viernes, 30 de septiembre de 2011

Peque va al cole

Pues eso, que hace ya casi tres semanas que Peque va al cole, y creo que podemos decir que lo lleva bastante bien.

La primera semana que lo llevé me cogí todas las mañanas de vacaciones para poder hacer una adaptación a medida. Cuando el primer día estaba vistiéndolo para irnos y lo puse en el cochecito, él estaba de lo más contento, sonriendo y sacando la cabeza para ver lo que se cocía en el exterior de su vehículo, como siempre. Yo estaba hecha polvo. Me sentía como si lo llevase al matadero. Sí, ya lo sé, soy una exagerada…pero lo veía tan ilusionado con el paseo matutino, tan inocente. ¡Y eso que su escuela me encanta!

En julio fuimos a una reunión con las profesoras y nos explicaron el funcionamiento del centro. Había una (por lo que vi es como la ayudante de la directora) que es de esas personas francas y campechanas que lo sueltan todo tal y como lo piensan. A modo de resumen nos vino a decir que estaban encantadas de recibir a nuestros hijos, que estarían en buenas manos y : “No os preocupéis, cualquier contratiempo lo podemos hablar con tranquilidad, y ya veis que aquí todas somos mujeres, así que será mucho más fácil!”. ¡Jajaja! Cuando dijo eso las otras profes se miraban las unas a las otras sacudiendo la cabeza y riéndose por lo bajini, cómo diciendo “¡Ya la ha soltao!”. La verdad es que en esa reunión habían muchos padres -Mr. X sin ir más lejos-, y el comentario no sé como les sentaría (a mi maridín tan ricamente). Y por cierto, ¿hay chicos que estudien educación infantil y trabajen en guarderías? Porque yo sólo he visto a mujeres...

Además del fantástico personal, las instalaciones son un lujo. Están ubicadas al lado de un parque y son inmensas. Clases grandes y luminosas, un patio enorme e incluso un parque interior por si hace mal tiempo lleno de columpios, toboganes...

Bueno, a lo que iba. Mientras caminábamos hacia la escuela, mis pies iban tirando hacia delante mientras mi corazón saltaba y me decía que me volviese para casa. Me sentía como si en realidad fuese mi primer día de cole, con un nudo en el estómago y casi casi ganas de vomitar... Peque está en la clase de los caracoles, así que después de dejar el carrito nos fuimos caminado al aula de los caracoles. Él iba señalando los dibujos de globos, animalitos...y me miraba y con la boca pequeñita me decía:"¡Oh!¡Oh!". Cuando llegamos a la puerta aún me lo pensé unos segundos, y prácticamente me iba a largar corriendo de allí cuando la profe M vino hacia nosotros. Mierda. Cazados. Ya no hay vuelta atrás...En fin, esbocé una sonrisa y entré cogiendo aire. Mi actitud cambió a los pocos segundos porque vi a esa mujer tan entregada, tan ilusionada por su trabajo, tan pendiente de las reacciones de mi bebé, que no me cupo duda de que estaría bien con ella. Me presentó a L, su ayudante este año (una estudiante en prácticas), y también me pareció una chica risueña y muy dulce. Estuve un ratito hablando con M mientras Peque se lanzó a la caza y captura de un brum-brum (o sea, coche, camión o tractor). Como no tenía prisa me quedé a jugar un rato con él, pero me di cuenta de que la adaptación consiste precisamente en que se acostumbre a estar allí sin mí, así que...decidí irme. No fue tan difícil como había imaginado (supongo que porque lo vi en buenas manos). Quedamos en que lo recogería una hora más tarde.

Al volver a casa me sentí muy extraña. Hasta ese momento, si no estaba con Peque era porque estaba en el trabajo. Estar en casa sin él era raro, muy raro. Pero claro, una hora pasa rapidito, así que a los cincuenta minutos ya estaba a las puertas del cole. Ese primer día lo pasó regular y lloró a ratos. Cuando lo recogí no lloraba, pero estaba mimosote. Me había echado de menos y la profe me dijo que al día siguiente lo dejase el mismo rato. Así lo hicimos martes y miércoles. El jueves decidimos ir a por todas y que se quedase a comer y dormir. Aixx, eso ya me parecía harina de otro costal. Peque duerme con nosotros en sidecar (ya escribiré un día sobre nuestra aventura con el colecho) y para las siestas lo acuno y le canto hasta que se duerme. Y para quedarse roque necesita torcarme los codos...Se lo expliqué a su profe y ella me dijo que lo tendría en cuenta. Mi sorpresa fue descubrir al ir a buscarlo que no había habido ningún problema: se lo sentó encima, le dejó magrearle los codos y hala, ¡dormido en cinco minutos! Si es que Peque es un campeón...Así que poquito a poco se ha adaptado muy bien a su nueva rutina.

Otro tema han sido los viracos infantiles. El tercer día ya me fijé que Peque moqueaba. Al recogerlo sólo estaba en la clase L, que estaba cambiando a un nene, y desperdigados por la habitación estaban los otros compis de Peque, la mayoría más pequeñitos que él. Cuando entré, mi bichejo vino directo a buscarme con el moco colgando. Lo levanté en brazos, y al verlo, los otros niños decidieron que ellos también querían mimos extra y lentamente se fueron acercando hacia mi. Como no caminan, venían reptando, arrastrándose con una pierna o de rodillas. Se pusieron de acuerdo para comenzar a sollozar, los mocos afloraron de sus naricillas y de pronto me sentí rodeada de sus cuerpecitos pidiendo auxilio...Miré a L con cara de no-puedo-moverme y le dije :"¡Esto parece La noche de los muertos vivientes!". Ejemm, me pasé un poco con la comparación, lo sé...jejeje.

El tema mocos no fue a más (siguen ahí, pero no dan más problemas que el perseguir a Peque con un pañuelo a todas horas), pero a la semana siguiente, otro viraco mucho más cabroncete nos atacó...El miércoles por la noche, a eso de las cinco de la madrugada, Peque se despertó. Normalmente lo abrazo un poquito y se duerme de nuevo, pero estaba inquieto, no paraba de quejarse y de pronto...vomitada que te crió. Fue totalmente inesperado, y en su vida sólo había vomitado en otra ocasión, así que al asco que debió sentir se unió el susto y el pobre tardó un buen rato en dormirse después de lavarlo. Por la mañana volvió a vomitar, por lo que jueves y viernes no fue al cole. Pero ahhh, amigo, el problema de los viracos infantiles es que no se conforman con atacar al indefenso bebito, no señor, después de cebarse con él caímos en sus redes Mr. X y yo, ¡y vaya fin de semana más asqueroso que hemos pasado! Eran las fiestas de mi ciudad y no hemos podido levantarnos de la taza del váter...(bueno sí, para turnarnos para cuidar a Peque, que él ya estaba con las pilas a tope).

Esta semana ha sido tranquilita. Peque va al cole contento y yo ya no me siento tan culpable, así que, misión cumplida.

4 comentarios:

  1. Que suerte de profe, no? Me alegro mucho, que si te llega a tocar una rancia...

    Me alegro de que todo haya ido tan bien! Bueno, si os hubierais ahorrado los virus, mejor, pero no está mal, no?

    Besos!

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  2. Drew, estoy realmente feliz con la profe, es muy cariñosa. Ahora, lo de los virus me tiene refrita, hoy está con fiebre otra vez...qué rollo!

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  3. Es que es asi.. empezar y vienen los virus, todo el mundo lo dice.. pero es la pura realidad.
    Pitufo no tuvo ni un moco hasta el segundo dia de cole jajaja..
    Me ha gustado leer los primeros dias de peque.. me has hecho recordar.
    besos.

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  4. Annie74, ya te digo! Yo pensaba que sería un poco más...¿esporádico? Pero casi casi lleva tantos días en casa como en el cole. Esta semana no va por amigdalitis vírica...Aixx...Paciencia!

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