Hoy mi Peque, mi niño, mi chiquitajo...ha ido por primera vez en autocar.
El cole tenía prevista una excursión a unos jardines ya la semana pasada, pero la lluvia obligó a posponer el planazo. Hoy sol hace, pero rasca también, ¡que no pasamos de los siete grados, leñe!
Los padres de las criaturas recibimos un correo electrónico invitándonos a despedir a nuestros churumbeles si podíamos esperar hasta las nueve y media, que es cuando estaba programada la partida. Aún a riesgo de llegar un pelín tarde al trabajo, yo tenía claro que me quedaba. Cómo iba a dejar de presenciar un evento así...(es un pequeño paso -hacia el autocar- para Peque, pero un gran paso -con lagrimilla incluida- para mí como madre).
Después de dejar a Peque en el cole como cada día me han dicho que iban a acompañarlos a todos al lavabo, comprobar que tenían sus bufandas y gorros, y que una vez bien equipados, saldrían. Faltaba más de media hora, así que he salido del centro y he buscado un rinconcito soleado para mirar cosillas por el móvil mientras hacía tiempo. A todo eso, poco a poco ha ido disipándose la nube de padres que llevan cada día sus hijos al cole y ha quedado un pequeño reducto de individuos que hablaban entre ellos. A esas horas sólo podían ser otros papis que esperaban como yo para despedir a los niños. ¡Y me he dado cuenta de que no conocía a nadie! Me he puesto a whatsapear con mis amigas E y V retransmitiendo la jugada y preguntándoles si debía hacer un esfuerzo por mezclarme con esa gente o ir a mi bola, y ellas me han contestado rápidamente que ni me lo pensase, que se lo debo a Peque y a su futuro como niño integrado en la comunidad. Como yo no suelo ir a buscarlo, y ese es el momento en el que los padres se socializan, pues no tengo ni idea de quién es quién. Mi amiga E me ha aconsejado adoptar la técnica cangrejo y acercarme disimuladamente a la madre o padre que pareciera más agradable. Parece mentira, cerca de los cuarenta y aún me vienen ramalazos de mi eterna timidez en este tipo de actos sociales...En el fondo a mí me da exactamente igual, yo a mi rollito con el móvil estaba divinamente (bueno, no muy divinamente, que con el frío mis manos han empezado a entrar en hipotermia y casi no podía darle a las teclas), pero estoy de acuerdo con mis amigas en que tengo que hacerlo por Peque. Pues nada, no me ha dado casi tiempo a pensarlo porque justo en ese momento han salido los niños en fila de dos cogiditos de la mano...¡Más monoooos! Babas a tutiplén y como si se tratase de un photocall de famosos, todos los adultos allí congregados hemos sacado nuestros móviles y cuales paparazzis venidos a menos nos hemos lanzado de forma compulsiva a hacer fotografías a nuestra prole. Peque estaba feliz de ir señalándome a sus amigos y al autocar, y al autocar y a sus amigos, así rollo bucle. En esas un niño le ha dicho algo a su mami, que estaba detrás de mí, tendiendo una manita hacia ella y Peque, con cara de pocos amigos y voz autoritaria le ha bajado la mano y le ha dicho: "¡Eh! ¡Esa no es TU mami, es MI mami!". Hombreya.
Cuando han ido subiendo al autocar una madre me ha preguntado algo y he aprovechado la ocasión para quedarme a su lado y socializar como es debido. Vale, han sido menos de cinco minutos, pero por algo se empieza.
Peque se ha puesto justo del lado de la ventanilla y he podido dejarme la mano a gusto en adioses entusiastas y besitos lanzados al aire. Mi niño se ha ido en autocar, emocionado y contento. Y he recordado a la perfección cuando era yo la que me iba y mi madre me despedía. Como si no hubieran pasado treinta y pico años. Qué raro es esto de vivir e invertir los papeles...