lunes, 30 de enero de 2012

Y los sueños, sueños son

Con mi primer premio quedó pendiente explicar un sueño (de los que te entretienen por las noches) y en ese momento no tenía ninguno en mente, pero hoy me he lucido, y voy a saldar mi deuda...
Debo explicar primero, que esta noche ha sido de las moviditas, porque mi pobre Peque sufre como su mami de estreñimiento. Llevaba desde ayer viniendo a ratos con el lagrimón en la cara y sollozando "cacaaaa...". Sé lo mal que se pasa y me da una penita...Total, que se ha despertado como cuatro o cinco veces llorando. Al final, después de desayunar se ha desatascado el tema para alegría de todos.
Explico esto porque cuando me voy despertando sobresaltada por los lloros de Peque, mis sueños tiene mucha más enjundia. Hoy mi mente me ha regalado cuatro fragmentos de paranoia sideral, pero dos son tan surrealistas que no sabría ni como explicarlos. Los otros dos han tenido su hilo argumental, muy bien explicadito y definido, y por eso os obsequio con ellos, para que veáis hasta donde llega mi extravagante imaginación nocturna.

Sueño número 1

Estoy en mi consulta, con mi amiga E, y de pronto llega un chico calvo, nervioso, con un poco de pinta de psycho killer para traerme a su gata a operar (es decir, para esterilizarla). La deja y se va con el sudor cayéndole por la frente. La gata es enorme y blanca. Abro una ficha para anotar los datos de importancia y llevo al bicho a la báscula. No recuerdo el peso exacto, pero es una barbaridad. De pronto (ya se sabe que en los sueños todo está permitido), la gata es una chica que está sentada en una silla de ruedas con cara compungida. Me la miro y empiezo a preguntarle sus datos para rellenar la ficha (aparentemente mi mente no ha procesado que en vez de gata es humana, pero sí que asumo que será capaz de hablar conmigo). Me dice que tiene treinta y cuatro tacos (como yo). Me la miro bien y de repente sospecho. Y le pregunto: "¿Tú sabes por qué te ha traído tu dueño?". Y ella, que parece ser una chica extranjera, me dice que hay que quitarle un tumor. Yo miro a E, me excuso un momento y nos vamos las dos a hablar a un rincón. Y le digo: "Esta no sabe que la traen a esterilizar...¿Tú crees que se lo debemos decir?". Y E cree que sí, así que vuelvo con la chica y le digo: "Mira, tu propietario no te ha traído aquí para extirpar un tumor, sino para esterilizarte, o sea, que no podrás tener hijos". Y ella se queda pensativa...Yo le pregunto: "¿Quieres que te operemos igualmente?". Y ella al principio duda, pero finalmente decide que sí (y yo pienso para mis adentros que lo hace no por convencimiento, sino por miedo a que su propietario la abandone). Inciso: la verdad es que el tema hombre de pinta sospechosa que es dueño de una mujer y la trae a esterilizar sin que ella lo sepa es chungo de narices, no sé por qué coño me vienen a mi cosas así a la cabeza...Fin del inciso. Bueno, en este punto de sueño parece que de pronto me doy cuenta de que no es una gata sino ¡una persona! (ole esa agilidad mental para distinguir especies tan "similares"...). Me voy un rato a debatir otra vez con E y le digo: "Pero si no sabemos operar personas...es más, eso debe estar prohibido ¿no?, se lo voy a explicar a la chica". Me vuelvo con mi "clienta" y le explico que yo no puedo esterilizarla, que va a tener que irse a la Seguridad Social si quiere operarse...Fin

Sueño número 2

Vuelvo a estar con E, esta vez en una calle oscura y es de noche. Lo único que se ve abierto es una peluquería Llongueras (durante una época fui asidua, pero llegó un punto en que mi bolsillo dijo basta...). No sé por qué, y menos a esas horas, nos metemos dentro. Comenzamos a charlar en la recepción, veo un frasco de tinte L'Oréal y parsimoniosamente, mientras hablo con E, me lo empiezo a echar en la cabeza. Y veo de pronto que es de un color marrón chocolate que no me gusta nada. Aún así me lo voy masajeando por la cabeza, como si fuese champú. Y por dentro pienso: "¿Pero qué narices hago? Si me corté el pelo la semana pasada...si nunca me tiño...si estoy haciendo el ridículo...si tendré que pagar por algo que no quiero hacer...". A todo eso, E está mirando unas chicas que están sentadas a fuera, fumando un cigarrillo, con el pelo envuelto en una toalla (como esperando a que haga efecto un tratamiento) y en sostenes, uno rosa y el otro lila. E me dice: "La tía de rosa no me quita el ojo de encima...". Y veo que así es. Como lo del tinte va de mal en peor y no quiero tener el pelo de ese horrible color, me voy al final de la peluquería, donde (por arte de birlibirloque) yo ya sé que hay una ducha. Sin pudor ninguno me despeloto y me ducho para quitarme el tinte. Me da vergüenza que me vean en bolingas (a buenas horas...) y meto tripa y pongo pose de modelo cañón. Y pienso: "Joder, qué corte estar aquí en pelotas con esas mirando...voy a tener que cortarme el pelo y comprar el bote de L'Oréal para justificar mi comportamiento...". En eso que entran las dos tipas que estaban fumando fuera y se ponen a lavarse el pelo (y se lavan sólo la cabeza, no se quedan en pelota picada como yo, como es normal, cosa que me hace sentir a mí más ridícula y preguntarme por qué me he quitado la ropa...). La del sujetador rosa de repente me mira con cara de mala leche y me dice :"¿Y se puede saber por qué tu amiga me estaba mirando?". Yo no sé que decirle y como en un chispazo recuerdo que E me dijo que era ella la que miraba, así que le contesto eso y la tía se pone en plan irónico chungo :"Sí, claro, la estaba mirando yo primero, no te jode...".
Decido salir del cuartucho y ponerme en manos de un peluquero con mucha pluma que me sienta en una butaca y comienza a examinarme el pelo. Le pido que corte poco porque hace poco días que me lo arreglaron. En un plis se sienta en mis rodillas y se pone mi pelo como si fuese suyo y dice :"Ahora sí". Y comienza a recortar en plan excéntrico (coge un mechón, lo examina, le da media vuelta y arrea dos minitijeretazos). Cuando ya va acabando y creo que se acaba mi suplicio capilar, veo que empieza a mirar los pelos como si hubiese algo (y pienso: "Mierda, seguro que los niños me han vuelto a contagiar piojos" -eso es verídico, me ha pasado dos o tres veces...-). En un segundo se planta el mismísimo Sr. Llongueras a mirarme el pelo. Inciso: ayer, mientras íbamos todos por la calle montando un poco el número (es decir, Mr. X, sus vástagos asalvajaos bajando las escaleras riendo, nuestro Peque y yo), nos cruzamos con el señor Llongueras, que se nos quedó mirando como si formásemos parte de un circo con una sonrisa en la boca, y justo hace unos días Mr. X y yo leímos un artículo sobre él en La Vanguardia que estuvimos comentando, por lo que la casualidad nos hizo gracia...Fin del inciso. Total, que Llongueras in person se pone a mirar mis puntas y el peluquero y él me quitan una especie de escamas del pelo que miran al microscopio diciendo: "Son ácaros". Fin.


Pues sí (que me imagino lo que estáis pensando) tengo una mente así de rara...

viernes, 27 de enero de 2012

Amiga A, amiga E

Cuando empecé a escribir el blog sólo se lo conté a tres personas: Mr. X, mi amiga E y mi amiga A. Tenemos un grupito de amigas fantástico, a todas las quiero muchísimo, pero E y A son especiales, y por eso no pude resistirme a explicarles mi aventura bloguera. Mr. X me lee muy de vez en cuando, porque es un despiste humano y tiene mil cosas en la cabeza. E es tres cuartos de lo mismo (se nota que los dos son piscis, ¡jajaja!). A me lee con asiduidad, y se ha aficionado a vuestros blogs a través del mío.

Ya expliqué mi historia con Mr. X, así que hoy toca agasajar a mis lovely friends.

Amiga E

Nos conocimos en el instituto, con catorce años. Yo entonces era muy tímida, me costaba un poco relacionarme con los demás. Llegué a ese instituto porque estaba cerca de casa y nos habían hablado muy bien de él, pero la enseñanza era casi por completo en catalán, y a mí me daba cierto canguelis. En casa siempre hemos hablado castellano, y el catalán para mí era poco más que una asignatura. No lo hablaba con fluidez, no conocía sus dichos, sus expresiones coloquiales...Y era una complicación extra.

Los primeros días no hablé con nadie. Iba a clase, tomaba apuntes y volvía a casa. A la hora del almuerzo me quedaba en el aula o me sentaba en alguna esquina. Y observaba a mis compañeros. Viéndolo hoy desde fuera debía dar una impresión bastante freaky (y sé que muchos tenían ese concepto de mí). Había tres chicas que me llamaban la atención (E, M y V), y un día, sin mediar palabra, cuando ellas aprovecharon el descanso para ir a dar una vuelta fuera del instituto, simplemente me acoplé a ellas. Y creo que no abrí la boca, jajaja...Madre mía, lo que debieron pensar de mí (bueno, lo sé porque se descojonan vivas cuando lo recordamos). Al segundo día ya debí empezar a interactuar un poco, y así cada día algo más. Y les caí bien (menos mal, sino mi escasa autoconfianza de teenager se hubiera desparramado por el suelo).

Con E conectamos enseguida. En aquella época nos flipaban los temas paranormales, y conocer por fin a alguien que no te mirase raro cuando sacabas el tema fue un descubrimiento. Recuerdo especialmente una excursión en autobús a vete tu a saber qué pueblo recóndito, en la que nos pasamos el rato hablando de vidas pasadas. Y hablar con E no tiene fin, ¡porque tiene una cuerda la tía! Cuando hablábamos por teléfono mi padre me tenía que avisar tres y cuatro veces de que colgase (a la quinta ya entraba en plan torbellino en la habitación y yo le soltaba lo de: "Pero Papá, ha llamado ella, ¡paga ella!"...jajajaja, ese argumento no le convencía, aunque después de dos horas -no exagero- cotorreando, no me extraña).

Algunos veranos los padres de E me invitaban a pasar unos días con ellos en el pueblo, y eran unas vacaciones geniales, de playa, helados, paseos por la feria, cotilleos hasta la madrugada...

Cuando llegó la hora de escoger una carrera, E tenía claro que quería ser veterinaria. Yo no sabía por donde tirar, me gustaban muchas cosas, pero de oírla hablar del tema me pilló el gusanillo y también elegí Veterinaria como primera opción. Cosas de la vida, E cambió de opinión y empezó Física, pero con el tiempo acabó harta de tanto átomo y tanta partícula, y consiguió entrar en Veterinaria cuando yo hacía tercero. Acabó la carrera, y ejerció un tiempo, pero E es un alma inquieta, y durante estos años ha ido estudiando mil cosas más, nunca puedes imaginar cuál será su próximo trabajo.

Nuestra amistad ya estaba afianzada, pero compartir años de carrera aún nos unió más. Y siempre ha estado ahí, aunque viviese en Costa Rica, el Caribe o Inglaterra (sí, ha estado en todos esos sitios).

El año pasado cuidó de Peque todos los viernes, y cada vez que está pachucho o tengo un imprevisto, acude para cuidarlo. Y me encanta verlos juntos.

La semana que viene E empieza una nueva aventura. Ha conocido al hombre de su vida (ella lo cree así, y a mí me da que también), y se marcha a vivir con él a su tierra durante una temporada. Estoy feliz por ella, pero ya la echo de menos.


Amiga A

La conocí cuando empecé Veterinaria. Mis comienzos siempre son difíciles, y creo que al principio, para variar, iba mucho a la mía. Me había fijado en A, pero ella siempre iba con una amiga a la que conocía previamente.

Un día, haciendo cola en copistería para hacernos con los tochos de apuntes de anatomía, comenzamos a hablar. Primero de algo trivial, ni lo recuerdo, pero resulta que las dos estábamos en un momento sentimental delicado, y no sé cómo acabamos sentadas en un banco contándonos las penas. Lo recuerdo como si fuese ayer mismo, y han pasado dieciocho años. ¡Dieciocho! Qué fuerte me parece...Es curioso, siempre que evoco un recuerdo, me veo a mí misma desde fuera. Es decir, pensando en A y en mí aquel día me veo como una espectadora externa, como si yo estuviese de pie a unos pocos pasos observando a esas dos chicas, la de pelo rizado y largo y la morenita de melena oscura y lisa, las dos mirando al horizonte, tristes por sus desventuras amorosas y con el sol inundando toda la imagen. Sin saber que en ese instante comenzaban a ser inseparables.

Mi amiga A vive en una población a unos cien kilómetros de la mía, siempre ha sido así y me he acostumbrado a no tenerla cerca. Pero aunque no nos llamemos o nos veamos a diario, sabemos que la una está en los pensamientos de la otra.

Somos muy distintas, a A no le gusta el contacto físico, cuando me da dos besos para saludarme lo hace rapidito y enseguida pasa a lo siguiente (con E nos pasamos el día sobándonos, jajaja, somos muy besuconas). Ahora me ha venido a la mente (lo tenía olvidado), ¡que en la Facultad algunos creían que A y yo éramos pareja! Menos mal que a ella no le gustan los achuchones, ¡sino no sé que habrían pensado! Cuando murió mi madre, A vino al entierro y estuvo conmigo en casa. Recuerdo un momento en el que me senté a recoger algo del lavabo y era un frasquito con una crema de mi madre con la que yo le hacía masajes. Al darme cuenta de lo que era me eché a llorar. Y A vino y me abrazó. Un abrazo de un amigo siempre reconforta, pero la sorpresa de sentir el contacto físico de A me animó mucho más...

Cuando estoy con A, no sé por qué, suele salirme la vena cómica y lo bueno es que creo que soy realmente chistosa, ¡jajaja! (eso debería decirlo ella, lo sé, pero yo creo que se parte conmigo cuando tengo el día inspirado).


En fin, espero que lean esto (E no lo creo, estos días va de culo, A es bastante probable), porque en definitiva, es mi declaración de amor, ;)


Buen finde!


PD: Mis amigas, aparte de maravillosas, son brujas. Mientras escribía esto E se ha pasado a verme y A acaba de llamarme por teléfono...No te digo yo...

jueves, 26 de enero de 2012

¿Arrepentirse?

Como explicaba en mi última entrada, navegando por internet un día llegué a una web donde un psicólogo aconsejaba a los internautas sobre temas de pareja, más concretamente, sobre el delicado tema de la descendencia.
La mayoría de consultas hacían referencia a mujeres que deseaban tener un hijo (o en ocasiones un segundo o tercer bebé) y sus parejas no querían. En algún caso era a la inversa. En general podría decirse que estoy de acuerdo con lo que recomendaba el psicólogo, si bien me parece que era más su opinión personal (como él mismo especificaba a menudo) que un consejo profesional. Más o menos venía a decir que si los dos miembros de la pareja no se ponían de acuerdo, lo mejor era no tener un niño. Vale, hasta aquí me parece más que razonable.
Pero habían otros temas en los que la cosa no estaba tan clara (al menos para mí...). Quizás me equivoque en algún detalle, pero creo recordar que una mujer desesperada le hacía una consulta porque se había quedado embarazada y su marido no deseaba tener el niño. Ella se había planteado seguir adelante sola, pero le daba miedo equivocarse. El psicólogo le aconsejaba entonces interrumpir el embarazo, porque todo niño merece tener un padre. A ver, el tema tiene mil matices, por supuesto...pero no creo que tener padre sea indispensable para crecer emocionalmente sano y feliz. Si la madre está equilibrada, toma la decisión por voluntad propia y puede mantener y dar cariño a ese niño, no veo porque debe interrumpir el embarazo...(de hecho hoy en día cada vez hay más mujeres que deciden emprender la maternidad en solitario). En cualquier caso, opinar sobre temas así de peliagudos es complicado, y contestar en tres líneas como hacía el psicólogo en cuestión, teniendo en cuenta lo jodido de los temas que se trataban, me parece un poco atrevido...
De todas formas, de lo que quería hablar en este post es de otra afirmación del psicólogo. Varias mujeres tenían dudas sobre si tener hijos o no, se acercaban a una edad "peligrosa" y les daba miedo que se les pasase el arroz y luego se arrepintiesen toda su vida de no haber procreado. El psicólogo contestaba que hay tantas personas que no tienen hijos y luego se arrepienten de ello como personas que los tienen y más tarde lo lamentan...Y me dejó intrigada, la verdad. No hablaba de porcentajes, y como todas sus respuestas eran informales, no sé si se basaban en algún estudio contrastado o en sus impresiones como profesional. Estoy familiarizada con la idea de no poder tener hijos y lamentarlo (porque mi madre tenía dos amigas a las que les ocurrió), pero lo contrario no me lo habían planteado. Bueno, puedo imaginar casos en los que reniegues de tus hijos, pero creo que deben ser casos minoritarios...
En fin, que la web me dio para pensar unos cuantos días...

miércoles, 25 de enero de 2012

Cuando uno quiere hijos y el otro no

Cuando conocí a Mr. X, desde el principio, le dejé claro que a mí me hacía ilusión tener un hijo. Él esquivaba el tema en medio de unas risas y soltaba lo de: "¡Pero si yo ya tengo tres!". No me decía que no, sólo dejaba el tema en stand-by. Y al principio me pareció bien.

Cuando nos fuimos a vivir juntos, después de dos años de novietes, mi reloj biológico se disparó de pronto y empecé a sacar el tema con más insistencia. Y cuanto más lo sacaba yo, más reacio estaba él. Poco a poco me fui dando cuenta de que no le apetecía nada ser padre de nuevo, y me acojoné. De pronto comencé a plantearme sí quería seguir adelante con la relación o poner punto y final. Jodida decisión donde las haya. Por fin conozco a un chico que vale la pena, con el que sé que puedo ser feliz, y todo se tuerce. Durante los meses que duró la duda, lo pasé fatal. Las opciones eran claras, o lo dejaba e intentaba rehacer mi vida esperando a encontrar otro hombre con el que fuese feliz y que además quisiera ser padre o me quedaba con él y renunciaba a la maternidad. Ninguna de las dos alternativas era buena, y me sentía incapaz de decidir activamente. Pero como suele decirse, cuando uno no toma una decisión, en el fondo ya ha decidido...

De pronto, algo estalló en mi vida (bueno, en la nuestra). Mi madre enfermó y vino a vivir con nosotros mientras se trataba porque donde vivía con mi padre no habían los medios adecuados. Mi padre iba y venía para resolver asuntos pendientes en su casa. Y durante nueve meses, cambié. La enfermedad de mi madre me transformó, aprendí, valoré, crecí junto a ella, aunque las cosas no tuvieron el final que soñábamos. Mi madre murió en julio. Yo estuve en otro planeta durante una semana, lejos de todos y de todo, y al volver, Mr. X, sus hijos y yo fuimos a hacer compañía a mi padre. Después del verano, una vez aquí, noté que la vida fluía otra vez de una forma extraña, y fue entonces cuando Mr. X me dijo un día que sí, que quería tener un hijo conmigo. Creo que vio en mí algo nuevo que le hizo decidirse a ser papi otra vez.

Un tiempo después, una amiga mía pasó por la misma situación que yo. Ella quería hijos, él no. Me pidió ayuda, pero me sentí incapaz de aconsejarla. Que Mr. X hubiese cambiado de opinión no significa que todos los hombres lo hagan y que haya que esperar indefinidamente a que eso ocurra. Como en todas las decisiones importantes de la vida, yo creo que hay que escuchar a tu corazón y hacer lo que sientas en ese momento.

A raíz de aquello llegué a una página web donde un psicólogo aconsejaba a hombres y mujeres sobre temas de pareja. Y leí algunas cosas que me alucinaron...pero eso lo dejo para otro post, ¡que hoy ando justita de tiempo! (y así os dejo con la intriga, jejeje...).

viernes, 20 de enero de 2012

Happy


Hoy estoy happy porque Annie, de Las cosas de mi pitufo, me ha regalado este premio tan bonito. Bonito sobre todo porque la amistad es una de las cosas que más feliz me hacen en la vida. Muchas gracias guapetona, ¡me ha requeteencantado!

Sigamos con la tradición, aquí van mis respuestas al cuestionario de rigor...

1.- Elige un momento de tu vida muy importante, solo uno.

El día en que, sentados en la terracita de un café, Mr. X me miró y me preguntó: "Supongo que querrás un hijo, ¿no?". Esa frase me daba el pasaporte para iniciar el viaje más alucinante de mi vida...

2.- ¿Qué lugar del mundo te gustaría visitar y no conoces?

Los hay a montones, pero si tengo que quedarme con uno, Australia.

3.- Haz un menú con tu comida favorita, 1º plato, 2º y postre.

Yo soy más de plato único, con lo que una cosa no pega con otra, pero como las normas son las normas, allá va: una buena paella de marisco, una patita de cordero al horno y mousse de chocolate negro. Ah, y las sales de fruta, que si me como todo eso...

4.- Si a trabajo se refiere,¿cuál sería tu trabajo perfecto o profesión sin pensar en salarios?

Me gusta bastante mi trabajo (aunque las condiciones son muy mejorables). Pero hay muchos oficios que me habría encantado ejercer (psicóloga, actriz, restauradora de obras de arte, médico...). Lo que pasa es que es probable que al currar de cualquiera de esas cosas me hubiese dado cuenta de que sólo eran ideales en mi imaginación. Visto de otro modo, mi trabajo perfecto sería uno de media jornada o jornada intensiva, con el que me sintiese realizada, con un buen sueldo, flexibilidad y todas las tardes libres para disfrutar de mi hijo.

5.- ¿Recuerdas cuándo y por qué reíste la última vez? Cuéntalo si lo recuerdas.

Hace dos días. Vino mi amiga E a cenar a casa y nos conectamos al Skype para hablar con otra amiga nuestra que vive en Inglaterra. Nos habíamos pimplado unas cuantas cervecitas y comenzamos a divagar, recordar viejas anécdotas, darnos cuenta de que tenemos arrugas en la cara y las tetas caídas y de que hace la friolera de veinte años que nos conocemos y nos queremos.


Ahora toca repartir el premio, que creo que ya ha llegado a muchos blogs. Intentaré dárselo a los que creo que no lo tienen, pero si me equivoco, sorry! De todas formas, este es un premio que le daría a todas aquellas (y aquellos, ¡que también hay algún chico!) que os pasáis por aquí a diario, comentando e invirtiendo parte de vuestro tiempo en leer lo que por aquí se cuenta, porque hacéis que este rincón tenga vida. Dicho esto, reparto el premio a los siguientes blogs:

Mama mimosa
Mi mamá me canta
Mi Pequeño koala
Aprendiendo de mis mellizos
Dolce Far Niente

Buen finde!

miércoles, 18 de enero de 2012

"Caracol"

Estos días tenemos en casa una inquilina extra, la perrita de los padres de Mr. X. Es viejecita y tiene bastante mal carácter, por lo que siempre vigilo que Peque no la trastee demasiado para evitar conflictos. Pero mi Peque ha salido animalero, y le chifla perseguir a la pobre perra y darle besitos. Me encanta verlo jugar con los animales. Claro que, teniendo un perraco en casa y siendo hijo de veterinarios, es normal que sea así.
Pensando estaba yo en estas cosillas cuando me ha venido a la mente una imagen de mi infancia. A mí me gustaban los bichos, pero no todos...
Me daban mucho asco los caracoles. Pero cosa mala. Era verlos en cualquier sitio desplazándose en medio de baba y con las antenillas ahí en plan radar y estremecerme...Puaj, no podía con ellos. Mi madre se percató de mi caracolofobia y decidió ponerle remedio. Me explicó que un caracol era un animalito muy simpático que siempre llevaba su casa encima y que no hacía nada de daño. Yo me la miraba de reojo y no me tragaba mucho su historia. Como mi madre veía que el cuento no era suficiente, decidió que debía hacerme amiga de un caracol, así que salió al patio en busca de mi futuro compañero de juegos. Cuando la vi aparecer con eso en la mano casi me da un patatús. Pero no se cómo, me convenció para no salir corriendo. Bueno, sí lo sé. Me prometió que si intentaba hacerme colega del gasterópodo en cuestión me regalaría un telefonito rojo de plástico que había visto en una tienda de juguetes (ojo, que estamos hablando de algo que sucedió hace como más de 25 años, o sea, que no era un móvil Nokia o similar, sino un telefonillo de los de rueda que hacía ruido y todo). Como el chantaje siempre ha sido una buena manera de convencerme de las cosas, decidí esforzarme un poco y darle una oportunidad a "Caracol" (original el nombre, ¿eh?).
Le buscamos una cajita en la que colocamos todo aquello que podía hacer su vida más feliz y yo poco a poco comencé a querer a aquel ser baboso. Cada día salía al patio y le ponía una hojita de lechuga, lo sacaba un rato a pasear por las plantas y luego lo devolvía a su chalet. Muchas veces se escapaba, claro está, porque al tío le iba la marcha, pero siempre lograba encontrarlo.
Una fatídica mañana, yo estaba desayunando tranquilamente con las puertas del patio abiertas, y en ese momento mi abuelo salió para vete a saber qué y lo oí. Crec-crashh-puff. Horror. Lo supe de inmediato. Mi abuelo había acabado con la vida de "Caracol". Fui corriendo hasta el lugar de los hechos y allí estaba mi amigo espachurrado. Ni que decir tiene que me cogió un berrinche del quince. Recogimos los restos de "Caracol" y lo enterramos en su maceta preferida.
Desde entonces le tengo una especial simpatía a los caracoles. Me da mucha penilla chafar uno por accidente, y si me lo encuentro en medio del camino, le busco un refugio seguro.
Y por supuesto, jamás he sido capaz de comerme un plato de escargots...

jueves, 12 de enero de 2012

Una mañana...

Una mañana cualquiera de hace tres años:

8.30 Suena el despertador. Ni lo oigo.
8.38 Vuelve a sonar el despertador. Esta vez sí lo he oído, pero me hago la sueca. Mamporrazo y media vuelta.
8.46 Pi-pi-pi-pi-pi, pi-pi-pi-pi-pi. Vale, lo voy pillando. Miro a mi izquierda y Mr. X comienza a desperezarse. Le paso el despertador y sigo durmiendo.
9.15 Mr. X abre la puerta de la habitación y me suelta "¿Te has de duchar? Porque son y cuarto...". Pego un bote de la cama y repaso mentalmente lo que tengo que hacer. Mierda. A todo no da tiempo, así que me echo un vistazo en el baño y veo que el pelo puede pasar sin una enjabonada. Sacrifico la ducha y me visto/maquillo/peino en cinco minutos.
9.20 Le pongo comida al perro mientras me tomo un zumo, cojo el abrigo y le pego un mordisco a una tostada.
9.25 Me lavo los dientes y me despido de Mr. X.
9.30 Salgo por la puerta y veo que hace un viento de mil demonios. El frío me da un bofetón de buenos días en toda la cara y me voy para el trabajo preguntándome cuándo leñe me tocará la lotería para evitarme eso de tener que ir a currar...

Una mañana cualquiera de esta semana:

8.15 Suena el despertador. Miro a mi derecha y Peque se está desperezando. De pronto se pone a cuatro patas y con sus ojitos zalameros y medio cerrados aún por el sueño me dice "Maaamaaa..." y se tira encima mío para darme un beso. Se ríe y salta hasta Mr. X. Se pone como una ranita para seguir durmiendo, pero le digo que hoy toca cole. Me levanto en un plis y me meto en la ducha.
8.20 Mientras estoy lavándome Peque viene varias veces a darme sustitos. Abre la puerta de la ducha tropecientas veces y me pelo de frío, pero está de tan buen humor que me da lo mismo. Oigo como Mr. X le hace cosquillas.
8.30 Mr. X solicita un relevo para poder ducharse. Limpia y perfumada cojo la ropa de Peque y lo busco para ponérsela. Él no se deja coger fácilmente, pero al final lo consigo y lo tiro en la cama. Él se parte de la risa. Yo me lo como a besos y él me abraza y me babea toda la cara (nota mental: habrá que retocar el rimmel...). Cuando intento quitarle el pijama se va a la otra punta de la cama. Yo lo persigo, le quito una manga y se me escapa de nuevo. Lo arrincono en su cuna, que está en sidecar con nuestra cama, y allí consigo desnudarlo. Después de unos cuantos revolcones más, le cambio el pañal y lo visto. Le doy el pañal sucio y él se lo lleva raudo y veloz a la basura de la cocina.
8.50 Mr. X y yo preparamos el desayuno de Peque mientras tomamos el nuestro. Él se sienta en su silla y pone el plato encima de la basura. Lo sé, no es higiénico ni fashion, pero está a su medida y le mola, así que allí desayuna. Bueno, allí come un par de bocados. Después se dedica a dar saltitos y cantar mientras le perseguimos por el pasillo dándole el resto del mini bocata.
9.10 Peque me mira y me dice "¿Coco ñam-ñam?". Y le digo que sí, que le puede poner la comida al perro. Después Mr. X se lleva a "Coco" (no se llama así, pero Peque no sabe decir su nombre aún...) a dar un paseo y se despide de nosotros.
9.12 Me lavo los dientes, retoco el maquillaje y oigo como el terremoto viene a la carga en mi busca.  Logro acabar antes de que le dé un berrinche porque quiere que lo aúpe.
9.15 Operación chaqueta: doy caza al objetivo y después de unas cuantas maniobras de inmovilización, le pongo el abrigo y lo subo al cochecito.
9.20 Salimos por la puerta y un frío de tres pares de cojones nos da en to los morros. Peque ya ha visto algún avión en el cielo y me lo señala: "¡Vión!". Me mira y me sonríe. Y yo le miro y pienso que ya me ha tocado la lotería.

martes, 10 de enero de 2012

Tercer (y último) hit fiestero

Ya está, ya hemos finiquitado las Navidades. Debo confesar que tenía ganas de poner fin a tanto empacho y tanto devanarme los sesos buscando el regalo ideal pa to quisqui. Pero también estoy un pelín tristona, básicamente por dos motivos.
La primera razón es que Peque todos estos días no ha ido a la escuela, y eso me ha permitido disfrutar mucho de nuestro tiempo juntos. Hemos podido hacer siestas a pierna suelta, jugar un montón, achucharnos...Y claro, se echa de menos. Además estas semanas mi bichillo se ha espabilado muchísimo, ha aprendido palabras nuevas...Y ayer nos partíamos de la risa con él. Mr. X estaba explicándole a mi padre un discurso de Hugo Chávez dramatizando un poco para imitarlo, y de pronto Peque salta, planta los brazos en la mesa, luego se los lleva a la cabeza y con voz de ultratumba comienza a soltar una perorata como Mr. X...Aix, fue genial de verdad, me dolía la tripa de tanto reír...
El segundo motivo que me tiene con el suspiro en la boca es que mi papi hoy se ha vuelto para su casa en el sur. Eso me deja muy chof. Probablemente no nos veremos hasta el verano, y son muchos meses...Hoy, cuando he ido a buscar a Peque al cole y lo he llevado a casa, ha entrado corriendo y ha soltado "¿Popa non-non?¿Guau guau?". Traduzco: "¿No está el Opa -abuelo en alemán- haciendo la siesta? ¿Y los perros donde se han metido?". En fin...ojalá mi deseo se cumpla y este año por fin mi padre encuentre comprador para la casa...

Pero bueno, hay un montón de recuerdos felices de estos días para levantar el ánimo, y como me queda pendiente el tercer hit fiestero, ¡allá voy!
Los Reyes dejaron en nuestra casa unos poquitos regalos, no demasiados porque sabíamos que en casa de Mr. X iba a ser apoteósico. A Peque le trajeron una pizarra mágica del Imaginarium y le gustó bastante, pero ahora la que se pasa el rato haciendo dibujitos soy yo..Ejem...Es que tengo una faceta infantil muy desarrollada...
Cuando estuvimos preparados, nos fuimos todos para casa de los abuelos. Cada año seguimos la misma liturgia. Primero nos reunimos en la habitación de los padres de Mr. X, que está en una punta de la casa (y opuesta al salón, punto neurálgico donde está la big surprise) y nos intercambiamos los regalos que los Reyes han traído a la casa de cada uno de los hermanos para los niños y los abuelos. Una vez hemos hecho las miles de fotos de rigor, los niños se ponen en fila por edad y se encaminan al salón. Entonces la abuela abre la puerta poquito a poco y...Y ahí están todos los críos con la mandíbula arrastrando por el suelo y buscando con la vista los paquetes con su nombre. La abuela hace sonar una campanilla ¡y vía libre! La verdad es que el primer año que presencié el evento en cuestión me quedé alucinada. Toooodo el salón está repleto de regalos, cientos (y no exagero, son cientos), todos empaquetados con el mismo papel, con sus lacitos y sus etiquetas manuscritas. El trabajazo que se pega la señora madre de Mr. X es de aúpa. Para ella es un día único, y desde mañana estará buscando regalos durante todo el año para guardarlos para Reyes. Empaqueta cualquier detalle que haya reservado. A las parejas nos regala cosas muy prácticas (jabones y geles para el baño, toallas, productos de limpieza para la casa, etc.) y después, según el año, un detalle especial para cada uno. Con los niños se pasa un montón. Yo no soy fan de hacer tantísimos regalos, pero viendo la felicidad que le provoca organizar ese fiestón, no puedo más que compartir su felicidad. A Peque le han traído tantas cosas que seguro que me dejo alguna, pero más o menos han sido: un montón de coches chulísimos, un correpasillos de Imaginarium, marionetas para los dedos, un juego de encajables, un caballo de palo para jugar a que es un cowboy, pañales y toallitas y un set de dos tiendas y un túnel. Esto último le ha pirrado, pero en mi casa no cabe ni de coña, así que de momento se ha quedado en casa de los abuelos y en verano será para la casa de campo. De todas formas, el regalo estrella ha sido uno que no era para él en concreto, sino para un primito, pero la idea es que también vaya a parar a la casa de fuera. Se trata de un tobogán. Sí, sí, un tobogán. Peque no lo desampara ni un segundo. Cuando va a casa de los abuelos se va directo a tu "togán". En fin, que los Reyes se han portado más que bien con todos nosotros.

Ahora toca volver a la rutina, que la verdad es que apetece y todo, aunque se tenga que ir a currar cada día...Lo malo es que aún nos queda por delante casi todo el invierno. Suerte que poquito a poco se va notando que los días son una pizquita más largos (es muy sutil, pero yo ya me voy fijando para darme ánimos, jajaja).

A mí es que lo que me pide el cuerpo es que llegue la Primavera...

martes, 3 de enero de 2012

Segundo hit fiestero

Bueno, ya estamos en 2012, esperemos que a los mayas se les haya ido la olla con lo de la profecía apocalíptica o que sólo se trate de una bromita milenaria...

La menda lerenda celebró Fin de Año en su casita, de forma muy tranquilita. De hecho estaba un poco out, casi diría un pelín triste, del plan premenstrual, pero sin regla a la vista. Quizás lo que estaba es bastante cansada. Estos días mi casa parece una trinchera en plena batalla campal. Motivo: ahora mismo convivimos en poco más de setenta metros cuadrados los que estamos ahí habitualmente (Mr. X, Peque, el perraco y yo), mi señor padre con sus dos perros (sí, dos perros de tamaño mediano-grande) y los tres churumbeles de Mr. X, o sea, tres adultos, cuatro niños (incluyendo una adolescente con todo lo que eso implica), tres perros y, aunque la pobre no da mucha guerra, una culebrilla. ¿Orden? ¿limpieza? ¿tranquilidad? Jaaajajajaja...En fin, lo llevo como puedo, pero me dedico a dar paseos por la casa (o más bien diría que voy "apatrullando la ciudad") recogiendo todo lo que me encuentro, poniendo paz en los conflictos bélicos de turno, buscando el cepillo de los dientes que puede haber ido a parar al bol de comida del perro y cargando a mi Peque en plan fardo de paja.

En Nochevieja Peque aguantó como un jabato hasta las 12 de la noche e incluso se comió las uvas (eso sí, sin pepitas y sin piel y unos minutos antes de las campanadas). A mí no me gustan las uvas, así que cada año busco una alternativa. Para el 2012 me he decantado por la piña natural, digestiva, diurética y fantástica como colofón a la cena que preparó mi padre. A las 12 y media ya no me aguantaba derecha y me llevé a mi fardito a la cama, pero Peque tenía ganas de marcha. Me quedé frita mientras él bailaba dando botes encima de mí (e imagino que él cayó poco después...).

Inauguramos el año con la comida tradicional en casa de los padres de Mr. X. Esta vez mi estómago me permitió disfrutar de la opípara comida y me puse las botas a gusto. Como resultado, me quedé anclada a la silla hasta las ocho de la noche, pero me lo pasé muy bien. Peque cagó el Tió y se lo pasó en grande abriendo paquetitos. Me hace mucha gracia, porque ahora, cuando está sorprendido por algo, pone cara de alucine y dice "Haaaaaaala!". Pa comérselo enterito.

Y hoy estoy un poco tristona, porque para darme un respiro y entretener a los niños, Mr. X se los ha llevado a todos a casa de su hermana en la montaña y no vuelven hasta mañana. Es la primera noche en casi 19 meses que no dormiré con mi Peque (bueno, si contamos los 9 meses de gestación, son 28...). Se me hace raro. Este mediodía he ido a casa a comer y me sentía tan extraña allí sola...Normalmente voy con el petardo en el culo, y de pronto hoy tenía cuatro horas para comer tranquilamente, leer...Bueno, de hecho me he dedicado a marujear dos horas, pero aún así me ha sobrado tiempo para descansar un ratito y hacer una mini-siesta. Lo he disfrutado, pero ya me he acostumbrado al ajetreo diario y no lo cambio por tanto descanso, ¡quiero a mi Peque conmigo! Suerte que sólo es un día...

Para acabar, a un post sobre Fin de Año no le puede faltar su balance final, y sin duda la conclusión es muy positiva. Han habido cosas tristes (la enfermedad de un familiar cercano, la muerte de una persona a la que le tenía mucho aprecio, Mr. X que ha estado a tope con un proyecto que le ha tenido missing y extenuado, la crisis que nos afecta a todos...), pero también han ocurrido cosas maravillosas (sobre todo ver crecer a mi Peque y disfrutar de la compañía y amor de mi familia y amigos). Y no puedo olvidarme de las numerosas alegrías que me ha aportado la creación del blog. Conocer a todas las ya compañeras de la blogosfera ha sido algo genial. Me encanta leer vuestros comentarios y sobre todo visitar vuestros hogares virtuales. Asomarme a vuestras vidas enriquece la mía y me hace sentir que formo parte de algo grande. En fin chicas, que soy unos soletes. Mil besos y abrazos para todas.

¡Ah! Se me olvidaba mi lista de propósitos para el 2012. Buff...Hay un montón de cosas que me gustaría conseguir. Algunas sé que no serán para este año porque no voy a tener tiempo-barra-dinero (como por ejemplo ponerme en forma con algo de natación, pilates o mi adorado patinaje sobre hielo o perfeccionar/aprender idiomas). Otras sí son más asequibles, a ver si vamos a por ellas (quiero tener más paciencia con mi Peque, que a veces cuando estoy cansada saca mi lado ogril y después me siento mega mala madre; quiero sacar más tiempo para Mr. X, para hacer cosas juntos, porque con el curro que ha tenido, este año hemos sido más compañeros de piso que pareja; me gustaría ser un poco mejor veterinaria, que cuando no llevo un caso tan bien como me gustaría siento que no estoy a la altura de las circunstancias; me encantaría que mi padre lograse vender su casa sureña para poder venir a vivir más cerquita -esto es más un deseo que un propósito...si alguna tiene ganas de tener un cortijo andaluz, ¡avisadme!-, y para acabar, otro deseo, el mismo que muchas de vosotras habéis tenido: que se cumplan todos vuestros sueños y anhelos).

Hala, preparados estamos para afrontar este nuevo año.