viernes, 30 de agosto de 2013

Here we go


Me había prometido no escribir en el blog hasta la vuelta oficial de las vacaciones (esto es, el lunes que viene), pero heme aquí con un mono terrible de bloguear y faltando a mi palabra.

Las vacaciones sólo tienen una cosa mala, y es que se acaban...Pero intentaré ser positiva: aún me quedan dos días de fiesta por delante, ¡y hay que disfrutarlos hasta el último minuto! Iba a hacer un breve balance de estas últimas semanas (y a confesaros que os he leído en silencio los días que mi móvil tenía suficiente batería y cobertura), pero tengo tantas cosas en la cabeza que he reescrito el párrafo cuatro veces y no me acaba de convencer. En vez de eso prefiero recrearme con dos o tres momentos estelares que hemos vivido estos días.

-Lecciones maternas.

Una tarde ociosa en que Peque y yo estábamos solos, decidí provisionarme de unas cuantas vituallas para el resto de la semana. Uno de los inconvenientes de sacar a mi niño a pasear es que depende de cómo le dé, decide escindirse de mi persona soltándose de mi mano y salir corriendo a toda mecha. Esto me cabrea y acojona a partes iguales. Odio perderlo de vista, me dan taquicardias en cero coma. Así que antes de salir de casa decidí aleccionarlo convenientemente sobre los peligros de irse lejos de mí. Ya sé que no está bien eso de meterle miedo al pobre crío, pero más miedo me da que le pase algo, así que...Le expliqué que si se escapaba podía venir un señor malo y llevárselo muy lejos, por lo que era infinitamente mejor que caminase a mi lado. A continuación le di la lección número dos de sabiduría materna que mi progenitora me proporcionó en su momento: "Y si un señor malo se te quiere llevar tú grita muy, muy fuerte y dale una patada en los testículos" (sí, Peque sabe perfectamente qué son los testículos, que para algo tiene dos).

El camino al súper fue perfecto, caminando a saltitos a mi lado, mirando los coches, enumerando las marcas, etc. Entramos en la tienda y mientras yo magreaba unas manzanas para elegir las que me llevaba, observé que Peque miraba con cierta desconfianza a un tipo que estaba a su lado, y a voz en grito, por si la cajera del otro extremo del local no se había enterado, me miró y me dijo: "Mami, al señor malo se le da en lo tículos, ¿no?". Y mientras mi jeta mutaba para ponerse a juego con las cerezas que tenía delante me lo llevé a otra sección murmurando algo como: "¿Qué dices de los prismáticos, amor...?".


-Las cosas por su nombre.

Estaba yo recomponiendo mi jeta antes de salir una tarde a dar un paseo cuando Peque se vino a mi lado a observar mis peripecias con el Rimmel y lleno de curiosidad me preguntó:
-"Mami, ¿qué estás haciendo?".

Yo: "Me estoy arreglando, cariño".

Peque (examinándome a conciencia): "¡¡Pero si no estás rompida!!".


Qué manía tengo de decir cosas raras, si es que…


-Delicado equilibrio.

Esta anécdota es fresquita, de esta misma mañana. Mr. X me chivó anteayer que cerca de nuestra casa hay un parque infantil nuevo y después de desayunar me he llevado a Peque a inaugurar las instalaciones. No es que sean nada del otro mundo, pero estábamos solitos y mi churumbel ha pasado un buen rato en el columpio, las estructuras de madera...Yo me he sentado en un banquito a observar sus avances y en una de estas ha querido probar una especie de caminito de troncos de madera en el que había que hacer equilibrios para ir de una punta a la otra. Yo lo miraba y me decía "pone mal los pies, si fuese por el centro no se desequilibraría"...Lo ha intentado un par de veces y al no lograrlo se ha ido a otro sitio. Cuando ya nos íbamos, me ha picado el gusanillo. Meeeec, error. Que ya no tengo diez años, leñe. Es más, si con diez años la agilidad no era lo mío, no es de esperar que con treinta y seis la cosa haya mejorado...

He tratado de cruzar el puentecito cuatro veces, pero las cuatro, a mitad de camino me desestabilizaba demasiado y tenía que saltar hacía un lado. A la quinta he pensado "a ver, esto es como las zamburguesas de Humor amarillo, y sólo pasaban los que iban rápido, así que la clave está en cruzar corriendo". Sin darme tiempo a reconsiderar mi decisión, me he lanzado a correr sobre los tronquitos...No sé qué ha ocurrido antes, si el piño, o el recuerdo de que habían chinos que cruzaban al galope y no sólo no llegaban a la otra orilla sino que se pegaban el tortazo del siglo...El caso es que de pronto un pie se me ha deslizado hacia un lado, he girado en el aire a lo Matrix, me he estampado medio cuerpo contra la estructura y he acabado tendida en la arena con las patas espachurradas sobre los troncos. He tratado de reincorporarme con cierto estilo (por si había gente observando mi hazaña), pero ni eso he conseguido porque me he ido de bruces contra el suelo otra vez...Por suerte Peque no está en una edad en la que ver como tu madre hace semejante gilipollez le dé un ataque de risa, y el pobre ha venido a hacerme "cura-sana" en las rodillas mientras yo miraba a mi alrededor en busca de otros seres humanos a los que liquidar para no dejar testigos. Por suerte, todo ha quedado entre el parque, Peque y yo. Y el blog, of course.


¡Feliz finde!




lunes, 5 de agosto de 2013

Preparados...listos...¡vacaciones!


El otro día pasé por una frutería en la que habían colgado el cartel: "Descanso vacional". Lo cierto es que vacía, la tienda, sí que estaba...

Aunque a mí me quedan todavía algunos días de curro (poquitos ya), las escasas neuronas que me quedan operativas están todas en bikini, con un San Francisco en la mano -me han salido pijas- y con las dendritas a remojo en el agua del mar. Con este panorama he decidido que lo más sensato es dejar descansar el blog hasta la vuelta de mis vacaciones, no sea que entre insolación e insolación, mi desvarío mental sea más grave de lo habitual.

Felices vacaciones a los que las tengáis y a disfrutar de las delicias del verano los que debáis currar un poquito.



¡Nos vemos!