Hace cosa de tres semanas, Mr X me envió un whats con su particular y escueto estilo: “resérvate el 25 por la noche, hay que buscar canguro para Peque, vamos a ver a Madonna”.
¿Madonna? ¿Cómo que vamos a ver a Madonna? Si el mensaje me lo hubiese enviado mi amiga E tendría introducción, nudo y desenlace, como es debido, pero no puedo esperar eso de mi telegráfico esposo y hasta la noche me quedé con las ganas de saber los detalles.
Resulta que Mr. X tiene un cliente satisfecho que le proporcionó invitaciones para el evento. Al principio me quedé un poco que ni fu ni fa. No me tengo por una fan de Madonna, aunque es imposible no haber bailado alguno de sus hits. Pero el regalo era suculento y es de bien nacido ser agradecido, así que dimos las gracias a nuestro benefactor y organizamos el dispositivo "papi y mami se van de juerga a un conciertón entre semana". Lo de Peque lo solucionamos rápido ya que su hermana mediana se ofreció de canguro. Además, cosas de la vida, el finde anterior se había cargado un cristal de la habitación y misteriosamente se olvidó de comunicarnos el percance, por lo que cuando descubrí el pastel estaba tan apesadumbrada que nos regaló el servicio canguril.
Lo jodido era que tanto Mr. X como yo currábamos hasta las 8 y el concierto empezaba a las 9. Ambos pudimos escaquearnos algo antes del trabajo y en una maratón intraurbana con todos los atascos habidos y por haber, llegamos cerca de la zona C (de concierto) media hora antes de que comenzase. Cerca, pero no al lado. Tuvimos que
Voy a pocos, poquísimos conciertos. El único grande que medio recuerdo fue el de Michael Jackson en el 92 (anda que no ha llovido…). Y te plantas ahí, con las luces psicodélicas y la música a toda mecha palpitando en cada célula de tu ser y es imposible que la emoción no empiece a embargarte. Compramos algo de gasolina a precio de caviar ruso y buscamos la zona de los asientos. Observar el fenómeno fan fue de lo más entretenido. Media docenita de Madonnas nos rodeaba. Mucho público gay emocionado y que repetía experiencia después de haber asistido el día anterior (eso es devoción y lo demás son tonterías).
El concierto empezó con un grupete de pseudo-guerreros enarbolando estandartes con los que acosaban a una Madonna que bajaba del techo del Palau en una jaula de oro. Digo yo que era ella porque con mi miopía no jipiaba su cara. Estoy tan acostumbrada a ver las cosas semi borrosas que nunca llevo las gafas encima (salvo para conducir, cosa que tampoco hago jamás, así que problema solucionado). De todas formas, las pantallas laterales daban absoluto detalle de lo que acontecía en el escenario. Y la pantalla central completaba el show con imágenes -a ratos psicodélicas, a ratos videocliperas- en un todo sensacional. Las cosas como son, los norteamericanos tienen un sentido del espectáculo que es cosa fina.
Las primeras canciones no las conocía, pero no fue un problema, porque me fliparon (ahora ya sé cómo se llaman: “Iconic” y “Bitch, I’m Madonna”). Pero la apoteosis personal, el éxtasis, la revelación… vino cuando empezaron las versiones –muy conseguidas, además- de los clásicos de los 80. Fue sonar Like a virgin y recordarme en el salón de casa, bailando cual energúmena adolescente –y virgen en aquellos tiernos tiempos- al son del álbum recopilatorio The Immaculate Collection. El porqué no recordé esa “época fans” madonnil cuando Mr. X me dijo lo del concierto es un misterio. Me desgañité con La isla bonita, y cuando llegó Like a prayer alcancé el nirvana (por no decir una burrada, que a punto he estado).
Dos horas adrenalínicas sazonadas con algunas actuaciones más intimistas y reposadas ukelele en mano -para dar un descanso al body- que también tenían su encanto. Por ahí he leído alguna crítica diciendo que Madonna ya no es lo que era, que faltan osadías acrobáticas de las suyas. Y digo yo que hemos ido a ver a Madonna, no el Cirque su soleil, y que ya me gustaría a mí con 57 tacos poder recorrerme el escenario como lo hace ella. De hecho, ni ahora me lo permitiría mi cuerpo serrano.
Eso sí, nada de bises. La moza hizo su trabajo y cuando llegó la hora, adiós muy buenas. Los fans deben saber que no vale la pena pedir más cuando ella se despide porque no hubo conato alguno de volver a sacarla al escenario. Así que nada, excursión hasta el coche y para casa a dormir cuatro horas antes de que el despertador sonase (horror).
Lo tengo claro, si esta mujer, tenga la edad que tenga, se anima con otra gira y está en mi mano el ir a verla, repito. Se ha ganado otra fans de sus directos.
Maravillosos 57 años...
ResponderEliminarYaaaa te digo! ;)
EliminarMuas!
A mí no me hace chiste la mujer pero reconozco que en un concierto tiene que ser genial ;)
ResponderEliminarFeliz día!
Lo es!!
EliminarFeliz día para ti también. :)
Besotes!
Yo tuve ni momento fan de Madonna hace mil años. Iría sin dudarlo a un concierto suyo. Esa mujer es increíble, una leyenda del pop ;)
ResponderEliminarBesos
Lo bien que nos lo habríamos pasado junticas, pues. ;)
EliminarEntre Michael y ella, leyendas del pop cubiertas, jajajaja!
Muas!
Yo soy muy fan de bon jovi (acepto críticas) y sinceramente si voy a uno de sus conciertos, me dura la adrenalina días, hasta si lo recuerdo sonrio, los directos de estas "estrellas" te gusten más o menos, siempre me han parecido dignos de ver, yo tampoco habría dudado en ir, a madona no se le ve todos los días. uN beso
ResponderEliminarCríticas por qué? No conozco bien su música, pero el cantante está de muy buen ver, jejejeje...
EliminarEsa misma sensación tengo yo todavía! :)
Besotes!
Yo nunca he sido fan de madonna. Pero si marido me prepara una de esas me apunto. Y en el palau, con lo que mola!!
ResponderEliminarMuaks
Y de paso compartimos una cenilla o algo! XD
EliminarMuas!
De jovencita fui muy fan (con fan quiero decir admiradora, no histérica, jajajaja). Luego como que se me fue pasando. De todas formas, tiene que valer mucho la pena. Lástima que yo nunca voy a conciertos porque las aglomeraciones de gente me agobian mucho. Besotes!!!
ResponderEliminarYo soy como tú. De hecho, me rayaba pensar en el tema cuando íbamos de camino allí. Pero será que el Palau es tan grande que difícilmente se llena tanto, será que en butacas no se tiene para nada agobio, pero ni un instante me angustié por la gente. :)
EliminarBesotes!
Ay! Me has recordado su concierto en el circuito de Cheste hace unos 6 o 7 años, madre mía, que no dejaban entrar con coche, que manera de andar kilómetros hasta llegar a la zona del concierto y luego, allí parecía que estaba media España, la vi a través de la cámara de fotos, jajajajajajajja. Eso sí, qué vitalidad, qué energía, qué manera de bailar, por favor, que de cosas en el escenario...dije que volvería a una próxima gira pero no ha podido ser... en fin...en el nuestro tampoco hubo bises, 2 horas clavadas de concierto y no dijo ni adiós... pero es Madonna, ella puede hacer lo que quiera, jajajajajajjaaj... ay! y la de kilómetros que nos esperaban al terminar para poder salir de allí???? y yo con millones de cosas de merchandising encima (tazas, posters, camisetas,..). Llegamos al amanecer y nos dejamos los pies en el camino...pero valió la pena. Besazos!!!
ResponderEliminarJajajajaja! Lo viviste a tope!
EliminarCon nosotros también fueron dos horas justas... Es lo que dices, es Madonna y se pasa por el forro las convenciones, pero show da y un rato largo. ;)
Besos!
El Immaculate Collection es una JOYA!
ResponderEliminarYo tenía claro que tenía que verla alguna vez en la vida y fuimos a su concierto en el Sant Jordi en 2012, no decepcionó, fue brutal! pero ya decían que iba más cansada y hacía algún que otro playback... pero bueno, fue una noche inolvidable!!!
Cada día desayunamos con The Inmaculate Collection desde el concierto... XD
EliminarSi la viste en 2012, sabes perfectamente lo que he sentido. :D
Muas!