
Y le dije:
-¿Tú qué quieres saber?
Me miró y contestó sin atisbo de duda:
-La verdad mamá, quiero saber la verdad.
Supe que no había marcha atrás y que había llegado el momento, así que le expliqué lo que estaba deseando saber. Y no pudo sorprenderme más su reacción, porque se puso a reír, me abrazó y me dio las gracias por haber sido sincera y también, de paso, por todos los regalos que le habíamos hecho.
Acto seguido procedí a comerle el coco para no se le ocurriese largarlo en el cole o a amiguitos que no supiesen lo que él había descubierto. Espero que convencerle de que ahora forma parte del “equipo RRMM” sea suficiente aliciente para mantenerle la boca cerrada.
Tras unos minutos, empezó a tirar del hilo…
-Entonces… ¿Papá Noel?
-Nosotros -con una caricia-.
-¿El ratoncito?
-Nosotros –revolviéndole el pelo-.
-¿Y la comida que les dejamos a los camellos? ¿Y el rastro de polvo dorado que soltaron las capas de los RRMM?¿Y el agua de la nieve fundida de Papá Noel?
-Nosotros –dándole un beso-.
Hubo algo de pena en esa pérdida de la inocencia, pero casi nada comparada con el berrinche que me pillé yo cuando me enteré -y creo que había pasado largamente de los diez u once años-. Mi suegra está un poco mosca conmigo por haber roto el hechizo, pero para mí está claro.
Él quería saber la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.