jueves, 29 de septiembre de 2016

Let’s talk about sex, baby


De la marisma de incógnitas que se generan en tu cuerpo de madre cuando te enfrentas a la titánica tarea de educar a tu churumbel, la de la educación sexual nunca fue una de ellas para servidora.

Mi madre utilizó un método muy expeditivo para iniciarme en los misterios de la sexualidad humana: respondiendo a mis preguntas conforme las formulaba sin recurrir a circunloquios ni eufemismos variados. A ver, que de vez en cuando hablábamos de “chichis” y de “pichas”, pero cuando se ponía didáctica, mamá se refería al pene, la vulva y si me apuras hasta el prepucio y el periné. He de aclarar que mi progenitora se ganó una muy merecida fama en lo que a sexología se refiere y cuando mis amigas y yo andábamos adolescentes perdidas, ella era nuestra gurú del sexo, nuestra dalai lama del erotismo, nuestra puñetera ídola, vamos (y mi padre no se quedaba corto en sus aportaciones, vaya uno…). No olvidemos, además, que aquí la menda redactora fue fruto de una socorrida marcha atrás que mi madre –gracias a su nefasta educación sexual- creyó ingenuamente el súmmum de la anticoncepción. Gracias a lo vivido siempre tuvo muy clarinete que a mí me iba a dar toda la información y medios para que no me pasara lo mismo y gozase del sexo sin el miedo a una maternidad no deseada.

Con Peque empezamos su instrucción con el mismo libro que mi madre utilizó conmigo (y que guardo como un tesoro) para ilustrarle con facilidad la maravilla de la génesis de un ser humano. A partir de ahí ha sido un no parar de ahondar en dudas cada vez más específicas a la par que comprometedoras (y que por supuesto, son formuladas a voz en grito en medio del autobús).

He de confesar que a veces me dejo llevar por la vena científica y me paso en mis explicaciones profundizando más allá de lo meramente necesario. Y si no, a las pruebas me remito.

Una tarde de la semana pasada. Cinco PM. Salida del cole. Algarabía generalizada y un sudoroso Peque que sale precipitadamente a buscarme a mí y a su merienda. Le pregunto cómo le ha ido el día y me suelta a bocajarro con una sonrisa (y bien alto para que puedan oírlo todos los padres que nos rodean):

-¡Muy bien mami! Ya le he explicado a mi amiga A que me cuelgan los testículos porque necesitan estar más frescos que el resto del cuerpo para hacer espermatozoides.

Ole ahí, con un par. De testículos, claro.



17 comentarios:

  1. Jajaja!, me parto. Claro que si las cosas claras y cada cosa en su lugar.... Para que se airee.... Jajajaja

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  2. Juas juas juas... y lo que te queda!

    ;D

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  3. Él es así, natural como la vida misma jajaja

    Bss

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  4. Él es así, natural como la vida misma jajaja

    Bss

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  5. Jajaja me parto. Yo tengo que empezar con Daniel. El otro dia me preguntó delante de su hermano como se hacian los bebes y cuando empecé a explicarselo no dejaron de interrumpirme repitiendo hasta la saciedad las palabras clave muertos de la risa. Así que empece a enfadarme. Mucho. Y acabe por no explicarles nada

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    1. Jajajajaja! Me los imagino perfectamente! Ánimo con el próximo intento!!
      Besotes!

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  6. jajajajaja, me parto. yo no me he visto aún en la tesitura pero creo que tu enfoque es el mejor así que espero ser capaz de seguir tu ejemplo.
    besos

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    1. Ya nos contarás, que siempre son conversaciones con enjundia, jajajaja!
      Muas!

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  7. jajaja... todo él es frescura! xDDDD

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  8. Jajajaja, este peque es la leche, menudos momentos elige para hablar del tema jejeje.
    Oye, pregunta, ¿qué libro es que el que tenéis? ¿será por casualidad "De dónde venimos?"?

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    1. No es ese, se llama La vida antes de la vida, tiene un porrón de años! :)
      Muas!

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