martes, 31 de julio de 2012

Cuando no soy una madre zen

Me gustaría poder decir que siempre conservo mi estado zen ante las vicisitudes de la maternidad, que nunca me pongo nerviosa, que soy todo risas y juegos...pero no, hay días en que el rollito zen se me va al garete.

Una prueba de ello la tengo hace poquito tiempo. Con los horarios alterados propios del verano, Peque se hace unas siestorras impresionantes y se despierta tardísimo, con lo que a la hora de ir a dormir no tiene ni pizca de sueño (y yo, después de currar todo el día, sí que lo tengo). Una de estas noches, después de cenar, acompañé a Peque a dormir, como hago habitualmente (de dormirse solito nasti de plasti, él necesita mi codo, mis canciones y mis cuentos-performances). En la casa de verano no tenemos su camita en sidecar, en la habitación está nuestra cama y la suya (una de esas de viaje). Cada vez más, él pide dormir en su camita, pero si no le apetece, puede hacerlo con nosotros. El tema es que yo quería que se durmiese pronto para poder levantarme y hacer un par de cosas que tenía pendientes. Y ahí comenzó la odisea. Que si ahora quiero meterme en tu cama, que si ahora en la mía, ahora dame el codo, cántame esta canción o la otra, vuelta a cambiar de cama...Y me empecé a poner nerviosa. Mientras la paciencia volaba fuera de la habitación, Peque se iba enervando más y más y comenzó a sollozar (eso es muy raro a la hora de ir a dormir, lo normal es canturrear y dar vueltas hasta que coge el sueño). Y de sollozos pasamos a berridos pidiendo que lo pusiese en su camita, y una vez allí que abriese la luz, y que le buscase el peluche-tortuguita...Un no parar, y yo de muy mala leche, para qué negarlo. Mi cuerpo reaccionaba a mi estado emocional, siendo tosca en los gestos, poco amorosa. De pronto algo hizo "clic" en mi mente (llevábamos como media hora de lloros) y me di cuenta de que Peque ya no sólo gimoteaba, sino que hipaba de la congoja, y que así, por mucho que se lo dijese, no iba a dormirse ni de coña. Reaccioné, lo cogí en brazos con todo el amor del mundo y lo acuné mientras le susurraba cosas bonitas. Desconecté de lo que quería hacer antes ir de dormir y conecté con mi bebé, con mi niño rubio que solo quería comprensión por mi parte. Él se acurrucó a mi lado, y así, hecho un ovillito y yo abrazándolo, me desperté unas horas más tarde. Triste, por darme cuenta de que después de dos años de maternidad aún no he aprendido a ser todo lo empática que debería, y feliz, notando el cuerpo relajado de mi Peque a mi lado.

El momento de ir a dormir suele ser divertido, y lo aprovecho para compensar todas las horas del día que no comparto con mi hijo. De bebé (y viéndolo en perspectiva, por mi inexperiencia) en alguna ocasión me había desesperado, porque se podía tirar dos horas mamando y cuando al fin se dormía y yo quería aprovechar para arreglar papeles, limpiar algo, etc., se despertaba de nuevo y vuelta a empezar. Y alguno de esos días, el cansancio acumulado hizo mella en mí y sacó mi peor parte (hablándole mal y tratándolo con rudeza). Cuando lo recuerdo se me cae el alma a los pies, me siento fatal. A partir de aquello decidí que cuando estuviese con mi hijo, me olvidaba de todo lo demás para poder ofrecerle lo mejor de mí. Las cosas mejoraron sustancialmente con mi cambio de mentalidad, y pensaba que ya había aprendido la lección, pero lo ocurrido la otra noche me demostró que de eso nada.

Lo vivido hasta ahora me demuestra que consigo lo mejor de mi hijo cuando doy lo mejor de mí, así que a ver si esta vez lo grabo a fuego en mi cocorota.

Para no dejar un regustillo amargo, os cuento la última anécdota nocturna con Peque. Como ya he explicado en más de una ocasión, me ha salido muy bailongo. Un día sus hermanos lo estaban haciendo danzar por casa cuando me vino a la memoria un video de internet con un bebote bailando delante de la tele al son de Beyoncé (lo podéis ver aquí), y les dije a los niños que buscasen el videoclip de la muchacha en cuestión para ver qué hacía Peque. Pues bueno, el resultado fue espectacular, ¡qué meneo se pegó! (levantando la pata rollo grulla de "Karate Kid", un estilazo impresionante).

Ayer por la noche, cuando llevé a Peque a dormir, le pregunté si quería que le cantase algo (dulce y sosegado) para dormir y me dijo: "Siiii, al la ri de la di". ¿Ein? Después de unas cuantas pesquisas averigüé que decía a su manera: "All the single ladies" (oséase, que quería ración extra de Beyoncé en vena, porfaplis). Inicié mi canturreo y el tío se puso de pie y empezó a saltar en la cama moviendo manitas y culo por igual. Reí, suspiré y me lo tomé con filosofía, porque aquello iba para largo...

viernes, 27 de julio de 2012

Loka


Que estoy un poco loca ya es vox populi, pero es que además esta semanita me ha traído una ración doble de locura de la buena...Mi jefa ha tenido a bien concederme los tres días de vacaciones que me quedaban por disfrutar del año pasado, con lo que Peque y yo nos lo hemos pasado de lo más mejor (Mr. X curraba). Nos hemos dedicado a jugar, chapotear, dormir a pierna suelta e incluso hacer una visita exprés a mi papi. Mu completito.
Al reincorporarme al mundo 2.0 es cuando he descubierto una locura de sorpresas (que por cierto, menudo trabajo me habéis dado, no se os quitan las ganas de teclear ni a treinta grados de temperatura...). La primera surprise es que soy la flamante ganadora del sorteo de Suu con Vaya Telita , ¡toma ya! A la que reciba mi regalito fardo de él vía blog (y ya que estamos, Suu, ¡peazo notición nos has dado, enhorabuena de nuevo!). Por si eso fuera poco, cuatro blogs se han puesto de acuerdo para pasarme un premio. ¡No quepo en mi de gozo!

 El primer premio que me conceden es este:



Y me lo han dado Matt de Blogueando de mi vida (ella dice que si escribiese un libro nadie lo compraría, yo digo que sería un Best Seller), Trax de Estrellas en los ojos (¡¡que se nos casa!!,¡ si no te digo yo que es una locura de semana!) y Porfin de Por fin, Yo misma (la reina de su casa, con tanta testosterona suelta, y una blogger que nos alegra la existencia con sus aventuras varias). Gracias a todas, me sigue emocionando un montón recibir estos premios.

 Ahí van las normas del premio, que no veas, dentro de nada habrá que hacer un máster para poder entenderlas (o yo soy un pelín espesita, que todo es posible, jeje):

1. El galardón se otorga a 7 blogs, los cuales al recibirlo, también premiarán a 7 blogs más y así sucesivamente.

2. Cinco de ellos no deben tener más de 300 seguidores. Los otros dos se eligen libremente.

3. No se podrá premiar nuevamente al blog que te lo entregó, pero sí nombrarlo y enlazar el "LOK@ X TU BLOG" al que decidas nominar.

4. El blog premiado, deberá reflejar el último comentario que le han escrito en su blog y decir 3 cosas que le gusten y 3 que no!

5. Si algún blog es premiado más de una vez, no podrá votar a los mismos que las anteriores oportunidades.

6. Y por último, debes avisar a los blogs premiados, para que recojan su premio.

Siguiendo el ejemplo de mis predecesoras (sin ellas estaría más pérdida que el famoso pulpo del garaje), transcribo los últimos comentarios que me dejaron:

Matt dijo:

"ay por dios que mega extres que me ha entrado con tu odisea para llegar al tren!, que creía que acababa mal la historia!!!
Y lo de Peque y sus hermanos mucho pa´l body!!!, dentro de unos años le verás enganchado al jacuzzi... jajajja"

Y Porfin:

"EL cuarto de abños de mis hijos también tiene bañera de hidromasaje (si, yo también me pregunto porque los contructores la planificaron en ese baño y no en el que está dentro del dormitorio de matrimonio)
El caso es que a A. y a E. les encanta...pero cada vez que le dan al botón con M. dentro a éste último le entran los siete males y se pone a gritar como un descosido...

En cuanto a tu aventura, jejjee, nena!! si no pasaban por allí ni las águilas yo hubiera saltado sin duda!!
Pero bueno, menos mal que no lo hiciste...o nos hubieramos perdido el resto del episodio! jajajajaja.

Me alegro de que finalmente disfrutaras de tan buena compañía y de un buen espectáculo!!

BESOS!"

Trax no comentó porque estaba muy ocupada disfrutando de su escapada romántica, jejeje...

Tres cosas que me gustan de cada una de ellas: de Matt la espontaneidad, sus paranoias similares a las mías y lo bien que sabe escribir; de Porfin que sus posts son unas risas aseguradas, que sabe disfrutar de la vida y lo que le rodea y que supo engendrar a tres joyitas del mundo blogger con las que nos garantiza años de ocurrencias y de Trax, que escribe desde el corazón, sabe encontrar el lado positivo de los momentos más difíciles y tiene un nombre que me encanta. Ahora, las tres cosas que no me gustan:...Pues nada, hombre, ¡si no me gustasen no las leería!

 Ahora, los siete nominados y sus lokuras o razones de nominación. Seguro que me repito y más de uno ya tiene el premio, así que mis disculpas por adelantado ;)

1. Una terapeuta temprana Lokura: sus niños, por los que se desvive.

2. La mamá de Parrulin y parrulinchi Lokura: a decir de sus últimas entradas, la buena vida.

3. La madre novata de 39 semanas y... Lokura: el sentido del humor y ser un crack dibujando.

4. Laura de Mi mamá me canta Lokura: la música y sus hijos, todo junto y muy revuelto.

5. Nenica de Aprendiendo de mis mellizos Lokura: los mellizos, alias nene y nena.

6. Yaneth de My points of view  Lokura: reflexionar en su blog y en unos cuantos más sobre la maternidad y la vida misma.

7. La madre de mi marido y yo Lokura: la madre de su marido.


Si habéis estado atentas habréis leído que me han premiado cuatro blogueras y sólo he nombrado a tres. La cuarta es Mi Cucolinet, que me ha pasado de nuevo el Liebster Award que recibí hace poquito. Muchas gracias guapetona, ¡los repes también me molan! El blog de Mi Cucolinet está ya en mi lista de muy recomendables, me encantan sus fotos y sus recetillas, así que ¡a visitarlo!

 Para acabar este post pre fin de semana, una anecdotilla escatológico-veraniega inspirada en este post de Carmen de La Gallina Pintadita. Peque y yo hemos estado decidiendo democráticamente cada día cómo invertir nuestro valioso tiempo de asueto. A decir verdad, la opción "remojo hasta fase uva-pasa" ganó de calle. El lunes, tras el siestorro de rigor, nos dirigimos al área acuática recreativa. Podíamos elegir entre la balsa de agua y la mini pisci pingüinera. Tras sopesar pros y contras Peque se decantó por el pingu. Lo que pasa es que al parecer todas las avispas del lugar también encuentran a nuestro amigo pingu tremendamente atractivo y van allí a beber agua (y de paso, a morir anegadas, las pobrecillas, que aunque piquen, me dan penita). Al verlas, mi niño siempre dice: "Noooo, mami, viss-pass" (así, rollo sibilante tipo pitón) y se nos acaba el plan. Una, que está adiestrada en la búsqueda de soluciones mcgyverianas a los contratiempos que pretendan amargarnos el divertimento, ya ha encontrado una palangana tamaño Peque la mar de apañada donde lo encajono sentadito del palo Tummy tub. Ahí estaba él todo concentrado haciendo sopitas de piedras con los cacharritos de cocina que le regalé (por si se me ferranadrianiza), cuando un "prrr" sospechoso y una burbujitas delatoras aparecieron en el agua. Peque se quedó sorprendido mirándome con los ojos como platos y yo le expliqué, medio descojonada, los misterios de la vida y de los gases acuáticos. Lleno de curiosidad se tiró media hora contorsionando el cuerpo y haciendo filigranas para repetir la hazaña, pero por lo visto no había más flatulencias en la recámara. Pero de algo no hay duda, se ha quedado con la copla. Mi niño ya sabe lo que pasa cuando te pedorreas en el agua.

 ¡Buen finde!



viernes, 20 de julio de 2012

Niño traumatizado y mamá garrula

Pues eso, pero vayamos por partes.

Primero, el trauma de mi Peque. Resulta que mi señor padre, en su nueva casita, tiene una bañera con hidromasaje (jacuzzi, que queda más fashion y es más cortito). Como hace años bisiestos que la menda no tiene bañera en su morada, la idea de una inmersión relajante con su espumita y el alegre meneíto de las burbujillas, se me antojaba como el lujazo del siglo. El primer día que fuimos a visitar a mi padre ya me dediqué a investigar como funcionaba el artilugio, pero claro, si yo estaba emocionada, los niños de Mr. X andaban asilvestraos perdidos de la excitación y se pusieron a darle al botón del jacuzzi antes siquiera de llenarlo de agua. Conclusión: el cacharro empezó a temblar y a emitir un zumbido grave y disonante que hizo que Peque, que iba en brazos de su hermano, se acojonase y pidiese a gritos salir de allí. Yo que me las prometía felices en mi reducto acuático chapoteando con mi bebito...Pues nada. Mientras yo preparaba cuatro cosillas antes de zambullirme, les pedí a los niños que dejarán a Peque con su padre para que se relajase, pero no me hicieron caso y trataron de demostrar in vivo su teoría psicológica de tres al cuarto ("cuanto más sometamos al individuo estudiado al estímulo inquietante, menos miedo le causará"). Se metieron en el baño con Peque y a la que estaba más o menos tranquilo, le daban al botón. Sobra decir que en vez de quitarle el canguelo del cuerpo, le han causado un trauma de tal magnitud que ya no quiere ni acercarse a ese cuarto de baño. A la que vas en esa dirección pide brazos, grita "¡¡¡¡nooooo, mamá susto botón!!!!" y se te agarra en plan garrapata. Y si sólo fuera eso...Aún ahora, de vez en cuando, casi sin venir a cuento, te mira y te dice con cara de pena "¡casa opa (abuelo), botón bañador susto, hermano, hermana, prrrrrrr, botón!". Así que nada, me parece que van a tener que pasar unos cuantos lustros hasta que supere el trauma...

La mamá garrula soy yo, por si quedaban dudas. El sábado pasado dos de mis amigas me convencieron para pasar el día en un pueblecito precioso de Girona con la excusa de una feria circense con espectáculos en la calle. Como Mr. X tenía que quedarse en casa con los niños por motivos varios, decidí ir sola (llevarme a Peque era un poco complicado a nivel logístico). El plan en teoría no revestía demasiada complicación. Tenía que coger el tren regional a las 10,50 en Paseo de Gracia. Para eso calculé que debía salir de casa a las 9,30...

Primer error: entre el remoloneo matinal propio del fin de semana y los arrumacos compensatorios a Peque por mis remordimientos de no llevarlo conmigo, salimos a las 9,48. Iba un poco mosca, pero aún me daba tiempo. Mr. X me llevó al pueblo y allí cogí los ferrocarriles hasta el centro de la ciudad. Al validar mi abono para entrar, la máquina me lo devolvió arrugado y casi no logro desengancharlo del cacharro, pero tiré a lo bruto y me subí al vagón por los pelillos.

Llegué a la estación de la Plaza Catalunya y perdí unos valiosísimos minutos comprando una revista para pasar el rato en el tren. No debería haber tardado más de medio minuto en tal tarea, pero entre que estaba cegata perdida y no daba con lo que quería y que la quiosquera había extraviado las llaves de la caja, me tiré un buen rato en el garito acumulando nervios y con un tic en el ojo (casi le tiro la revista por encima del mostrador y me largo corriendo...). Cuando por fin me dio el cambio me apresuré hacia las escaleras y recordé que en los ferrocarriles hay que validar el título de transporte para poder salir (medidas disuasorias para los que pretenden viajar gratis; tocamiento de cojones/ovarios para el resto de mortales). Intenté meter el billete en una máquina y no pude. Lo probé en otra y tampoco. En una tercera y nada. Claro, pensé, eso es porque antes me ha devuelto el dichoso billete to chuchurrío, ¡¡¡¡me cago en #%$!!!!

Como me estaba quedando sin tiempo valoré en un micro-segundo mis opciones: saltar la valla, descartado (por vergüenza y por temor a que mi patosidad me llevase a quedarme colgando de una pierna con las bragas al aire); colarme tras otro usuario, imposible (por lo visto a esas horas era la única habitante del planeta Tierra que usaba el transporte público y ni una mísera persona pasaba por allí); pedir ayuda al personal de la estación (¿lo cualo?, de eso no había) y pedir ayuda a la maquinita con botón SOS (lo hice, y me tiré DOS minutos oyendo un pitido sin que persona alguna respondiese).

¡Ya no me quedaban opciones y quería salir de allí! Me fijé que al otro lado había una chica y empecé a hacerle señas, primero algo discretas y después del palo: "¡¡¡Por favoooor, eiiiii, oyeeeeeee, aquiiiii!!!!!!!!". Nada, la tía a lo suyo con el móvil y yo chorreando sudor y angustia al ver el minutero de la estación...Me acerqué todo lo que pude a las puertas abatibles de la garita de validación de tiquets para que la tipa me viese y...¡plop!, se abrieron las puertas. Mi cara era un poema. Sí, por lo visto, justo en esa estación, no hay que validar el billete, y obviamente, esa opción ni se me pasó por la cabeza...Crucé corriendo y blasfemando en arameo sobre mi mismísima ineptitud...

Pillé el metro, me bajé en Paseo de Gracia y en vez de poder hacer un cómodo transbordo, como media ciudad anda en obras, tuve que salir a la calle y correr hasta los garitos provisionales que han puesto de venta de tiquets. Casi me da un algo, ¡habían como treinta personas haciendo cola! Y mi tren salía en diez minutos...Recordé que habían unas máquinas de venta automática y me fui allí, cola también. Arggg...Por suerte un chico nos recordó que abajo en la estación habían más máquinas. Antes de que ningún guiri hubiese entendido lo que el chaval decía yo ya bajaba rauda y veloz a por mi siguiente objetivo...¡y no había cola, bien!

Habían dos expendedoras de billetes blancas y una azul. Me puse delante de una blanca y venga a apretar botones, mi estación de destino no salía en ningún sitio...momento colapso, cortocircuito cerebral grado máximo. Presionaba pulsadores de modo repetitivo hasta que una chica que estaba ante otra blanca dijo: "Aquí no sale Girona...". Y yo salté: "¡¡Es verdad, y yo también voy allí!!". El chico que estaba en la azul nos explicó que nuestras máquinas vendían billetes locales, que los billetes regionales sólo se dispensaban en la azul...Un mujer mayor ya iba a ponerse delante mío para cambiar de máquina cuando el instinto depredador me pudo y me planté antes que ella en ¡MI MÁQUINA! Pero la muy asquerosa (la máquina, no la señora, pobre) tenía un cuadro de comandos que parecía escrito con jeroglíficos, avancé dos pantallas y me quedé paralizada de nuevo...Detrás mío se había formado una cola de quince personas que también iban justas de tiempo y tres me chillaron al unísono: "¡Aprieta SEGUIR!". Y yo: "¡Gracias compañeros! ¡Si alguien quiere colarse, que venga detrás mío!". Salí pitando con mi billete y diez monedas de cambio en la mano, me abrí pasó entre la gente que se agolpaba en las máquinas y oí como caía una moneda...Miré al suelo, la vi, la cacé (dos euritos, como para abandonarlos...) y me piré corriendo. Mientras avanzaba a la velocidad del rayo oí a lo lejos una viejecita que estaba comprando un billete que decía algo como "Y encima...¡el dinero!". ¡Ay va, la leche! ¿Los dos euros eran suyos o míos? ¿Le había robado a una pobre anciana? Pero no podía pararme o no llegaba...Mira que si le había birlado pasta a una abuela eso me iba a restar un montón de puntos en el juicio final, fijo...Llegué al andén, comprobé mi cambio y no, los euritos eran míos, la señora debía referirse a otra cosa, buff, ¡qué alivio!

¡Lo había conseguido! Estaba con el vestido empapado en sudor, el maquillaje corrido por la cara, la revista hecha un manojo de hojas arrugadas bajo el sobaco...y el tren entrando en la estación. Je, misión cumplida. Y encima pasé un día fantástico, disfrutando de la buena compañía de mis amigas y de un espectáculo estupendo.

Hala, llevaba un montón días sin poder escribir, ¡pero hoy me he quedado a gusto! Si habéis llegado hasta aquí sólo me queda desearos ¡buen finde!

jueves, 12 de julio de 2012

¡Salta, salta conmigo!

Como comentaba ayer de pasada, con la llegada del buen tiempo, toda la familia de Mr. X se instala en la casita de las afueras. Y como nosotros aún curramos y necesitamos que nos echen una mano con Peque, subimos y bajamos cada día de la ciudad hasta allí.

Es una casita preciosa, en medio del bosque, con un terreno inmenso para disfrutar de los placeres veraniegos. Y este año, además, contamos con un divertimento añadido: la cama elástica.

Como ayer era mi tarde libre y me quedé prácticamente sola con Peque (digo prácticamente porque allí de media somos de quince a veinte personas, y sola, sola, nunca estás...), nos dedicamos a explotar las actividades lúdico-festivas del lugar. Comenzamos con un bañito en la balsa de agua. Peque en pelotillas y yo decorosamente ataviada con un bikini nuevo, que ya tocaba después de haber llevado durante un lustro a su digno predecesor (y ojo al dato, no me ha costado ni diez euros, ¡qué joya de compra!). Estuvimos chapoteando en el agua hasta que mi niño decidió que prefería ir a jugar con su camión. Pues nada, salimos, nos secamos, y directos a la zona de cachivaches plasticosos. Zona que coincide con la mini piscinita-pingüino de Peque. Yo intenté tumbarme al solano cinco minutos, pero Peque se dio cuenta de que en el agüilla de la pisci habían varios insectos flotando, con lo que no me dejó tranquila hasta que salvé todos los bichos. Cada vez que yo pensaba que ya había sacado al último, él me señalaba otro. Y al final me dice: "Mami, ¡un truñete!". Resulta que a raíz de una coña con su materia fecal ha adoptado esa palabra para referirse a sus excrementos y a cualquier tipo de sustancia amorfa que no acabe de identificar. Nos aplicamos entonces a rescatar truñetes varios del agua. A todo esto, cada vez que Peque notaba que tenía pipí, me avisaba eficazmente, se sentaba en su coche-orinal, me lo enseñaba orgulloso de su hazaña y tiraba el contenido en la hierba delante mío (y os preguntaréis, ¿para qué orinar en el cochecito, entonces?, pues de eso tiene la culpa Mr. X, que vacía el artilugio en cualquier parte y Peque lo ha cazado al vuelo).

El momento estelar de la tarde llegó cuando Peque decidió que era momento de botar en la cama elástica. Por lo visto ha estado practicando mucho en mi ausencia y se ha hecho experto en el arte del brinco. Lo subo a la cama y de repente levanta una mano hacia el cielo, como si recogiese manzanas, pone el ceño fruncido y empieza a saltar soltando :"¡Eh, eh, eh, eh!". Pa verlo. Al ver que no me sumaba a la fiesta me coge de la manita y me dice: "¡Mami, salta, salta!". Pero mami tiene un trauma. La semana pasada estrené la dichosa cama y a cada bote noté, horrorizada, como unas gotillas de pipí se me escapaban sin poder hacer nada por retenerlas. Paré de inmediato y un futuro agorero unido a Concha Velasco y a las compresas para la incontinencia pasó ante mis ojos...Como tenía visita con mi gine a los pocos días decidí consultarle el tema y mientras tanto me he hartado de hacer ejercicios de Kegel...hasta agujetas tengo de tanto practicar...Mi gine me ha dicho que si hace falta tendríamos que valorarlo a final de verano, que trate de no "saltar" con la vejiga llena (me dijo esto mirándome de reojo, debe pensar que soy de lo más freaky...). La verdad es que de mi gine me fío tirando a poco con estas cosas, me lo conozco, es como un profe mío de la facultad que ante cualquier caso siempre decía: "Para esto, samuraiiiii!!!", o lo que es lo mismo, tirar de bisturí. Y yo de cirugías, las justas, gracias. Así que voy a concienciarme con el entrenamiento de mi musculatura pélvica.

Por cierto, ayer salté un poquito con la vejiga convenientemente vaciada y no hubieron más sustos mingitorios. Menos mal, ¡vade retro, Tena Lady!



miércoles, 11 de julio de 2012

Premio y libro

Hoy un post cortito, el tiempo en verano se me escurre entre el curro y la vida en el campo (es lo que tiene que la familia de Mr. X se desplace en pleno a su casita en las afueras; allí de internet nada de nada, allí lo que se estila son los paseos por el bosque, saltar en la cama elástica, jugar con el fango, las charlas de sobremesa, las siestas al sol y dar de comer a las cabras, perros, gatos, tortugas...).

Primero de todo, dar las gracias a Colo de Buceando en mí por pensar en mí para este premio:



Muchísimas gracias, guapetona! No creo que nadie desconozca su bellísimo blog, pero por si hay algún despistado por ahí, os lo recomiendo, es la poetisa de la blogosfera maternal.
 
Ahora tengo que pasarlo a cinco blogs con menos de 200 seguidores. Pues allá vamos:


Álter de Plagiando a mi álter ego
Opiniones Incorrectas de Opiniones incorrectas
Pajaguja de Agujas en el pajar
Lady Kitty de De humanos y peludos 
 
Y ahora toca el libro. Aunque me estaba acabando "La ciudad de los prodigios estos días", el fin de semana, al sentarme en el sofá, di con un libro de G, una de las sobrinas de Mr. X. Al verlo recordé lo muchísimo que me había gustado cuando lo leí de adolescente y le pregunté a G si me lo prestaba. Me lo he acabado en tres días. Si cuando tenía quince años me encantó, ahora lo he disfrutado mucho más. Se trata de "Mecanoscrit del segon origen", de Manuel de Pedrolo. Lo he leído en catalán, pero creo recordar que la primera vez lo hice en castellano. Me atrapa la historia de los protagonistas, y me alucina el final. A veces recuerdas con cariño alguna obra, pero con el tiempo te olvidas del desenlace. Con el "Mecanoscrit" es imposible no recordar como acaba, me impactó tremendamente (lo mismo que me pasó con "Tuareg", de Vázquez Figueroa). Me da cosilla explicar de qué va el libro, pero como el título por sí solo da pocas pistas, os diré que Alba y Dídac, de quince y nueve años respectivamente, una mañana, tras un catástrofe apocalíptica, descubren que son los únicos supervivientes de la Tierra...Que no os eche para atrás que sea una novela de ciencia ficción, lo que relata el autor va mucho más allá. Aunque normalmente lo devora el público juvenil, a mí me ha vuelto a hipnotizar. Cien por cien recomendable.

viernes, 6 de julio de 2012

H 2 0


Ayer, por un instante, me retrotraje a mi infancia de una forma muy vívida.

Yo soy muy tiquismiquis con el agua mineral. No bebo agua del grifo si puedo evitarlo, me sabe a rayos, y de pequeña tuve una gastroenteritis que mi médico atribuyó al agua corriente de casa, con lo que acabé de cogerle manía. Y aunque muchas personas me dicen que son tonterías y que todas las aguas saben igual, puedo demostrar mis habilidades como catadora del líquido elemento con los ojos cerrados y no me equivoco. En los últimos años me he hecho fan de una marca concreta y las demás, desde mi humilde punto de vista, no le llegan a la suela de los zapatos.

El caso es que el otro día andaba medio deshidratada y me compré una botella de agua justo antes de entrar a trabajar. Para infortunio mío no tenían ni mi marca preferida ni ninguna de las que compro de forma alternativa. Sólo había un agua de marca blanca y etiqueta cutrilla...Pero ante la deshidratación que me estaba dejando sequitas todas las células de mi ser, las neuronas que me quedaban activas dijeron "qué más da, ¡es aguaaaa!". Así que la compré y le pegué un sorbo nada más salir de la tienda.

Y entonces vino el flash. Hacía muchos años que no pensaba en ello.

Cuando yo era pequeña (unos siete años, quizás) y mi madre me dejaba a comer en el cole, siempre le decía que el agua que allí servían sabía a ballena. Tal cual. La gente me miraba raro. Está claro que nunca he probado una ballena, pero recuerdo a la perfección el sabor que me evocaba esa afirmación. Y es que además para mí estaba clarísimo, tenía gusto de ballena. Y no era porque fuese tirando a salada, no, era un sabor que se me antojaba cavernoso, de musgos, tormentas en alta mar y ballenas grandes y azules.

Quien sabe, quizás en otra vida perseguí a Moby Dick. Si mi Peque me alucina con paranoias como esta pienso escucharlo con toda la fascinación del mundo. Me maravilla lo que una mente sin filtros y censuras puede ofrecer a quien quiera estar ahí para presenciarlo. Me maravilla el universo de los niños.

¡Buen finde!

jueves, 5 de julio de 2012

Troglodita

Ando un poco missing, pero entre el ligero aumento de curro que siempre se da en estas fechas y el trajín que hay en casa con los niños de Mr. X, que están unos días con nosotros, no doy pie con bola. Aún así, no podía pasar sin escribir acerca de algo que cada vez es más evidente...Vamos, que tengo un problemilla: no sé dar indicaciones cuando alguien me pregunta por una calle en concreto o cómo llegar a un sitio turístico. Y eso, transitando a diario por un camino que lleva al Parc Güell, es un poco incordio...
La situación suele ser algo parecido a esto. Yo voy caminando a mi rollo, o leyendo, y de pronto un sueco/japonés/brasileño me para y me pregunta en inglés como llegar al famoso parque. Podría esperarse de mí que ya me supiese la ruta de memoria, pero claro, no siempre me lo piden en el mismo sitio, y no siempre atino con la mejor ruta...Me quedo en silencio unos segundos, miro mi entorno para ubicarme, dirijo la mirada a un punto indeterminado del cielo y cierro un segundo los ojos tratando de hacerme un mapa mental de la zona. De pronto mi presunto mapa mental comienza a ser un amasijo de calles que giran, se confunden unas con otras (¿habéis visto Origen? , pues se parece un poco a mi cabeza), y de pronto hay un fundido a negro. Total, que la mayoría de veces no tengo ni idea de cómo aconsejar bien al pobre turista. Y en alguna ocasión, después de indicarle, caigo en la cuenta de que me he equivocado...Muy triste, sí. Debo tener fundida el área de la localización espacial. Cuando voy de compras, después de entrar en una tienda y salir para continuar el recorrido, lo habitual es que me vaya por donde venía, y que sólo tras ver tres o cuatros tiendas "repes" me dé cuenta del error...
Mi amiga T escuchó una vez una teoría que según ella lo explica todo. Por lo visto, en los albores de la humanidad, nuestras antecesoras trogloditas se quedaban en las cuevas a mantener el fuego y la prole mientras los hombretones se dedicaban a salir de caza en busca de un rico mamut. Eso ha hecho que los cerebros masculinos sean mejores en cuanto a orientación se refiere y las mujeres...no sé, no recuerdo que ventajas nos otorgaba la citada teoría. Si hay alguien que la conozca, ya nos ofrecerá sabios detalles. Sea como sea, conozco muchas mujeres que se orientan a las mil maravillas y hombres que no encontrarían arena en el desierto, así que...
Hace poco, tras dejar a Mr. X paseando al perro en un parquecito cerca de casa, proseguí mi camino con Peque para ir a casa de sus abuelos. De pronto, unos chicos me pararon preguntándome por la calle X. Yo sabía que estaba cerca, pero el bloqueo de siempre me impedía localizar la calle en mi mente...Y les dije: "¿Veis el chico ese que pasea un perro? Se lo podéis preguntar a él que seguro que lo sabe mejor, aunque...un momento, la calle X, sí claro, si sólo tenéis que seguir recto y...déjame pensar...sí, vas recto y la primera calle a la izquierda, no, la segunda calle, sí, la segunda a la izquierda subes y a medio camino encontrarás una calle que baja...un momento, no, mejor vais todo recto, pasáis de la primera y la segunda y ahí entonces a la izquierda, sí, ahí es". Y les ofrecí una sonrisa esplendorosa, feliz y orgullosa de mí misma por haber sido capaz de guiarlos hasta su destino. Se despidieron de mí amablemente y unos segundos después me giré para comprobar si iban por buen camino para descubrir, horrorizada, que se habían parado a preguntarle a Mr. X. Mi gozo en un pozo. Tengo sesera de troglodita.