miércoles, 31 de octubre de 2012

Aventuras en el zoo: A lomos de Elly


Para conocer mejor mi entorno, el Dr. B y P me llevaron el fin de semana a turistear por el barrio antiguo de la ciudad, el French Quarter. Aromas a comida picante, jazz cómo música de fondo y muchas ganas de pasarlo bien. Los habitantes de New Orleans son unos cachondos. En las fiestazas de Mardi Gras, por carnaval, la lían parda. Es típico llevar unos collares de plástico de colores chillones, y si una mujer quiere conseguir muchos collarcitos, lo que tiene hacer es levantarse la camiseta y mostrar sus encantos a las peñas de trogloditas, digo, hombres, que las jalean para que se animen.
El Dr. B nos llevó a uno de los locales de jazz con más solera de la ciudad, el Preservation Hall. Es un garito de lo más decrépito (parece que se vaya a caer de un momento a otro), pero la música y el ambiente que se puede disfrutar en ese lugar te transporta a otra época. El público se sienta en unos bancos, por filas, y con cada cambio de canción, te desplazas a la fila de delante, con lo que al cabo de un ratito puedes disfrutar de tu turno en primera fila y darle un billetito a algún músico de la banda para que toque tu preferida. Un lujazo de noche. Para finalizar, el Dr. B nos llevó a tomar algo a un local pintoresco al que se accedía por un pasaje estrecho y donde un hombre negro comenzó a vocear "¡Aiiidiiiii, aiiidiiii!", pero como si le hablase al cielo, sin mirar a nadie...Yo no pensé que fuese conmigo la cosa hasta que el Dr. B me dijo: "Muéstrale tu aidi al señor, Mo". Y yo: "¿Mi cualo?". Y el Dr. B me aclaró: "Tu identificación, que los menores no pueden beber alcohol y no se fía de tu edad". Esto de que los americanos funcionen con siglas siempre me ha complicado la existencia, y sí, "aidi", es ID, o "identification"...De todos modos, he de reconocer que el hecho de que con veintiséis tacos pensasen que no llegaba a veintiuno me subió la moral.
En los días siguientes fui metiéndome en la rutina de mi nueva vida, que de rutinaria, precisamente, no tenía nada. Aprovechando un ratillo sin trabajo, P me pidió que la acompañase a despedirse de los chicos de la sección de los elefantes. Yo todavía no los conocía. Fui con ella y me presentó a los chavales que cuidaban de las dos hembras de elefante que habían en el zoo. Su jefa no estaba, y saltándose las normas nos preguntaron si nos apetecía dar una vuelta a lomos de las elefantas. En esos momento el Dr. B todavía no me había dado la charla sobre los peligros de estos animales. Si lo hubiese hecho quizás no me habría comportado como lo hice, porque los elefantes son unos de los bichos más peligrosos que existen. Los vemos grandotes y bonachones, pero cabreados son muy peligrosos. Y si no os lo parece, preguntadle a Carlos Sobera. P se animó enseguida, y aunque a mí me daba un poco de yuyu, no quería ser menos y en el fondo, me moría de ganas. P subió con mucha gracilidad y dio un par de vueltas con soltura encima del paquidermo. Parecía sencillo, así que me envalentoné. Cuando fue mi turno me acompañaron hasta la enorme cabeza de la elefanta, que estaba estirada, y me dijeron: "Es muy fácil, te subes justo detrás de las orejas y te agarras fuerte a ellas mientras con las piernas haces fuerza hacia la cabeza". Vale, yo puedo.

Primer problema, yo de grácil no tengo nada, y no pude emular ni de lejos el simpático saltito que hizo P para coger impulso y subirse al cabolo de Elly (la llamaré así para simplificar y homenajear de paso al ídolo de Peque, o sea, Pocoyo). De repente tenía a los dos pobres mozalbetes empujándome por el culo para que pudiese subirme a Elly. Muy bonito todo. Pero al final conseguí quedarme allí arriba. Entonces, poco a poco Elly se levantó. Y me acojoné, porque con sus movimientos yo me veía en el suelo de un momento a otro. Lo de apretar las piernas contra la cabeza no iba en broma...(más que nada porque era mi seguro para no estamparme). Di una vueltecilla a lomos de la elefanta aferrándome con todas mis fuerzas y disfrutando como nunca en mi vida. Por suerte, bajar fue mucho más fácil que subir, con lo que recuperé algo de mi dignidad perdida.

Una de mis principales tareas durante la estancia era la de realizar las necropsias de todos los animales que falleciesen en el zoo. Al principio las hacía como ayudante del Dr. B o de la Dra. E, pero a las pocas semanas ya las estaba haciendo yo sola e incluso redactando los informes en inglés (lo que se espabila uno cuando no le queda más remedio...). Una de las primeras necros que me tocó hacer fue la de una pelícana que había caído al estanque de las tortugas. Las muy chungas se la habían merendado. Como existía el riesgo de que estuviese infectada por el virus del Nilo occidental teníamos que hacer la necro equipadas con una especie de escafandra sideral con circuito de aire para evitar el contagio. En las pelis queda muy chuli, pero es incómodo de narices. Pues nada, nos pusimos manos a la obra, todo mu pofesioná, y de pronto noté como comenzaba a caerme el moquillo de la nariz. Instintivamente me llevé la mano a la cara para descubrir con mucho disgusto que la capucha-máscara que llevaba me impedía sonarme. Y no sólo me caía el moco, es que me hacía cosquillas. Así que empecé a gesticular, poner caras raras y sorber mis secreciones intentando que la Dra. E no me pillase in fraganti. A veces la Dra. se giraba para mirar qué me pasaba y yo paraba de golpe, la miraba y sonreía, disimulando a tope. Por suerte el moco tuvo a bien dejar de importunarme y pude acabar mi trabajo oportunamente. Por cierto, la pobre pájara tenía una infección en el oviducto que la había debilitado hasta provocar su caída al estanque de las tortus (y ya sabemos lo que ocurrió allí después...).

Poco a poco fui sintiéndome cada vez más cómoda en mi nueva piel y me asignaron otra tarea que pronto incorporé a mi rutina. Cada semana tenía que ir al recinto de las elefantas y sacarles sangre para medir unas hormonas en sangre (se estaba estudiando someterlas a un tratamiento de reproducción asistida). La entrenadora de Elly la hacía tumbarse y yo obtenía mi muestra de las venas auriculares. Evidentemente, encontrar la vena en esos bichos no tiene complicación ninguna, no engaño si digo que un venorro suyo era casi tan grande como la tubería de mi cuarto de baño. Nunca un paciente me lo había puesto tan fácil. Una vez acabábamos la entrenadora indicaba a Elly que debía elevarse y yo me apartaba bien lejos porque en el proceso podía girarse demasiado y atraparme debajo. Me despedía de mi macropaciente regalándole una docenita de zanahorias y me iba más feliz que una perdiz al laboratorio.

A estas alturas ya me sentía plenamente integrada en mi nuevo hábitat, pero aún me quedaban muchas cosas por descubrir....


 

martes, 30 de octubre de 2012

Manos de madre


Ya estoy de vuelta, pero con la cabeza aún en el espléndido fin de semana que he pasado rodeada de mis amigas. Estuve a punto de no poder ir porque Peque tenía décimas de fiebre y la logística se me complicó, pero al final todo cuadró y pude disfrutar de mis chicas. Hemos sido de lo más organizadas. Nos hemos tirado casi tres meses apuntando todo lo que teníamos que comprar y los menús para cada comida en un Excell y planeando el transporte en un Doodle (cosas de chicas, no cabe duda, diez tíos hubieran comprado veinte pizzas y andando cascarundio). Nuestra amiga M se curró una actividad estupenda para hacer jaboncitos caseros. El único inconveniente es que teníamos que salir al exterior para mezclar la sosa y el agua -lo cual desprende gases tóxicos- y la pobre a la que le tocaba quedarse dándole vueltas a la mezcla volvía hecha una estalactita caminante a casa. También han hecho yoga y meditación por las mañanas (de eso pasé porque he estado con un catarrazo impresionante y mis amigos los mocos y la tos no me hubieran permitido concentrarme...). Hemos paseado por el bosque, hemos ido a una feria de setas, hemos reído, compartido y disfrutado muchísimo. Total, ¿para cuándo la próxima? Gràcies nenes, us estimo!

Una de mis flamantes amigas, I, está embarazada y esperando mellizos, a los que hemos decidido bautizar como Milli Vanilli. Dentro de poquito los podremos achuchar. Siempre me emociona ir a dar la bienvenida a un nuevo bebé (¡en este caso dos!). Antes de ser madre, cuando iba al hospital para conocer a algún pequeñín y me ofrecían cogerlo en brazos, siempre me negaba. Me daba miedo cogerlo mal, o que se cayese o vete tú a saber qué. Con Peque ni se me pasó por la cabeza. Nunca dudé en cómo sostenerlo, no recuerdo ningún instante en que pensase: "¡Que se me escurre la cabeza!", o algo parecido. Supongo que el instinto predominó. Y pensé que después de tener a mi hijo pasaría a tener unas maravillosas "manos de madre" (como las de mi suegra, que además de cuatro hijos tiene once nietos...un master en toda regla). Pero no. El año pasado nació el niño de otra amiga y me sentí de lo más torpe acunándolo. La etapa de bebé de Peque ya comienza a quedar lejos. Cuando era un rorito de pocas semanas, su frágil cuerpecillo exigía una delicadeza en mis movimientos que no tiene nada que ver con las maniobras que hago hoy día, por ejemplo, para cambiarle el pañal. Ahora lo nuestro más bien parece un campeonato de lucha libre (y no siempre gano...). Darme cuenta de todo esto me hace sentir nostálgica por ese tiempo que ya no volverá, como cuando evocamos con nuestras amigas las fiestas de la universidad, los años locos...Pero es una morriña pasajera, imágenes que me vienen a la mente, piedras preciosas en forma de recuerdos que me gusta acariciar y atesorar, pero que simplemente forman parte del camino.

No puedo irme sin explicar que mi tremenda chiripa con los sorteos se ha extendido al ámbito familiar. La semana pasada nos dieron unos boletos en el súper y los premiados recibían productos gratis. A mitad de semana, abriendo los sobrecitos con Mr. X en la cocina de casa descubrimos que nos habían tocado unas magdalenas, unos rollos de papel de cocina y...¡un jamón! ¡Nos pusimos a dar saltitos de alegría en casa del subidón que nos dio! Pero lo mejor es que el sábado me llamó Mr. X y me dijo: "No te lo vas a creer...hemos ido al supermercado y nos ha tocado un paquete de galletas, un kilo de pasta y...¡otro jamón!". A Mr. X le da corte volver al súper, así que mañana me toca ir a buscar el regalito. Sí, ya lo sé, de hoy no pasa. Hoy sí que me compro el Euromillon.

jueves, 25 de octubre de 2012

Veinte años


Cuando era una pipiola preadolescente, cualquier ser humano de veinte años me parecía muuuuuy mayor. Pero mucho.

Ahora no sólo he pasado esa edad con creces, sino que este fin de semana me reúno con mis amiguitas para celebrar que hace veinte años que nos conocemos. Alucinante.

Hemos alquilado una casa rural entre todas y estaremos allí de viernes a domingo. Debo confesar que a pesar de apetecerme muchísimo el plan, me da penilla dejar a Peque. No hemos pasado más de una noche separados (y sólo en dos ocasiones), así que se me hace raro...Pero ahora que algunas de mis amigas viven lejos (vamos, que sin avión de por medio no les veo la jeta), conseguir quedar todas juntas es algo que no puedo perderme. Ni puedo, ni quiero, ¡claro!

Recuerdo que cuando de jovenzuela quedaba con mi grupillo, mi abuela siempre me explicaba que ella no había tenido amigas, que su mejor amigo era su marido y que no entendía que nosotras nos explicásemos cosas íntimas y que fuéramos tan importantes las unas para las otras. Yo no imagino mi vida sin ellas. Hay cosas que creo que sólo puede entender otra mujer...(aunque a Mr. X lo hemos "afeminao" a base de incluirlo en nuestras charlas -porque es el único chico que siempre se anima a quedar con nosotras-). Sea como sea, este finde es sólo para chicas. Vamos a charlar, darnos unos paseos si el tiempo lo permite, cocinar juntas, ¡e incluso hacer un taller de jabón y cremitas corporales!

Por todo esto, ya me despido hasta la semana que viene (esta semana os dejo sin "Aventuras en el zoo", jejeje...).

¡Ah! ¡Por cierto! No quiero marcharme sin dar las gracias otra vez a Papá Lobo y Chincha Rabincha  porque...¡he ganado su sorteo! Sí, ya lo sé, ¡tengo una flor en el culo para esto de los sorteos! (siempre me ha hecho muchísima gracia esta expresión). Hoy me compro el Euromillon...

¡Besos y buen finde!

martes, 23 de octubre de 2012

Novata

El otro día comentaba que estoy muy “crack”, que diría mi amiga E, no dejando para mañana lo que puedo hacer hoy. Y una de esas cosas ha sido apuntarme al gimnasio. Me daba un palo tremendo (por el esfuerzo físico y sobre todo por el económico), pero ha llegado un punto en el que ya no podía posponerlo.

Como ya he comentado más de una vez, tengo una escoliosis espantosa (chunga, chunga), y últimamente me quedo clavada cada mañana al intentar incorporarme de la cama. Tengo que hacer la croqueta para poder levantarme. Después ya estoy bien, pero ese primer momento es horroroso...

Y claro, teniendo la S que tengo por espalda, me veo de aquí a veinte años caminando con el cuerpo en diagonal toda retorcida...Mi médico de la espalda, empático como ninguno (modo irónico "on") me dijo que lo mío no tiene remedio, que ya puedo hacer deporte o ir a Lourdes, que lo único que podría salvarme es la cirugía. Y para que yo me meta en un quirófano y salga como Robocop del metal que me tendrían que meter en la columna tengo que estar muy, pero que muy jodida. Así que de momento he decidido pasarme las observaciones de mi querido médico por el forro y confiar en que el líquido elemento me proporcionará el alivio que mi body necesita. Es decir, que he decidido nadar.

Me he apuntado al gimnasio que está al lado de mi casa (menos de cinco minutos caminando), que es muy molón y municipal, con lo que una pensaría que debería salir bien de precio. Pero no, es caro de cojones (ups, este lenguaje mío, ya comienza a manifestarse en el blog...¡malo!). En fin, que he decidido invertir en salud, a ver qué tal va todo. Pago una cuota que me permite entrar de siete a nueve de la mañana, de una a cinco de la tarde y de nueve a once de la noche de lunes a viernes. Total, que solapando eso con mi jornada laboral y de cuidado de mi churumbel, se reduce a que para poder hacer todo lo demás tengo que ir de siete y media a ocho y media. Hay que joderse (lo siento, el próximo post seré buena y no diré tacos). Pero bueno, ya puestos, a mí lo que me joroba de levantarme por la mañana es que suene el despertador. Si suena a las ocho o a las siete ya me da bastante igual. Lo malo es que tengo que vestirme y desayunar en plan sigiloso para no despertar a mis hombres, que aún duermen a pierna suelta.

De momento ha sido todo un éxito, llevo una semana apuntada y he ido dos veces, que es lo que me propongo como media semanal.

El primer día fue muy bueno. Me presenté allí con toda la energía del mundo y la risueña recepcionista, al verme cara de novata porque no tenía ni pajolera idea de como acceder a la piscina me dejó en evidencia en un minuto: "¡Buenos días! Es la primera vez, ¿no?". Y yo: "Sí, ¡me apunté el miércoles!". Que se note el entusiasmo, sí señor. Y sigo: "Por cierto, ¿dónde están las toallas?". Y la chica me dice: "¿No has traído? No las damos nosotros...". Chascazo del quince. En el otro gimnasio en el que estuve apuntada hace mil años sí las daban...Pero claro, este es municipal. Te cascan el mismo sablazo a la cuenta corriente, pero sin toallas...La chica, muy comprensiva, me dijo que ellos alquilaban unas, pero tamaño toalla de manos (vaya tontería, ya puestos podrían ser tamaño XL). Por no volver a casa me quedé con una, pero claro, no llevaba pasta (había cogido lo justo para nadar), y la chica me dijo: "Pues necesitas un euro para la taquilla". Segundo chascazo. Menos mal que la muchacha era un sol y me prestó una monedita y la toalla de la Señorita Pepis...Y todavía hubo un tercer chascazo, porque tampoco dan jabón (estos municipales...). Me indicó el camino y lo demás fue bastante rodado. Sólo habían dos de los cinco carriles ocupados y pude nadar mientras veía por los enormes ventanales como salía el sol.
Para salir hice el panoli otra vez. Yo es que tengo complejo de novata. Debe ser eso, o sino no me lo explico...Pues eso, al salir, como el vestuario es algo laberíntico, di con una puerta que no me sonaba que fuese la que había usado para entrar (además ponía "Salida de emergencia"), y me puse a dar vueltas buscando otra. A la tercera vuelta ya vi que era esa porque no había otra (ya podría haber preguntado, pero me daba corte, tonterías mías). Como noté la mirada curiosa de algunas mujeres en mi circuito por el vestuario, puse expresión de estar buscando algo, como si me hubiese dejado un pendiente o que sé yo en algún lugar y no lo encontrase y por eso estuviese dando la vuelta al ruedo por la zona. Al final salí muy digna, como si en ningún momento de mi vida hubiese dudado que ésa era la salida.

Hoy ha sido el segundo día y ya he ido en plan veterana. Que yo ya sé que tengo que llevar toalla, ¿eh? Y que me he traído el euro, no te creas. Incluso jaboncito.

Lo que he aprendido hoy es la interacción con otros usuarios. El otro día estaba prácticamente sola, pero hoy al llegar estaban todos los carriles ocupados excepto el rápido. Me he metido en mi carril preferido (sí, sólo he ido una vez, pero ya tengo mi carril preferido, el de siempre, vamos) y había un hombre corpulento. Le he saludado con la cabeza y lo he animado a seguir, porque quería ver qué ritmo llevaba. Después de dos piscinas me he dado cuenta de mi error. Su volumen era tan grande que al coincidir en el trayecto, del agua que arrojaba a cada brazada yo me hundía por el tsunami que se me venía encima (es que yo nado de espaldas, que me han dicho que es mejor para lo mío). Total, que el hombre al cabo de dos minutos me dice: "Como el carril rápido está libre, me voy allí, ¿vale?". Y yo: "Vale". Que no sé a qué viene tanta explicación...Después, casi cuando me iba, ha venido una chica y me dice:"Compartimos el carril, ¿vale?". Y yo: "Vale". Pues eso, que se ve que no estoy nada puesta en el protocolo natatorio. Ya iré practicando.

Lo bueno de hoy es que había "Aquatono", es decir, sesión de meneo en el agua para un grupito de veinte abuelitas, y la musiquilla marchosa que han puesto ha hecho que cruzase la piscina a la velocidad del rayo. Bueno, todo lo rayo que puedo ser yo nadando de espaldas.

En fin, que ya no soy una novata.


lunes, 22 de octubre de 2012

Cavilando


Llevo unos días pensando, y pensando...En general me gusta pensar, me entretiene y a veces incluso pienso cosas interesantes. Pero en otras ocasiones entro en un círculo vicioso y deja de ser divertido. Ahora estoy un poco en ese plan, aunque como hoy está saliendo el sol y por fin se me ha ido la regla, intuyo que los aires de tristeza que me han invadido estos días pronto se evaporarán.
Un día leí que un maestro zen decía que para estar en paz y tranquilo hay que conseguir no pensar (igual ya lo he explicado alguna vez, porque me impresionó el tema). Yo he intentado poner en "off" la vocecilla interna que me acompaña, pero es misión imposible. O sea que debo estar muy lejos de alcanzar el nirvana. Además, como ya he dicho, a mi me mola pensar. Creo que así un día tendré una idea maravillosa que me hará la vida más fácil (quien no se consuela...).

¿Y qué pienso? Pues un poco de todo. Últimamente le doy mucho al tema curro. Sin agobios, pero tratando de concretar qué quiero hacer con mi vida laboral (o más bien, dadas las circunstancias, qué puedo hacer). Como sé que de un día a otro me van a reducir horas, ergo sueldo, ergo ya me puedo buscar algo o no llego a fin de mes, se impone buscar alternativas. No voy a entrar en detalles porque es todo muy rollo pez que se come la cola y eso es lo que me cabrea, que no veo por dónde carajo cortarle la cola al puñetero pez.

También estoy algo nostálgica al ver lo rápido que crece Peque. Un clásico maternal donde los haya. Pero es que a medida que pasa el tiempo, más se acelera todo. Y me da pena, para qué negarlo. Si juntamos esto con el tema del curro, pues ya tenemos la mezcla explosiva: la conciliación. Caca de la vaca. A mí me gusta trabajar, me gusta pasar unas horas fuera de casa y desconectar un poco del mundo "madre". Pero al mismo tiempo me doy cuenta de que si no necesitase ganar dinero, no me importaría nada aparcar mi carrera y dedicarme a criar a mi hijo. Sé que necesitaría algunas horillas para mí al día, pero el resto del tiempo lo invertiría gustosa en ver crecer a Peque y acompañarlo en la aventura. Dicen que hay niños con mamitis...pues yo tengo Pequeñitis, qué le vamos a hacer...

En fin, ha quedado todo un poco taciturno, pero sigo sintiéndome feliz. Además, he descubierto que llevo un tiempo de lo más resolutiva. Siempre he sido de las de aparcar la faena para el día siguiente, y últimamente me lo quito todo de encima de un plumazo. Básicamente, porque me pesa más saber que tengo algo pendiente por hacer, que hacerlo (treinta y cinco años para llegar a esta conclusión...¡cuando mi madre ya me lo decía con cinco!). Así estoy liquidando muchos temas que tenía pendientes, y es un gustazo.

Espero que próximamente mi mente tenga a bien transitar por derroteros más lúdico-festivos. Más que nada, porque como ya decía mi madre, hay que ocuparse, no preocuparse. Y no quiero que pasen otros treinta años para darme cuenta de que tenía razón.

¡Feliz semana!

miércoles, 17 de octubre de 2012

Aventuras en el zoo: Me pareció ver un lindo gatito

El camino hacia el zoo era el ideal para empezar el día de buen humor: un trayecto de casi tres kilómetros de distancia por un carril para bicis que bordeaba el Mississippi . Durante el recorrido habían dos garitas custodiadas por agentes de seguridad que controlaban el paso de coches desde la carretera paralela a mi camino hasta las empresas que habían a orillas del río. Los guardas me saludaban, y se convirtieron en una especie de simpáticos compañeros de viaje.

P., la chica que me precedió en la estancia, me acompañó los primeros días para hacerme de cicerone. Antes de entrar me dijo: "Sobre todo, has de ser muuuuy educada, saluda siempre a todo el mundo con un "buenos días", da las gracias y ofrécete a ayudar cada vez que surja la oportunidad...y despídete adecuadamente de cada una de las personas con las que te cruces". A mí en casa ya se me ha enseñado a ser correcta en las formas, pero pronto me di cuenta de lo que quería decir P. En mi tierra, cuando ya entras en una rutina y conoces a la gente, te olvidas un poco de los formalismos, y allí eso no estaba bien visto. Al principio me resultó un tanto empalagoso, pero acabé cogiéndole el gusto.

Ese mismo día me presentaron a la Dra. E, la otra veterinaria del zoo, y con la que más tiempo tendría que pasar. Hablaba a toda mecha, y entendía la mitad de lo que decía (yo entraba en estrés absoluto cuando estaba con ella: pupilas dilatadas, cerebro echando humo y concentración a tope para no meter demasiado la gamba). Sólo me llevaba unos años y se notaba que era seria y formal, pero llegamos a llevarnos bien. Ella me enseñó el hospital. Y el hospital...Madre mía, nunca he visto nada igual. Unas instalaciones impresionantes: sala de curas tamaño XXL para poder atender desde un colibrí hasta un gorila (con grúa en el techo incluida para poder cargar animales pesados y anestesiados), quirófano último modelo con todo el equipamiento que uno pueda soñar, jaulas de hospitalización de todos los tamaños, laboratorio... En fin, una pasada. Las puertas poseían un sistema de seguridad y yo tenía que llevar una llavecita conmigo para poder desplazarme de un lado a otro.

La Dra. E me dio una hoja y me explicó que cada mañana tendría una copia para mí con el trabajo de la jornada. Ese día, nuestro primer paciente sería "Tom". Me acompañaron a buscar el uniforme y la identificación y me citaron en el hospital una vez estuviese lista. Y yo preguntándome...: "¿Quién será Tom?" Pues mi primer amiguito en el zoo fue un calao precioso. Lamentablemente, tenía un tumor agresivo en el pico (un carcinoma de células escamosas, para más señas), tumor que sufren muchos individuos de su especie, probablemente por efecto de las radiaciones solares. Él era uno de los pocos que estaba sobrellevando el tratamiento como un jabato. Por esa razón pusieron mucho empeño en salvarlo y conocer cuál era el mejor tratamiento para el cáncer que sufría (además el calao es una especie muy amenazada). Tom era un pajaroto enorme y de muy buen carácter. Le hicimos un chequeo completo porque al día siguiente lo operaban en la facultad de veterinaria de Baton Rouge. Yo estaba invitada a la cirugía y el Dr. B me explicó que nosotros llevaríamos una prótesis de titanio cedida desinteresadamente por el Hospital de Niños de Nueva Orleans para poder reconstruirle el pico, que se estaba fracturando por el cáncer.

La experiencia en Baton Rouge fue apasionante. Un hospital con todas las letras (vamos, que en la sala de emergencias habría esperado darme de morros con George Clooney en cualquier esquina si no hubiese sido porque allí se trataban bichos y no personas...). Lo mejor era que al ser veterinaria la gente me trataba con un respeto enorme. En EEUU, estudiar para ser médico de bichos es tan sumamente difícil que te consideran una especie de eminencia (eso sí, yo miraba con expresión circunspecta y no abría la boca para no delatar mi ignorancia sobre muchas de las cosas que hablaban). Esos viajecillos con el Dr. B fueron de los más entretenidos. Él se encargó de proporcionarme información curiosa y variopinta. Me explicó que Baton Rouge recibía ese nombre por los bastones rojos con calaveras que los indios ponían a lo largo del río Mississippi para alertar a los europeos que estaban allí colonizando a sus anchas de que su presencia era non grata. En esa misma conversación se dedicó a detallarme lo entrañable de la flora y fauna de la zona en la que iba a vivir. Me alertó de la picadura de los mosquitos tigre (en aquel entonces por aquí no había ni uno, ahora son como de la familia, los muy cabritos), pero no tanto por el picotazo en sí como por la enfermedad que podían transmitir: el virus del Nilo occidental (qué nombre más majo). El Dr. B es de esas personas a las que les encanta alarmar en medio de unas risas (póngasele acento mejicano): "Vete con cuidadito con el pinche mosquito, ¿oíste?, puede ser que no te pase nada, pero si te duele la cabeza y te mueves raro, vete rápido al médico, jajajaja...". Y yo acojoná perdía, no te jode...Después de eso me soltó: "¡Ah! Y también has de evitar las arañas, aquí hay una chiquita y chingona que si te pica la mano te gangrena medio brazo, así que no me vayas abriendo cajones y metas la mano sin mirar, ¿ok?". Qué maravilla vivir en medio de la puñetera jungla, oye.

El resto de la semana me dediqué a acompañar a la Dra. E en exploraciones de rutina en animales sanos. Se les entrenaba para quedarse quietos durante el examen veterinario, ofrecer su mano, soportar pinchazos...Así, el día que se encontraban mal era más sencillo poder atenderles. Los orangutanes eran los más divertidos, estaban aprendiendo a silbar y yo me partía de risa con ellos. Los gorilas eran más farruquitos y la primera vez que fui no me dejaron entrar porque el macho espalda plateada se pudo gamberro al verme (no le gustaba la gente nueva...). Y un gorila cabreado da mucho, pero que mucho yuyu. Yo me enamoré de una lémur preciosa, blanca y negra, llamada Stella, que nos miraba pícara y curiosa mientras entrábamos en su recinto y que siempre estaba encantada de colaborar. Un amor de animal.

El último día de la semana, la Dra E me dijo que la tenía que acompañar a no sé dónde (sólo entendí algo de una fractura). Puse cara de póquer y muy dispuesta me lancé a recoger el maletín de curas y me subí al cochecito (nos desplazábamos por el zoo con uno de esos vehículos que llevan los que juegan a golf). Llegamos al recinto y no lo identifiqué. Cuando vas por un zoo como visitante tienes tus cartelitos monos con dibujos de jirafas, hipopótamos, etc., pero circulando por el backstage sólo supe orientarme con el tiempo. Total, que llegamos, la Dra. E saludó a la cuidadora y entró en la sala hablando relajadamente con la otra mujer. Yo las seguí chino chano y al cruzar la puerta casi me da un pasmo ahí mismo. A un metro y medio tenía a un colosal tigre blanco que se puso a rugir al verme entrar. Me arrapé a la pared que tenía a mi espalda y me quedé petrificada viendo los dientecitos del minino. La reja que nos separaba se me antojaba del todo escuálida, como de juguete, y no podía entender que esas dos mujeres estuvieran de palique mientras el primo hermano del león de la Metro me alborotaba el pelo con sus bramidos.

Distraídamente, la cuidadora sacó de una bolsa tres conejos (muertos, of course) y se los lanzó por una trampilla al macrogato, que los devoró en un segundo. El ruido que hizo aquel bicho al "saludarme" es de los que se recuerdan toda la vida. Profundo, cavernoso...acojonante. Caminé unos pasos para romper el hechizo de los ojos del tigre y me di de bruces con la jaula del jaguar negro. Qué bonito día para morir de un soponcio...

¿Y la fractura? Pues una de las crías de leopardo, que se había roto una pata hacía tiempo e íbamos a ver cómo seguía. Lo miramos desde fuera y parecía que andaba bastante bien, así que no fue necesario intervenir de ninguna manera.

Desde luego, trabajar en un zoo no es aburrido.

lunes, 15 de octubre de 2012

Recién horneaditos


No sé qué ocurre últimamente, ¡pero no dejo de recibir premios por todas partes! Me siento agradecidísima con todas vosotras, me sigue emocionando como el primer día que penséis en mí para repartir uno de estos galardones cibernéticos, pero no puedo dejar de estar de acuerdo con Matt en que hemos caído en un bucle y no dejamos de premiarnos con los mismas medallas unas a otras, rollo día de la marmota, jejeje...Yo propongo que las penitencias sean un pelín más lights -sobre todo para no saturaros con otro Neverending Post-  y que la lista de blogs a los que repartir también sea un algo más comedida (dos o tres en vez de quince, por ejemplo).

Bueno, dicho esto, hago una lista de los que me han llegado repes. No me gusta dejar de dar las gracias, manías que tiene una, así que...

Gracias a Netzi de Mi vida desde hoy  y a Lady Cobijo, de Desde mi rincón del mundo , por...









Gracias a Mama colibrí por...                            


Gracias a Amagic mother por...                                           





Gracias a Inma de Mi cucolinet por...   




Por último, Irene de Mis tortuguitas me pasa ¡dos premios que no tengo! ¡Muchas gracias! El primero es el "premio pirata" (aunque la temática filibustera no se la veo yo por ninguna parte...):




Ahora, adivinad la penitencia...¡Contar siete cosas sobre mí! Jajajaja...Me da la risa floja porque francamente, mi sección de peculiaridades se está haciendo eterna, tengo que vivir unos cinco añitos más para cargar reservas-barra-anécdotas. Pero venga, yo sigo intentándolo...

1. La música me da la vida. No le hago ascos a casi nada. Ahora mismo suena David Guetta  (selección musical bailonga que me ha pasado una de las nenas de Mr.X).

2. Donde se ponga una Voll Damm que se quite cualquier otra birra.

3. Aunque me refiero a Mr. X a veces como mi marido, aún no hemos formalizado nuestra relación. Estoy tratando de convencerlo para celebrar un fiestón después de que Trax me emocione con el relato de sus aventuras prenupciales, pero de momento no me hace mucho caso...

4. Si me cuesta conciliar el sueño me gusta imaginar que soy un águila y surco los cielos a toda velocidad.

5. Mr. X dice que soy levemente estrábica, yo no acabo de estar convencida (más defectos no, ¡por favor!).

6. Un sueño: nadar al lado de una ballena mastodóntica.

7. Si algún día tengo espacio, me compraré un torno de cerámica. Tiene que ser de lo más relajante.


Debería pasar el premio a cinco blogs, pero inspirada por Matt, voy a dejar que cualquiera que quiera tener la botellita pirata en casa, se sirva y se la adjudique. Es que últimamente he recirculado tantos premios que me vais a dejar de leer, que yo lo sé...;)

El segundo premio es este:

Y las normas son:

1. Indicar de qué blog partió el premio.

¡Hecho!


2. Los blogs que recojan el premio y quieran ser unidos a "BLOGS FUNDIDOS" deben pasar por el blog de origen (http://podemos-juntos.blogspot.com.es/) para ser apuntados en la lista de amigos fundidos, para ello tendrán que hacerse seguidores y dejar un comentario con la dirección de su blog.

A la que pueda me paso y cotilleo.

3. Se contestarán las preguntas que componen la palabra FÚNDETE.

4. Al pasar el premio a otro blog, se crearan unas nuevas preguntas con la palabra FÚNDETE.


Vale, las preguntas de Irene son...

Fin de semana perfecto...Pues tengo a la vista un par de ellos, uno con mis amiguitas blogueras y otros con mis amiguitas de toa la vida.

Una compañía perfecta...Mi familia y mis amigos (mascotas inclusive).

No toleras...Los gritos.

Disfraz perfecto...Tengo uno de Morticia Addams que me hizo mi abuela que es lo más.

Escribe como te gustaría llamarte...Pues he acabado queriendo mucho a mi nombre. Me quedo con él.

Tómate un refresco... ¿Cuál? Como dice Peque, Cocola.

Empieza un sueño... Me toca un pellizquito y monto una empresa que dé trabajo conciliador de verdad a muchas mamis y papis (empezando por la menda).



Ahora me toca a mí preguntar:

¿Firmas con garabato o se distingue tu nombre?

Un nombre de perro que te guste.

¿Nadas con gracilidad o eres del tipo floto-como-puedo?

¿Das la mano con firmeza o con fragilidad?

¿Eres supersticioso?

¿Te gusta el riesgo?

¿El mejor fin de año de tu vida fue...?



Y para ser coherente con lo que he ido diciendo, sólo el paso el premio a un blog (hala, se nota que ya estoy cansaica, jejeje). Se lo paso a...:


Amagic mother


Es uno de los últimos blogs de los que me he hecho seguidora y me parece una madre muy divertida con ganas de disfrutar de la vida. Eso merece un premio ;)



¡Feliz semana!

viernes, 12 de octubre de 2012

I love Balwadis


Vi esta iniciativa en el blog Siempre positiv@ (el que escribe la alpaca más cibernética del planeta), y no he podido resistirme a compartirlo y adherirme a la propuesta que nos hacen.


Podéis encontrar toda la información aquí y aquí. Básicamente, se trata de una campaña para financiar la educación de los niños y niñas que atienden a un balwadi (centro de educación preescolar en la India) durante un año. En concreto, el balwadi Tiger, que trabaja con la ONG Sonrisas de Bombay.


¿Qué hay que hacer? Pues muy facilito:


1. Explicar en un post por qué te unes a la iniciativa.

Tal y como describen en la página a la que os remito, la alternativa a la escolarización para estos pequeños es el trabajo (incluso antes de los seis años). Si con esta entrada puedo colaborar a que algunos niños se salven de ese destino me sentiré tremendamente feliz. Ser madre me ha hecho mucho más empática con el sufrimiento de las criaturas. Y un niño no debe trabajar. Debe estar con otros niños, jugar, ser feliz y descubrir el mundo.


2. Colocar el sello en el blog.

Ya veréis que es muy sencillo, yo ya lo he hecho.


3. Notificarlo a la web organizadora de la campaña.

¡Hecho!


Con 200 sellos conseguiremos el objetivo. ¡Animaos!

miércoles, 10 de octubre de 2012

Vamos a tu casa


Soy feliz. Sí, lo digo así, con todas sus letras, sin condicionamientos. Hay crisis, sí. Mi trabajo peligra, sí. Aún no me han dicho nada de la entrevista que hice (y no tengo muchas esperanzas puestas en ello), cierto. Mi economía no está nada boyante...pues como la mayoría de gente hoy día. Hace meses que no ceno fuera de casa, no puedo planear viajes con mi familia, no me compro ropa...Pero soy feliz. Porque tengo lo más importante. Eso no significa que sea una inconsciente y que no quiera luchar por un futuro mejor, pero estoy harta de que con tanta negatividad uno sólo pueda hablar de lo mal que van las cosas.

Hoy, casi dos años y medio después de que naciera mi Peque, sigo alucinando con mi niño. Tan rubio a pesar de que su madre sea bien morena, de ojos arrebatadores, divertido, cariñoso (y también cabezota, gritón y mandón). Miro a mi hijo y se me alegra el alma, a pesar de los pesares. Y miro a Mr. X, y se me alegra doblemente.

Hay muchas cosas que van bien en mi mundo. Por ejemplo, Peque ya no se queda llorando en la escuela, y eso me relaja muchísimo. Ha costado, bastante más que el año pasado. Al principio me quedé algo chafada con la profe que le ha tocado este año, no la conocía mucho y no sentí con ella la conexión que tuve con la maestra del curso pasado. Y ver a Peque llorar a diario y tirar de mí para volver a casa no ayudaba. Mr. X me decía: "Pues a mí me parece muy maja, dale tiempo, es que ha de atender a muchos niños". Es verdad, en la clase de Peque del año pasado eran diez, y ahora son veinte. Los días han dado la razón a Mr. X y cada vez me siento más a gusto con la profe. La veo cariñosa...¡y desbordada con tanto crío! Muchas veces me encantaría quedarme a jugar con ellos y echarle una mano. Nota mental: en la próxima vida, curraré con niños. Hay una nena que me encanta, siempre viene a hacerme peinados y yo le digo a Peque: "¿Ves, cariño? ¡A mami le gusta que la peinen!" (es cierto, me pirra que me toquen la cabeza), pero él a lo sumo se dedica a pasear sus motos por mi cuero cabelludo, no le pidas más. Como decía, esta semana Peque no ha llorado ningún día al dejarlo, se queda tranquilo jugando con sus compañeros. ¡Bien!

Más cosas buenas: este rubiales que tengo por hijo habla muchísimo, y me hipnotiza meterme en su mundo y ver la cosas a través de su prisma. Está claro que a la que pueda me pedirá una moto, porque cada vez que ve pasar a algún motorista, se queda quieto en la calle, lo ve marcharse y me dice: "Mamiii, ¡se va!". Y yo le pregunto: "¿A dónde?". Y él siempre me contesta: "A tu casa". El tema de los posesivos no lo domina. Si nos encontramos a niños de su cole durante un paseo, ellos van "a tu casa". Si nos despedimos de algún amigo, se va "a tu casa". Y así hasta todo el día. Le he insistido en el "tu", "su", etc. Pero el concepto no cuaja, qué le vamos a hacer. Cualquier día llego a casa y me encuentro al motero, los vecinos, el barrendero, veinte niños...

Por último, tengo que dejar constancia de que Peque está irremediablemente abocado a hablar igual de mal que su madre. Lo he dicho muchas veces, hablo fatal y Peque lo pilla. Yo pensaba que últimamente me estaba reconduciendo, pero ayer me quedó claro que nanai de la china. Estábamos cenando y a Peque se le escapó un trozo de comida que fue a parar al suelo. Crispó los puñitos, me miró furibundo y soltó: "¡¡Mecagoentó!!!". No tengo remedio...

Como no creo que mañana escriba, aprovecho para desearos un feliz fin de semana largo. ¡Y sed muy felices!

martes, 9 de octubre de 2012

Aventuras en el zoo: Volando voy

No me gusta viajar en avión. Siempre pienso que estoy a no sé cuantos miles de metros de altura del suelo en una mole de metal, y eso me pone nerviosa. Pero bueno, lo manejo como puedo y tampoco soy de montar pollos. El día que emprendí mi viaje a Nueva Orleans tenía que coger tres vuelos seguidos: Barcelona-Madrid, Madrid-Miami y Miami-Nueva Orleans. No quieres caldo: tres tazas.

Para poder viajar con un mínimo de comodidad mental decidí sedarme adecuadamente (nada del otro mundo, una Valeriana por aquí, un cachito de Valium por allá...). El primer vuelo fue tranquilo. El segundo, más o menos...Cuando faltaba poco para aterrizar en Miami pillamos turbulencias. No sé si sería por el Valium -fijo que sí-, pero me lo tomé con mucha serenidad, incluso cuando de un bajonazo del avión mi Coca-Cola quedó suspendida en el aire para emprender su propio vuelo hacia quién sabe dónde (lo vi a cámara lenta, aquí sí que se me notaba el colocón). Pero llegamos.

En Miami tuve que pasar la famosa aduana de los EEUU, que no sé que tendrán los que trabajan allí, pero te miran de una manera que te da la sensación de que eres el primero de la lista de "Los más buscados". Por lo menos en Miami no sufrí mucho con el idioma, casi todos me hablaban en español...El aduanero me miró con cara de pocos amigos -coñas las justas- y me preguntó para qué viajaba a los Estados Unidos, cuánto tiempo estaría...blablabla (para eso me podría haber ahorrado rellenar la tarjetita verde que me dieron en el avión cuestionándome si pretendía entrar droga en el país o si era una terrorista).

El aeropuerto de Miami me pareció un caos, con un funcionamiento totalmente distinto a los pocos auropuertos que había pisado hasta entonces. Cargando tres maletoncios y preguntando mil veces las cosas, logré llegar a mi siguiente enlace. Aquí el Valium ya había hecho su feliz viaje hasta mi vejiga y más allá, así que no me quedaba nada en vena...Subí al último avión y comencé a mirar a la gente. Me preguntaba si tenían pinta de ir a morir brevemente en un accidente aéreo, y concluí que no. Eso me dejo más tranquila (qué pasa, cada uno tiene sus métodos para encontrar la paz espiritual...).
Muchas horas después de haber empezado mi viaje, por fin divisaba el delta del Mississipi.

En el aeropuerto me esperaba el Dr. B, que nada más llegar me avasalló con información sobre lo que iba a tener que hacer los próximos días (así es él, habla y piensa como una ametralladora...). Pero no podía retener nada, su voz me llegaba desde un lugar muy recóndito mientras yo, sentada ya en el coche y cruzando la ciudad, iba observando los curiosos colores del atardecer; los pájaros, tan diferentes a los de mi tierra; los coches, enormes y pulidísimos, las casas...Todo me parecía distinto y excitante. Debo decir que siempre me he sentido muy atraída por los Estados Unidos como país (a pesar de pensar que como en mi casa no se vive en ningún lado). No sé si será porque he tragado mucha peli americana. Tanto ver toda esa vida en el cine, y ahora estaba en medio del meollo.

El Dr. B me llevó a la casa de C., la trabajadora del zoo que me alquiló una habitación. Era una mujer entrañable, pero sumamente esperpéntica. En esa época estaba flipada por las mariposas monarca. Tenía la casa llena de urnas con capullos y ejemplares que después liberaba. Además, era una de esas personas a las que el orden le da tres patadas, con lo que tuve que acostumbrarme a vivir en el caos (y la mierda, porque la pobre mujer tenía alergia a la escoba).

Llegué a Nueva Orleans en fin de semana, así que tuve un par de días para adaptarme al cambio y aguantar el jet lag. Por suerte coincidí los primeros días con una bióloga que había hecho la estancia antes que yo, y P., que así se llamaba, me explicó dónde comprar, cómo moverme por la ciudad y cómo relacionarme con la gente del zoo. La casa de C. era preciosa. La típica casita sureña de una planta y algo destartalada, con su porche y su mecedora. Mi habitación era enorme, con un ventilador de aspas en el techo y un cuarto de baño cagadito al de Psicosis.

Esos primeros días cierta dosis de nostalgia me invadió e intenté sobrellevarlo explorando el entorno. Me dieron una bicicleta y anduve arriba y abajo conociendo la zona. Esa bicicleta me proporcionó grandes momentos de gloria. Mira que llego a ser patosa con ciertas cosas...Y la bici es una de ellas. El suelo de mi barrio era muy irregular, llego de grietas y baches. Y eso no ayuda. Si un coche pretendía circular a mi lado yo tenía que pararme, porque era sí o sí que me lo comía. La gente me miraba raro cuando veía las filigranas que hacía para poder desplazarme. En fin...Por suerte el paseo valía la pena. La vegetación exuberante lo inundaba todo, los árboles crecían retorcidos y tupidos y las ardillas aparecían por cualquier rincón. Lo que me tenía loca era el puñetero Mississippi. Su recorrido en la ciudad es sinuoso y así no había quien se orientase. Me volvía majara para saber cómo volver a casa.

Al final, superé mis primeras cuarenta y ocho horas en los "lluesei" con un notable alto y me preparé para mi primer día en el zoo...

domingo, 7 de octubre de 2012

Sin dormirse en los laureles


Eso me decía siempre mi abuela cuando sacaba buenas notas: "Está muy bien preciosa, pero no te duermas en los laureles". Como he recibido sobredosis de premios estos días, eso es lo primero que me ha venido a la cabeza al verme tan laureada...Pero vamos a lo que vamos, oséase, a la presentación en sociedad de mis últimos galardones...


Elena, de Aventuras desde Dublin , me pasa el premio más loco de la blogosfera:
 
 
 
 


A Elena la sigo hace poquito, pero sus peripecias en la verde Irlanda me acercan a un país que siempre me ha parecido hermoso y mágico, y eso es todo un privilegio (así que ya sabéis, ¡a pegarse un garbeo por su blog!). ¡Muchas gracias Elena!
Como ya lo recibí y pasé en su día, no lo recirculo.



Yo misma, de Tres amores y un millón de aficiones me pasa la maravillosa cestita que creó Carmen. Creo que es la tercera vez que me llega (sí, soy una afortunada, ¡lo sé!), pero aún así me encanta volver a poner su imagen:
 
¡Mil gracias Yo misma! Os recomiendo que os paséis por su blog, tiene en marcha un concurso de lo más sanote, aunque aquí la menda no se lo está currando mucho por participar, ejem..(no sigáis mi ejemplo, ¡a pensar recetas sabrosonas!).
 

Matt, de Blogueando de mi vida, me pasa ¡dos premios a las vez! ¡Muchísimas gracias! Matt me engancha, entre otras muchas cosas, por su forma de escribir -siempre se lo digo- y allí me siento muy a gustito (seréis bien recibidos, así que hacedle una visita de mi parte...). Uno de los premios que me otorga ya lo tenía, es este:

 
 

Me salto la penitencia por ser repe, que sino me vais a odiar por ofreceros otro post interminable. El segundo premio es el siguiente:





Pero es que resulta que no sólo me lo ha condedido Matt; Drew, de Viviendo en mi nube azul también ha pensado en servidora para tan gran honor. ¡Miles de gracias guapetona! Mi sister está de cumpleaños, ¡así que espero que ya os hayáis pasado por su nube para felicitarla!


Las normas del premio son las siguientes:

1) Agradecer al blog que te lo ha dado.

2) Compartir siete cosas sobre ti para que tus seguidores te conozcan un poco mejor.

3) Repartir el premio a otros 15 blogs que sigas habitualmente y enlazarlos.

4) Comentar en los blogs premiados para comunicarles que han recibido este premio.

 
Ya os lo he dicho antes, pero...¡many thanks, Matt y Drew!

Siete cosas sobre mí...Ya no sé qué contar...(menos mal que son sólo siete y no treinta...aunque todo llegará, tiempo al tiempo...):

 
1. De adolescente escribía cuentos romanticones por encargo a mis amigas (ellas me decían cuál era el objeto de su deseo y yo me ponía manos a la obra, recuerdo uno en especial con Kurt Russell como prota).

2. Últimamente "he salido un poco del amario" con respecto al blog. Le he explicado a más gente de mi círculo de amigos que lo escribo (aunque sigo sin querer perder del todo el anonimato, así me siento más cómoda).

3. El otro día, enseñándole a Peque papeles y fotos viejas, encontré un acertijo que en teoría inventó Einstein. Por lo visto dijo que sólo un 2% de la población lo sabría resolver. Yo en su día me piqué y me puse a buscar la solución y di con ella. Debo decir que no soy ninguna superdotada. Desde mi punto de vista no es más que una especie de Sudoku, pero con palabras en vez de números (o sea, un mero juego de lógica). Sólo se trata de paciencia, y de eso ando bien servida. Al encontrar el papel me pregunté si sería capaz de repetir la hazaña, y sí, no he perdido mis facultades (de lo cual me alegro enormemente). Si tenéis ganas de darle al coco, aquí encontraréis el acertijo. 

4. Sueño con cierta regularidad que puedo volar. Son sueños muy vívidos, y "sé" perfectamente lo que se siente al elevarse del suelo. En la mayoría de ocasiones el único truco (según mi onírica mente) está en la respiración.

5. Creo que "Grease" es la película que he visto en más ocasiones (¿cuarenta?, ¿cincuenta veces?).

6. No tengo ni pajolera idea de mecanografía, pero aún así escribo bastante rápido en el teclado.

7. En la próxima jornada de Bloggers and Family, voy a alojar a dos estupendísimas blogueras en mi casa, ¡y ya tengo muchas ganas de que llegue el día!



Aquí van mis ojomeneados (¡quince nada menos!):

1. Carmen de La Gallina Pintadita.

2. Inma de Mi Cucolinet.

3. Madi de Entre apuntes y pañales.

4. Alpaca de Siempre positiv@.

5. Princesa Fol de Historias de un príncipe y cuatro princesas.

6. Irene de Mis tortuguitas.

7. Suu de Construyendo una familia.

8. La madre novata de 39 semanas y.

9. Colo de Buceando en mí.

10. Batallitas de mamá.

11. Mamá de Parrulin y Xoubiña.

12. Rocío de De lluvias y paraguas.

13. Madre desesperada de Blog de una madre desesperada.

14. London de La maternidad by London.

15. Teresavet de Etología Familiar.
 
Por último, me han vuelto a conceder el premio "Maestro Yoda" (es genial la fotito):






La artífice de ello no es otra que nuestra querida Álter, de Plagiando a mi álter ego.
¡Muchas gracias, Álter! (la conocéis, ¿verdad?, es la que nos destripa los anuncios pesadillescos, acepta sugerencias temáticas para sus entradas y tiene como coautor del blog a su gato...).

No voy a pasar el premio de nuevo, pero Álter nos ha hecho unas preguntas muy canallas que voy a tratar de responder:



1) ¿Quiénes somos?

Un curioso tejido de átomos.


2) ¿De dónde venimos?

Los demás no sé, yo ahora mismo vengo de la habitación donde duermen tranquilamente Peque y Mr. X.


3) ¿A dónde vamos?

Pues eso, lo de extrapolar a toda la humanidad lo veo chungo. Yo dentro de nada me voy a preparar el desayuno de mi pequeño hombrecito.

 
4) ¿Hay vida después de la muerte?

Vida como la entendemos a este lado, no. "Existencia" de alguna otra manera, me gusta pensar que sí.


5) ¿Existe la reencarnación?

Ya me gustaría a mí saberlo (por si acaso me voy preparando la próxima vida siendo muy buena en esta, al menos que en alguna existencia me toque la lotería, pofavó).

 
6) ¿Volverá a subir el transporte público?

Tengo un momento de clarividencia: sí.


7) Si pudieras inventar un sabor de helado, ¿cuál sería?

El sabor mutante. Que tú empiezas queriendo helado de fresa, pero al cabo de un rato ya estás hasta el gorro y te apetece de plátano. Pues nada, el sabor mutante se adapta a tus caprichos a cada lametón.


8) ¿Qué prohibirías por ley?

Algo que ya dije una vez que me saca de quicio: el borderío gratuito.

 
9) ¿Te gusta conducir?

No, es una de mis asignaturas pendientes, superar el canguelis de coger el coche.

 
10) ¿Qué te gusta más del lugar en el que vives? (puede ser la ciudad, el país o tu casa, al gusto)

De mi casa, el rincón al lado de la ventana (lo disfruto poco, pero me llena de buen rollo); de mi barrio, la tranquilidad y de mi ciudad, poder ver el mar a diario.

 
11) ¿Te parezco una cabrona por las pregunticas que he formulado? No mientas…

Pues sí (¡me lo has puesto a huevo!). Pero con amor, ¿eh?
 
 
 
 
Et voilà. ¡Feliz Domingo!

 

                       
 

jueves, 4 de octubre de 2012

Verde que te quiero verde


Ayer, por un mal alineamiento planetario, no me iba nada bien ir al súper a comprar. Sólo me faltaban un par de cosas y Mr. X se ofreció a ir él a por el avituallamiento. Tenía mis reticencias, pero opté por darle un voto de confianza. En general prefiero ir yo, porque me ciño a la lista (con lo que evito comprar guarradillas hipercalóricas varias y gastarme más euros de los planeados) y porque así me aseguro de que compro exactamente lo que quiero. Mi lista decía claramente: bróquil y gazpacho. Peque lleva unos días con bastante estreñimiento, y he decidido incluir más verdura en su dieta (como a mí no me mola mucho, no me lo curro como debería, mala madre, más que mala madre). Antes de irme a currar, instruí -inútilmente- a Mr. X con detenimiento en los misterios de la horticultura ("bróquil, mi amor, no brócoli, ¿eh?") para que no se me equivocase de vegetal.

A media mañana Mr. X me envía un mensaje: "Me he olvidado del gazpacho". Genial, lo envío a por dos cosas, y se olvida una. Es que...(bueno, vale, va, admito que en general es bastante apañao, pobrecito mío). Al llegar al mediodía a casa, abrí la nevera con curiosidad y...¿qué me encontré? Un hermoso y verdote brócoli. Vale, que el bróquil y él son primos hermanos, pero es que a mí el brócoli no me gusta. Y ayer Peque y yo cenábamos juntos, así que mi plan era comer lo mismo.

Nota aclaratoria (que sé que más de uno se confunde). Bróquil:

Brócoli:



                                                   



Hice de tripas corazón y decidí cocinar mi estupendo brócoli de la forma más apetitosa posible. Mientras lo limpiaba vi una cosita diminuta entre sus ramas, la rasqué con el cuchillo preguntándome :"¿Es? ¿No es?" y sí, era un gusanito (lamentablemente cercenado por mi exploración cuchillo en mano). Qué asquito...Si ya tenía pocas ganas de comérmelo, mi apetencia por la verdura en cuestión descendió bajo cero. "Bueno -me decía- no tienen porqué haber más habitantes, lo voy a limpiar y cocinar bien y listos". Pero aquello hacía chup-chup en el cazo y la imagen del gusanito mutilado me taladraba la sesera. Guardé el resto de brócoli en la nevera y vi que otro invertebrado amigo pululaba por la pared de mi frigorífico. Y pensé: "A ver, Peque aún no sabe lo que es un gusano en la comida, si lo encuentra igual ni lo identifica...y si se lo come, son proteínas al fin y al cabo...Decidido, el brócoli pal niño". Una vez cocido le hice la autopsia para asegurarme de que no tenías más polizontes y lo preparé salteado con mantequilla y orégano (mira, Yo misma, ya tienes tu receta, jajaja).
Pero no hubo éxito en la gesta. Peque se comió el pescadito a la plancha, pinchó un cacho verdura, lo escupió y me dijo: "Qué asco…¡come mamá!". Claro y meridiano, este niño ha salido a su madre. Y yo, para dar un magnífico ejemplo a mi vástago le dije: "Sí, cariño, luego se lo come mami", mientras esperaba un despiste de mi churumbel para correr a la cocina y deshacerme del cuerpo del delito.

Nota mental: No dejar a Mr. X hacer la compra.

martes, 2 de octubre de 2012

Aventuras en el Zoo: Preparando el viaje


Echando la vista hacia atrás, es curioso ver cómo un momento concreto de tu vida ha sido determinante para gestar una ilusión y emprender un periplo alucinante.
En este caso, el momento fue un seminario de la asignatura de medicina de animales exóticos. Como buena amante de los animales, siempre he disfrutado con los reportajes sobre leones, elefantes, jirafas y gorilas. Y como buena veterinaria, los documentales sobre colegas de profesión que ejercen en reservas y zoológicos del mundo entero siempre me han enganchado.
Mi idea romántica de la veterinaria era irme a África y ejercer en alguna de esas reservas.
El caso es que como en la Facultad de mi ciudad mucho bicho salvaje no se ve, decidí apuntarme a esa asignatura para familiarizarme un poco con la medicina de animales raritos.

Vuelvo al seminario. No recuerdo sobre qué trataba, pero el profesor nos dijo que teníamos un invitado de lujo, un veterinario del Zoo de Nueva Orleans. Allí, sobre la tarima, se nos presentó el que a partir de ahora llamaré Dr. B. Medio gringo, medio mejicano, el barbudo Dr. B me tuvo las dos horas que duraba el seminario atrapada con su charla. Nada de peroratas aburridas sobre la enfermedad X... El Dr. B se trajo un Power Point alucinante con fotos de casos clínicos de los animales que atendía en el zoo y nos animó a participar preguntándonos qué creíamos que era aquello que provocaba ceguera en la gacela, o porqué mermaba el pico de aquel loro extravagante...Absorta me tenía.
Cuando finalizó la sesión me inventé una pregunta absurda para asaltarlo y charlar un rato más con él (en concreto, creo que le pregunté sobre los antídotos para serpientes venenosas, aunque en esos momentos poco me imaginaba que tan sólo unos añitos más tarde tendría que conocer a la perfección los protocolos de uso de antitoxinas al tener que atender a una sibilante mamba verde...). Él me dijo que rastrease información en un buscador relativamente nuevo de la red que iba muy bien para temas médicos (sí, amiguitos, me estaba hablando de Google, que por aquel entonces aún estaba en pañales).
Ahí quedó la cosa.

Un tiempo después, mi aventurera amiga E (veterinaria también), tras una estancia en un país centroamericano decidió aprovechar el tiempo y volar a Nueva Orleans. Como la experiencia americana le trajo más de un quebradero de cabeza y no tenía contactos allí, le sugerí que se pusiese en contacto con el Dr. B. Él, que es muy majete, le dejó hacer prácticas en el zoo unas semanas y eso me sirvió de enlace para solicitar formalmente un "preceptorship" (o estancia) en el zoo.

Rellené montones de papeles y lo envié todo. La lista de espera era de casi dos años, así que viendo que aquello podía llegar en el momento menos oportuno, lo dejé de lado. Muchos meses después, cuando me quedaba una asignatura para acabar la carrera, consulté con el Dr. B cómo andaba mi solicitud y para mi sorpresa me dijo: "Ya tienes plaza asignada, te vienes en agosto". Faltaba medio año justo.

Llevaba años soñando con ese viaje. Iba a cruzarme el mundo yo sola. Iba a tener que hablar en un idioma que no dominaba y buscarme la vida sin la ayuda de mis padres, que siempre habían estado a mi lado para guiarme y echarme una mano. Previamente, incluso había soñado con encontrar al amor de vida allí, porque lo que es en mi tierra, pocos amoríos había tenido. Pero cosas de la vida, para tener más conocimientos de cara a la estancia, empecé a trabajar algunas horas en la clínica de Mr. X, y cuatro meses antes de irme, empezamos a salir juntos.

Recuerdo a la perfección el día que nos fuimos al aeropuerto. Mis padres y Mr. X me acompañaron. Cuando crucé el arco de seguridad, a pesar de la pena por dejar a mi recién estrenado churri y a mis padres con el moco colgando, la sensación de ser por fin la aventurera que siempre había querido ser me tenía exultante.

Destino: New Orleans.



lunes, 1 de octubre de 2012

De casta le viene al galgo


Es de suponer que teniendo padres veterinarios, Peque ha estado rodeado desde muy pequeñito por todo tipo de animales. Hemos alimentado a base de bien el buen rollo existente entre niños y bichos (aunque él tiene sus preferencias: no le entusiasma tocar tortugas, aunque le fascine observarlas y de momento muestra una clara predilección por los gatos).

Hace unos días, él me iba diciendo: "El papi...está trabajando. La mami...está trabajando". Yo estaba delante suyo, pero debe tener un poco de trauma porque cuando lo dejo en el cole le explico que mami y papi se van un rato a trabajar y vuelven, y siempre está con la misma cantinela. En una de esas, me miró con cara seria y me dijo: "El Peque...¡está trabajando!". Toda interesada le pregunté cuál era su trabajo y me suelta: "El Peque cura guaus y miaus". Ya la hemos cagao, nos va a salir veterinario...(o cantante-músico-bailarín, que el artisteo le va mucho).

La otra gran afición de Peque son los coches. Como para la mayoría de niños, imagino. Pero él ya se sabe las marcas mucho mejor que yo. Vamos por la calle y va enumerando: "Un Fod...un Toyota...un Volvagen...un Nissan...". A veces vamos en coche, y a toda velocidad nos pasa una furgo por delante y el suelta: "Miraaa, ¡un Mersedes!". Y me pregunto como carajo le da tiempo de verlo...¡Nunca se equivoca!. En eso ha salido al papi. Recuerdo que al principio de salir juntos, una noche en que había mucho tráfico y no había forma de avanzar, Mr. X me dijo: "Es que claro, ¡el del Seat de allí delante no se mueve!". Yo flipé, porque desde esa distancia era imposible ver la marca, y preguntándole cómo lo había identificado me dijo riendo: "Por los faros". Y sí, es capaz de reconocer cualquier tipo de coche (marca y modelo, faltaría más), sólo por la forma de las lucecitas. En fin...a mí me cuesta fichar nuestro coche ni teniéndolo delante. En una ocasión, mientras Mr. X aparcaba en doble fila yo bajé corriendo para comprar una cosa en una tienda y al volver me metí en otro vehículo. El conductor flipó, y yo me pegue una jartá de reír...(claro, ¡los dos coches eran plateados!).

El otro día, Peque soltó una de esas perlas que hay que guardar para el recuerdo, y que además, aunaba en la misma frase sus dos pasiones. Volvíamos del cole y justo delante de nuestro portal, una paloma campaba peligrosamente por la calzada. Peque la miró, comenzó a hacerle señas con los brazos y gritando le avisó: "¡Cuidado paloma! ¡Que viene un Mersedes!". Y la paloma se salvó.