lunes, 28 de noviembre de 2011

Alma de blog

¡Buenos días! Hoy he recibido un premio gracias a mi sister Drew:




¡Ayyy, sister, cómo sabes lo que me molan los premios, pillina, jajaja! Mil gracias, as always...(por el premio y por tus palabras).

Ya sabemos que premio suele ir unido a preguntitas varias, así que...let's go!


1. ¿Cómo te definirías a ti misma/o?

No me sé definir...(llevo un rato intentándolo, ¿eh?). Pero según el día, el momento y los astros, soy tirando a optimista, cariñosa, insegura, jocosa, meditabunda, observadora, ingenua, dubitativa, un desastre, soñadora, malhablada, mimosona...Yo que sé. ¡Probablemente se me puedan atribuir todos los adjetivos del diccionario dependiendo de cuándo se me pille!

2. ¿Qué es para ti la amistad?

Media vida. Justo hoy me rondaba escribir un post sobre mis amigas...y supongo que la respuesta a esta pregunta estará en esa entrada. 

3. ¿Crees en el amor vía internet? si crees, ¿te ha sucedido alguna vez enamorarte de alguien por este  medio?

Pues creer, creo, porque conozco algún caso cercano de amor cibernético, pero no me ha pasado nunca. No he llegado a intimar con alguien del sexo opuesto por estos lares.

4. ¿Qué te gusta más, el día o la noche y por qué?
 
Mmmm, cada cosa tiene su qué. Lo que tengo claro es que si tuviese que elegir entre vivir siempre de día o de noche, me quedó con el día y su Lorenzo.

5. ¿Para ti que va antes, el amor o el sexo?

Para mí, el amor, sin duda. Es que soy muy romanticona, qué le vamos a hacer...

6. ¿Café con o sin leche?

No bebo café. Es demasiado amargo para mí y para tomarlo lo inundo de azúcar, y eso ni es café ni es nada...Es curioso porque de pequeña sí me gustaba (tenía unos diez o doce años, y mis padres me preparaban un café con leche muy, muy clarito que me encantaba).   
        
7. Qué elegirías entre dos cosas, ¿recibir un beso de alguien enamorado de ti pero a quien tú no correspondes o besar a alguien a quien quieres pero que no te corresponda?
 
Pues no me gustan ninguna de las dos opciones, antes me quedo sin beso.
 
8. ¿Qué odias y qué te atrae de una persona?
 
Comienzo por lo que me atrae. Me atrae el sentido del humor, el conectar con alguien, la sensibilidad, las ganas de vivir...Odio...Bueno, no me gusta la palabra odiar, intento desterrarla de mi vocabulario. Diría que me desagrada la falsedad, el aprovecharse de los demás, el borderío gratuito, la falta de respeto...
 
9. ¿Crees en el amor a primera vista?
 
Sí creo, así se enamoró mi madre de mi padre...¡Aún tengo que explicar esa historia!
 
10. ¿A qué tres blogueros pasarías estas preguntas?
 
Pues a tres blogueras que sigo desde hace poco y que os animo a descubrir si no lo habéis hecho ya:
 
 
¡Misión cumplida!

viernes, 25 de noviembre de 2011

Colechando

Si hay algo que he aprendido en mi todavía reciente andadura como madre, es que antes de tener a tu bebito dices y piensas unas cosas, y una vez nace y la realidad se impone, te comes muchas de tus palabras. Y también es cierto, como le he oído decir a alguna mami, que se es mucho mejor madre antes de tener críos que una vez los tienes. Sí, la teoría una la tiene, pero luego...¡aaah!, luego, la cosa es distinta.
Me doy cuenta de que antes juzgaba muchas conductas que por desconocimiento consideraba raras en el mejor de los casos y contraproducentes en el peor.

Uno de los ejemplos de lo que hablo es el colecho. La primera vez que oí este bonito palabro fue en boca de un amigo que tuvo a su hijo hace ya unos cuatro o cinco años. Su mujer tenía muy claro que quería colechar con su niño y así lo hizo. En el caso de mi amigo, a él no le entusiasmaba la idea, y creo que valoraba negativamente tener al bebé en la cama porque restaba intimidad a la pareja. Cuando nos lo explicaba, yo alucinaba en colores, no había oído hablar jamás del tema del colecho y tal y como nos lo pintaba me parecía una muy mala idea. Ahí quedó la cosa.

Un tiempecito después me encontré recién parida en mi casa, con un bebé que reclamaba teta cada hora y sin poderme mover de la cama por el desastrín que tenía en mis bajos.

Consecuencia número uno: aprendí a dar de mamar estirada (¡y no veas lo que me costó después pillar la postura sentada!).

Consecuencia número dos: me quedaba frita mientras Peque se pegaba sus festines lácteos.

Consecuencia número tres: Peque dormía la mayor parte de la noche en nuestra cama.

Por aquel entonces tenía su moisés al lado de la cama, y al principio trataba de ponerlo a dormir allí después de alimentarlo, pero al final desistí, porque muchas veces se despertaba y yo no estaba para demasiadas maniobras. Un día, todo hay que decirlo, tuve un susto. Peque tenía un mesecillo, creo, y por la noche, después de darle de mamar, lo coloqué a mi lado, pero del lado del borde de la cama. Tenía montado un tinglado con el cojín de lactancia, etc. para hacer una especie de muralla anticaídas, pero falló. Se deslizó el cojín, debí colocar mal a mi regordete y se cayó al suelo. No se me olvida el ruido que hizo, qué susto más grande me llevé...Por suerte mi cama es muy bajita y no le pasó nada de nada, ni un rasguño, pero me dio mal rollo dejarlo dormir de ese lado, así que pasé a ponerlo entre Mr. X y yo. Con el paso de los meses, Peque ya se movía mucho más y no dormíamos demasiado bien, así que cogimos una cuna que nos habían dejado, le quitamos la baranda de un lado y la acoplamos a nuestra cama con el sistema que llaman sidecar. Ganamos muchísimo en comodidad.

Ahora Peque ya no mama, dejamos la lactancia sobre los catorce meses, y podría haber intentado ponerlo a dormir en su cuna en su habitación, pero resulta que su habitación está en la otra punta de la casa, y Peque se despierta una media de dos o tres veces por noche (últimamente algo menos si no está pachucho). Me es mucho más cómodo tenerlo al lado y calmarlo al instante cuando se despierta. Si me ve allí se duerme de nuevo rápidamente y yo consigo descansar de coña.

No sé cuando lo sacaremos de nuestra habitación. Creo que iremos haciendo como hasta ahora, según evolucione su sueño y sus necesidades. Porque además debo añadir que esto del colecho tiene algo adictivo. Cuando te acostumbras a tener el cuerpecito de tu bebé al lado y a oír su respiración...¡le pillas el gustito! Y entiendo que haya madres que lo escojan porque es lo que les pide el cuerpo.
Sobre el tema de la intimidad...Bueno, sí, creo que tener allí al niño hace que no te comportes como cuando no estaba, pero buscas alternativas. Además, lo que resta intimidad a una pareja, creo yo, no es tanto el tener al niño en la habitación como el hecho tener un niño, sin más. Aunque Peque duerma en otra habitación, si a media faena con mi churri el bebé se pone a llorar, pues me interrumpirá igualmente, así que...De todas formas es un tema que hablé mucho desde el principio con Mr. X, porque no quería que tuviese la percepción que tenía mi amigo cuando nos explicaba su experiencia. Mr. X nunca lo ha vivido mal, al contrario, está contento porque con nuestro sistema podemos dormir muchas horas y muy bien y él puede descansar divinamente.

Aparte de este amigo que comento, no conozco más gente de mi círculo de amigos/conocidos que coleche, así que me siento un poco un bicho raro (aunque sé que muchas familias lo hacen). Alguna vez he tenido que oír de gente cercana que es un mal sistema, que malacostumbraré al niño,...(lo peor, hace ya meses, que así podía asfixiar a mi hijo...). En fin, para gustos los colores. Yo no soy de discutir mucho, mientras no me ofendan, explico que ese es el sistema que yo he encontrado mejor para mi hijo y para mi familia y listos. Me recuerdo a mí misma hace años, cuando escuchaba a mi amigo y pensaba como piensan ahora otros. Quizás las circunstancias hagan cambiar de opinión a más de uno, o quizás no. Lo que importa es que nos respetemos y no juzguemos a los demás (y me incluyo en la lista, que aún me descubro juzgando a otras personas cuando sé que no debería hacerlo).

Et voilà, aquí una que colecha feliz entre sus dos hombrecitos.


¡Buen finde!

miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿Cómo se te queda el cuerpo? (después de parir)

Cuando planeaba y deseaba con todas mis fuerzas quedarme embarazada, el cómo me quedaría el body después de tener a mi retoño me importaba más bien poco. Mejor dicho, ni se me pasaba por la cabeza. Pero una vez concebí a mi Peque y poco a poco vi como iba dilatándose mi abdomen, comencé a preguntarme qué iba a pasar con mi tripilla.

Antes que nada, debo explicar que yo soy un poco plasta con respecto a mi imagen. Plasta porque me paso la vida machacando a Mr. X (antes era a mi madre, que tenía una paciencia de santa conmigo) preguntándole si el pantalón me queda bien, si me ve más gorda, si estoy guapa...Plasta y replasta, lo admito. Pero nunca he pasado de ahí, es decir, jamás he hecho tonterías con la comida, dietas peligrosas o similares. Cuando quise perder peso fui a una dietista y con su régimen conseguí el peso que creo adecuado para mi (escasa) estatura. También debo decir que tuve una adolescencia durilla en ese sentido, y esas cosas marcan. Pasé de ser una niña fideo-esquelética a tener un cuerpo lleno de redondeces en apenas un par de años, y en el cole recuerdo algún cachondeito masculino a mi costa...Total, que me costó lo mío llegar a aceptar mi cuerpo y entender que por mucho que lo quisiera nunca jamás de los jamases tendría una figura esbelta. Al final me reconcilié con mi cuerpecillo y yo creo que con los años nos hemos llegado a querer mucho, jejeje.

Respecto al tema embarazo, mi primer recuerdo de una mujer recién parida fue allá por los catorce años, cuando una amiga de mi madre tuvo a su hija. Fuimos al hospital a verla y ¡oh, sorpresa! ¡Si aún tenía panza (blandengue en vez de turgente)! En mi feliz ignorancia, había imaginado que tras parir a la criatura el cuerpo volvía a ser el de antes ipso facto. Pues no, claro está. Tengo la imagen de su vientre grabada en la memoria, así que imagino que el descubrimiento me dejó alucinada...

Años más tarde, muchos más, estando yo embarazada de unos cuantos meses, tuve mi segunda epifanía. Vino una clienta a vacunar a su perrita y me preguntó cómo me encontraba, etc. Y de pronto, se me quedó mirando fijamente y me soltó: "El cuerpo te cambiará, vaya si te cambiará". Y me sorprendió que me lo dijese precisamente ella, que se le ve muy en forma...

Así pues, la duda seguía ahí. Porque después ves a las actrices y modelos de turno y te preguntas qué carajos hacen para estar recuperadas en dos semanas. En fin, como no tengo ni sus entrenadores personales, ni sus gimnasios caseros último modelo, ni sus cirujanos, ni su pasta, ni su tiempo, esta claro que con ellas no me puedo comparar (ah, se me olvidaba, tampoco tengo su cuerpo pre-embarazo, ¡jajaja!).

Con el tiempo, por supuesto, se ha despejado la incógnita. De recién parida tuve mi barrigolo blandengue de rigor, pero no sé cuánto tiempo, porque yo andaba más preocupada por el estado de mis bajos. Lo que sí sé es que a las dos-tres semanas ya usaba mi ropa habitual, y que al mes pesaba menos que antes de estar embarazada. Peeero, eso no quiere decir que mi abdomen luzca como antes, ni mucho menos. Durante meses me quedó una triponcia que sobresalía por la cintura del pantalón. Y aunque ha ido a menos, me ha quedado la parte superior del abdomen bastante dilatada. Por un tiempo pensé que quizás tenía diástasis abdominal (podéis ver aquí de que se trata), pero ahora veo que lo que tengo es flojera abdominal crónica. Es decir, que la musculatura me ha quedado blanda, blanda. Una fisio amiga de Mr. X me explicó como hacer abdominales hipopresivos, y he tratado de ser constante con el tema, pero veo que no hay nada que hacer, no logro sacar tiempo para eso, me aburre soberanamente. Y mientras Peque sea renacuajillo, el tema de ir a natación (porque el gimnasio en general no me pone nada) o patinar sobre hielo, queda aparcado. Así que, así como en la adolescencia aprendí a querer mi cuerpo como era, ahora estoy aprendiendo a amarlo ahora que me ha demostrado que aparte de serme muy útil para mi vida en general, ha podido traer al mundo a mi Peque. Eso sí, de vez en cuando blasfemo un poco al probarme algún vestido o similar y ver lo fofa que estoy, ¡jajaja! Y por supuesto Mr. X tiene que seguir aguantando mis eternas preguntas...

Me quedo con lo que me dijo mi amiga A hace unos meses. Les estaba explicando lo de mi abdomen dilatado a mis amigas y señalándolo les decía: "¿Lo veis? ¡Yo no tenía esto aquí antes!". Así que A señaló a mi regordete y me dijo con una sonrisa "Ya, pero tampoco tenías eso". Vale, ahí la has dao. Como dice mi abuela, el que algo quiere, algo le cuesta. Y yo feliz que estoy.

martes, 22 de noviembre de 2011

Missing

Pues eso, he estado un poco missing (o desaparecida, como se prefiera), porque los viracos han invadido la república independiente de mi casa...

Comenzó Peque hace una semana con fiebres altas, y tras la visita de rigor al Centro de Atención Primaria, el diagnóstico pediátrico fue de faringitis vírica. Mejoró bastante a los dos días (aunque por la noche vomitaba moco...cambio de pijama y sábanas cada dos horas, ¡ni en la pasarela Gaudí, oiga!), peeero, el jueves apareció de nuevo la fiebre. A todo esto yo con un trancazo del quince. Esta semana mi jefa se ha ganado el premio a Jefa Tolerante y Comprensiva del Año, porque entre lo que he faltado porque Peque estaba pocho y lo que he faltado porque yo estaba hecha un asquito...Suerte que llovía y los clientes brillaban por su ausencia.

Pues como decía, el jueves reapareció la fiebre. Mmm...¿Y ahora qué tiene? El viernes por la mañana fue a la escuela, y por la tarde lo llevé con su abuela. En el cole estuvo bien, pero algo decaído. Al llegar a casa de los abuelos, tachán, algo de fiebre otra vez y respiración dificultosa. La madre de Mr. X me dijo que me lo llevase pitando al hospital, que cuando el hermano de Mr. X era pequeño tuvo una pulmonía y empezó así. Total, que llamé al padre de la criatura con cierto acojone en el cuerpo y nos llevamos a Peque a urgencias pediátricas. Llegamos a las seis, más o menos, y nada más llegar nos dieron una pulserita de plástico identificativa súper fashion para Peque y un montón de pegatinas para los informes. La recepcionista me dijo con una sonrisa: "Sentaos, que ahora os avisamos". Ayyy, ilusa de mí. Estuve esperando hasta las ocho y media para entrar. Mientras tanto Mr. X se fue porque tenía que atender una visita en su clínica. La verdad es que Peque se portó bastante bien (y eso que a pesar de tener fiebre iba como una moto pidiendo "alala", que es galleta en su idioma, y corriendo de una persona a otra). En dos horas y pico me dio tiempo de saberme de memoria las caras de todos los nenes y padres que estaban esperando. Con algunos era fácil deducir por qué estaban allí (resfriados, caras enrojecidas por la fiebre, brazos en cabestrillo, chichones...), pero alguno me despistó por completo (como un chaval de unos catorce años, bien vestido con su uniforme, que estaba charlando tranquilamente con su mami y haciendo los deberes de inglés...ni idea de qué podía pasarle...).

Por fin nos llamaron para pasar y la enfermera nos preguntó por el historial de Peque mientras yo lo desnudaba y le ponían un pulsioxímetro en el pie (para medir las pulsaciones y la saturación de oxígeno). Le miraron la temperatura con su cacharro supersónico que da la lectura en un microsegundo y me dijeron que ya venía la doctora. Debió tardar como media hora, porque Peque se me durmió en brazos. Cuando llegó se disculpó por el retraso. La verdad es que viendo el percal en la sala de espera entiendo que no se pueda ir más rápido. Y el trato fue excelente por parte de todo el mundo, así que por mi parte ninguna queja. La doctora fue un encanto con Peque. Le hicieron una nebulización (que no le gustó nada de nada, tuve que entretenerlo mirando fotos de su papi en el móvil, que no veas lo papiadicto que está...), pero como mejoró sólo parcialmente, decidieron hacerle una placa. Aluciné con lo bien que se portó. Lo tendí en la camilla para la radiografía y le pusieron dos pesos en los brazos para mantenerlo quieto. Salí mientras hacían la placa y allí se quedó tendido y espachurrao, flipando con las lucecitas, imagino...

Total, que volvimos con la doctora y el diagnóstico definitivo fue una bronquitis. Nada grave, por suerte. De hecho esta semana se habla del tema en el Diario de una mamá pediatra. Eso sí, del pack de medicaciones que le dieron a Peque, ¡el Ventolín le puso como una moto y no había quien lo durmiera! Hoy mi pequeñajo ya está fresco como una rosa. Ya hemos pasado por la catarsis de la primera (y ojalá última) visita a urgencias...

lunes, 14 de noviembre de 2011

¡Estoy en racha!

Pues no puedo decir otra cosa, porque si mi último post iba de premios, ¡este también! Resulta que Nenica, de Aprendiendo de mis mellizos, me ha otorgado este fantástico galardón. ¡Gracias Nenica!



Y tengo que explicar siete cosas sobre mí. Allá vamos:

1. Me gusta mucho patinar sobre hielo. Cuando tenía quince años hice un par de cursillos y lo acabé dejando porque me parecía que la cosa no iba conmigo (vamos, que me pasaba más rato con el culo en el hielo que deslizándome grácilmente). Hará unos cuatro años (¿ya?¿tanto tiempo ha pasado?), mi amiga E y yo nos apuntamos juntas a clases de patinaje y esta vez mantuvimos el ritmo durante dos años, hasta que me quedé embarazada. Llegué mucho más lejos que cuando era adolescente, y estoy muy orgullosa de haber conseguido mi nivel de Patín de Plata, ¡jejeje! Eso sí, con el desentreno que llevo, si piso la pista será para volver a parecer un pato mareao...

2. Cuando tuve que decidir a qué me dedicaría profesionalmente estuve a punto de estudiar arte dramático. Siempre me ha entusiasmado el cine, y quería ser actriz. Al final opté por empezar una carrera "convencional" y dejar lo otro temporalmente. Y como mi carrera me gustó, me olvidé del cine. Hoy en día creo que no me equivoqué. Me da que lo de actriz no hubiese cuajado conmigo. Pero directora de cine, no te digo yo que no...

3. Soy muy mal hablada. Pero mucho. De casta le viene al galgo. Mi madre era capaz de construir frases sólo con tacos, y mi padre no se queda corto. En los últimos años, al vivir con Mr. X, que es más moderado que yo, he rebajado mi nivel de palabrotas, pero aún soy capaz de soltar alguna gorda.

4. Me encanta hacer pasteles. Es una afición reciente, y eso que mi padre es maestro pastelero. Nunca me había tirado mucho el dulce, pero poco a poco le voy cogiendo el tranquillo. Mi último hit: el Marmorkuchen (creo que Drew, de Viviendo en mi nube azul, me hace la competencia, jejeje).

5. Soy exfumadora. Fumé de los veinte años (aprox) a los 31 recién cumplidos. En mi casa fumaba to quisqui. Me gustaba fumar, pero sobre todo socialmente. En época de exámenes había llegado a los dos paquetes diarios. Me alegro mucho de haberlo dejado, es malo para la salud, te deja con una capacidad pulmonar bajo mínimos y tienes un aliento asqueroso. Pero tampoco soy una antitabaco. Respeto a la gente que fuma y no soy machacona con el tema. Creo que cada uno ha de hacer su camino para dejarlo, si quiere.

6. Me gusta vestir de negro. Bueno, en eso voy cambiando poco a poco, y ahora escojo prendas más alegres y vistosas, pero en general creo que el negro me favorece y me siento a gusto con ese color. Mis padres eran iguales, y a veces parecíamos la familia Monster...

7. No puedo salir de casa sin pintarme los ojos (raya y Rimmel negro). Cogí la costumbre en la facultad y ahora es marca de la casa. Sólo en verano y si estoy muy morena, renuncio a la pintura.

Pues ya está, ya he cumplido con mi misión. Ahora tengo que repartir el premio a doce blogs...¡Doce nada menos! Seguro que alguno ya tiene el premio...(si es así, disfrutadlo por partida doble...¡o triple!). And the winner are...:

-Mamá de un bebote. Porque me parto cada vez que leo sus entradas. Divertida y tierna como ella sola.
-Drew, de Viviendo en mi nube azul. Me dio mi primer premio hace poquito y me gusta mucho su forma de escribir y de pensar.
-Lady Vaga, de Dolce Far Niente. Sus post son la crème de la crème de las blogomamis.
-Jeza Bel de Vegamidulcedechocolate. En sus entradas nos descubre los villanos de la cara oculta de la tele, jejejeje...y de paso nos deleita con las dulzuras de su bebita.
-Mon petit bebe. Que tiene mucho curro con su pequeñuela ¡y se merece una dosis de ánimos extra-grande!
-Mamá de parrulin. Porque creo que me voy a hacer la presidenta del club de fans de su Parrulin. ¡Nos tiene extasiadas!
-Annie74, de Las cosas de mi pitufo. Es que su pitufo es muy tierno ¡y ya va en bici!
-Maria, de Mi pequeño koala. La conozco hace poquito, y me gusta mucho su blog, así que esta es una excusa para saber más de ella.
-Mama mimosa. ¡Porque tiene un nuevo inquilino en casa del que queremos foto!
-EstoEsParaUnaQueLoQuiereAsí. Un blog muy, muy divertido. Pero mucho, ¿eh?
-Anuda, de 9 meses. Debe estar a tope con su recién llegada y quizás no pueda ni contestar, pero así le envío ánimos cibernéticos.
-Catarfol, de Historias de un príncipe y cuatro princesas. También la ha conocido hace poco, y me gusta mucho pasarme por su rinconcito, os lo recomiendo.

PD: Edito y añado la foto del premio...Aixxx, si es que no sé donde tengo la cabeza. Gracias, Mamá de parrulin, por avisarme del despiste!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Tenemos duende



¡Buenos días! Hoy estoy de muy buen humor, porque es viernes (y eso me encanta) ¡y porque Mamá de parrulín me ha dado un premio! Cómo me gusta esto de los premios, jejeje…
Resulta que con este duende hemos de pensar una palabra que nos guste mucho. La verdad es que no tengo una palabra preferida, y leyendo a las anteriores premiadas, han escogido muchas de las que me dan más buen rollo (como la elegida por Mamá de parrulín, una palabra que es un mundo). Pero bueno, lo he pensado un poco, y mi palabra escogida es GRACIAS.

Desde pequeñita mi madre me decía que hay que ser agradecida con la gente. Siempre estaba con aquello de: “¿Qué se dice, cariño?” cuando alguien me daba algo. Y lo tengo totalmente interiorizado. Me paso el día dando las gracias, a todo el mundo. Incluso en casa a Mr. X y a Peque, por supuesto (él ya lo está aprendiendo y me dice “aaatiá”, aunque aún no pilla mucho cuándo debe decirlo, sólo me imita). Y por la calle, me gusta ser agradecida e intentar ofrecer una sonrisa a las personas con las que me cruzo (aunque no todos lo días estoy tan happy…). Tengo comprobado que cuando estoy de buen humor y doy lo mejor de mí, los demás hacen lo mismo. Y me gusta ver que la otra gente también se comporta así. Creo que todos seríamos más felices si fuésemos más agradecidos.

Esta palabra también me hace pensar en mi abuela, que cuando yo era peque me explicaba que en sus tiempos, si alguien te decía “Gracias”, tú debías contestar “Tú las tienes todas”, y si querías quedar bien, entonces replicabas “Todas las que a ti te sobran”.

A otro nivel, me siento afortunada y agradecida con la vida. He pasado momentos duros y muy tristes, pero el balance general es muy, muy bueno. He tenido unos padres fantásticos que me han proporcionado un hogar cariñoso, unas amigas a las que siento muy cerca de mi corazón y que me alegran la existencia, un Mr. X que no me lo merezco, y un Peque que es lo mejor de mi vida. Así que cada noche doy muchas gracias por todo. Y también doy las gracias a todas las blogueras que he conocido en las últimas semanas y que han hecho de este blog un rinconcito cálido al que me gusta venir a diario. Así que ¡gracias! (especialmente a Mamá de Parrulin por el premio, of course).

Y como hay que repartir el premio a cinco blogs más, ahí van mis premiadas:

-Laura Nogueras de Mi mamá me canta, que tiene un blog fantástico sobre música.

-Pajaguja, de Agujas en el pajar. Está metida en muchos proyectos, ¡pero seguro que saca tiempo para recibir un premio!

-Mamá sin complejos, que me ha resuelto el menú del fin de semana, ¡jajaja!

-Nenica, de Aprendiendo de mis mellizos, a la que he conocido hace poquito y me divierte mucho con las historias de sus pillines.

-Loulou y Cía, que se curra mucho las entrevistas que nos ofrece y se merece este premio.



¡Buen fin de semana!

jueves, 10 de noviembre de 2011

Conciliación Real Ya

Hacía unos días que quería enlazar mi blog con el de Conciliación Real Ya, pero hoy, aprovechando la estupenda entrevista de Loulou y Cia a Marta Gual, del blog Mà amb mà, pell amb pell, cor amb cor, tengo la excusa ideal para hacerlo.
Ya he hablado en alguna ocasión de lo imposible que es en mi sector (como en tantos otros) conciliar vida profesional y familiar. Más tratándose de una empresa pequeña en la que si yo no estoy, no hay nadie para cubrirme. Creo que la solución pasaría por unos horarios comerciales-laborales diferentes, en los que se apostase por las jornadas intensivas. Pero cambiar la mentalidad de un país no es fácil, desde luego. Yo por ejemplo, salgo del curro al mediodía a la una y no vuelvo a entrar hasta las cinco. Cuatro horas para comer. Ni que decir tiene que aprovecho ese rato para ir a buscar a Peque al cole más pronto que el resto de sus compañeros y poder pasar un rato con él esas horas. Si no lo hiciese así, no lo vería desde las nueve y media de la mañana hasta las nueve de la noche. Es decir, que prácticamente sólo compartiríamos unas dos horas al día.
Por otro lado no puedo permitirme dejar de trabajar, porque necesito mi escaso sueldo para llegar a fin de mes. Y tampoco deseo dejar de hacerlo. Me gusta trabajar. Así que creo que el movimiento de Conciliación Real Ya es necesario, y cuantos más seamos más cerca estaremos de encontrar una solución.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Casi, casi, casi

Ayer tuve un día de descargas adrenalínicas a tutiplén. Ahí van los tres hits del día.

Descarga number one. De camino al curro hay un paso cebra que tiene mucho peligro. Mientras está verde para los peatones, está ámbar para los coches (que giran a la izquierda desde una avenida bastante grande). Los vehículos suelen bajar folladísimos, y cuando se dan cuenta del ámbar ya están en medio del paso cebra. Normalmente echo un vistazo antes de cruzar (y mil veces tengo que esperar a que pase el coche o de lo contrario me lo como). Ayer bajaba pensando en mis cosas y justo a la mitad del paso cebra oí un frenazo de los que te dejan petrificada. Me giré con las piernas temblando y vi que el coche había conseguido frenar unos centímetros antes de chocar conmigo. Le señalé el semáforo aún aturdida y va el tío y me hace una señal con la mano como diciendo :"Pasa, pasa, que no ha sido para tanto...". Me lo hubiese comido, pero no me gusta dar rienda suelta a mi belicosidad y acabé de cruzar la calle. Una señora que paseaba su perro me dijo "¡Qué barbaridad!". Pues sí señora, un bárbaro troglodita era el que conducía ese coche. Tardé varios minutos en poder caminar normal sin que el tembleque de las piernas no me hiciese tropezar...Al llegar al trabajo conecté con la página web del ayuntamiento y formalicé una queja sobre la peligrosidad de la zona, porque además está al lado de una residencia de ancianas y cualquier día puede ocurrir una desgracia. A ver si me hacen caso...

Descarga number two. A media mañana llegó a la consulta una clienta de toda la vida con su perrito, que se había enganchado una uña en un mueble y no paraba de quejarse. Lo intenté explorar, pero le dolía tanto que no me dejaba ponerle la manos encima. Le propuse a la propietaria sedar al animal para poder curarle y le pareció bien. Siempre da yuyu una sedación, porque no deja de ser un procedimiento con riesgos, pero a veces no queda más remedio. Total, que le puse la medicación, le fui curando la herida y de pronto el perro empezó a respirar mal. Su frecuencia cardíaca estaba bajo mínimos y la propietaria se dio cuenta de que la cosa no iba bien. Yo guardé la calma e hice lo que debía, pero ya notaba mi corazón martilleando con fuerza y dejándome otra vez temblorosa...Al final se controlaron las constantes y el perro se recuperó sin problemas. Qué mal lo llego a pasar a veces en estas situaciones...

Descarga number three. Al mediodía, a la hora habitual, fui a buscar a Peque al cole. Justo antes de salir de clase siempre se va directo a un armario y a grito pelao comienza a pedir "¡Pa, pa, pa, pa, pa!". Vaya, que quiere pan. Y su profe le da un palito de pan de los que guardan para picoteo. Me fijé que era un poco más grande de lo habitual, pero a Peque no pareció importante y lo cazó al vuelo. Nos fuimos a casa a buscar a nuestro perrote y lo llevamos a pasear al parque. Normalmente dejo a Peque en su sillita mirando las palomas o lo que sea que suceda por allí mientras yo paseo al perro. Habían dos personas más en el parque: un chaval joven a lo lejos hablando por el móvil y un hombre sentado y durmiendo al sol. Yo iba con mi perrote dando un garbeo y lo llevé a beber agua a la fuente. Peque me miraba y de pronto se puso a sollozar. Pensaba que quería que lo sacase de la silla y empecé a caminar hacia él cuando me di cuenta de que se estaba ahogando. Podía respirar parcialmente, pero se iba poniendo rojo por momentos. No puedo explicar lo mucho que me asusté. De refilón vi que el chico joven se iba y el que dormía no sé si se despertó o no por mi agitación. Saqué a Peque de la silla y lo puse boca abajo. En un par de sacudidas escupió el trozo de pan que se le había atragantado. Lloraba y estaba totalmente congestivo. Lo abracé, le canté, lo calmé y me calmé yo también...Al irme vi que el señor de la siesta ya estaba despierto, el otro no estaba. No sé si desde fuera se veía mi apuro, pero yo creo que sí, y me sorprende que ninguno de los dos se acercara a ver qué pasaba. En fin...Nos fuimos a casa a merendar algo blandito y vi que Peque que estaba perfecto, pero madre mía, fue el peor susto de los tres del día.

La verdad es que una vez pasada cada una de las situaciones me quedé tranquila y sin darle más vueltas. Sólo al llegar a casa y hacer inventario mental del día vi que podría haber sido mucho peor. Casi me atropellan, casi se me muere un paciente y casi...eso no quiero ni pensarlo siquiera. Total, que por suerte, o porque mi ángel de la guarda ayer hizo horas extras, mi día acabó pudiendo dar las gracias porque sólo fuera casi, casi, casi malo.

martes, 8 de noviembre de 2011

¿Un hijo, dos, o familia numerosa?

Hace ya tiempo que le doy vueltas a escribir una entrada sobre este tema, pero es que esta semana me viene que ni pintado, luego explico por qué.

Desde el primer momento en que me planteé la maternidad me visualicé como madre de un solo hijo, y eso se debe a dos razones principalmente.

La primera es que soy hija única, y para mí ha sido una muy buena experiencia. No recuerdo haber echado de menos un hermano. Quizás en algún momento me imaginé cómo sería tenerlo, pero era más por curiosidad que por otra cosa. Lo que no me gustaba era lo que me solía decir la gente cuando mencionaba que era hija única. No habré oído veces que los hijos únicos son unos mimados egoístas que no saben compartir...Pues dependerá de cómo te eduquen, digo yo. Está claro que si los padres deciden no tener más prole, ese único vástago podrá disfrutar de más recursos económicos que si los tuviera que compartir con un hermano, pero una cosa no implica la otra, ¿no? Por otra parte, mi madre no tenía buena relación con sus hermanos (eran cinco), y mi padre, que era de familia súper numerosa -siete hermanos-, siempre dice que se aguantan porque cada uno vive en un país diferente. Así que viendo el percal no me daban muchas ganas de probarlo en mis carnes.

La segunda razón es que Mr. X tiene tres churumbeles de su relación anterior, y cuatro ya es un número que marea. Cinco ni te cuento. Desde que decidimos tener descendencia estuvo claro que sólo tendríamos un hijo. Y por supuesto me parecía bien.

El tema es que después de haber tenido a mi Peque, a mi me han quedado ganas de repetir. Probablemente no lo haría tanto por el hecho de darle un hermano a Peque (porque tiene tres hermanos de padre que lo quieren y lo miman muchísimo) como por el de repetir la experiencia. A veces he tanteado un poquito a Mr. X, pero él es más racional que yo, y me hace ver que nuestra economía no da para tanto (si no fuese por eso, a él le encantan los niños, y ya me dice que si nos tocan los Euro Millones, vamos a por el segundo, ¡jajaja!).

A lo que me refería al principio del post es a que este mes he tenido un sustito (sustazo más bien) y pensaba que nos había fallado la tecnología antibaby...Por si las moscas me he hecho un test y nada, se ha quedado todo en el susto. Lo curioso ha sido darme cuenta de que durante los días en que he barajado la posibilidad de estar embarazada lo he pasado francamente mal. Sobre todo por Peque. Con él voy a tope, siempre ha sido un niño muy demandante, y por la noche aún duerme con nosotros. Si hubiese tenido un bebé tendría que haber acelerado el paso de Peque a su cuarto, yo hubiese ido demasiado cansada y encima con barrigolo (y después con el bebito). Me parecía terriblemente injusto para mi Peque, no quería dedicarle menos atenciones. Así que al ver el negativo en el test me he quedado muy, muy tranquila y relajada. Y Mr. X me ha sorprendido muy gratamente. Los primeros días de "duda" no me atreví a decirle nada, porque va muy estresado con un proyecto del trabajo y está acusando el cansancio. Preferí no darle una preocupación extra, pero al final ya no pude aguantarme y le comenté lo que pasaba. ¡Y se lo tomó muy bien! Supongo que esperaba que realmente sólo fuese una falsa alarma y me tranquilizó con su actitud.

Me he dado cuenta de que de tener otro hijo no desearía que fuese antes de que Peque tuviese por lo menos tres añitos (y aún así se me haría extraño pensar en "compartir" el amor que siento por él con otro niño). Y también he visto que Mr. X es aún más generoso y cariñoso de lo que ya sabía que era.

Ahora, una pequeña confesión. A pesar de todo lo explicado, en el fondo, en fondo, muy en el fondo, una chispilla de ilusión sí que he sentido al hacerme el test. ¡Mis contradicciones y yo!

jueves, 3 de noviembre de 2011

Mamá et moi

Lo de recordar mi infancia ha dado pie a explicar la historia de mis padres, peeeero, antes de explicar esa historia, primero hay que contar otra, la de mi madre y mía...Lo entenderéis enseguida.

Mi madre fue la mayor de cinco hermanos. Tenía buenos recuerdos de su infancia, a pesar de que no fue fácil...Sus padres emigraron a Francia para ganarse la vida, y por aquel entonces los franceses les tenían una tirria inmensa a los españoles, así que la adaptación se las trajo (idioma nuevo, costumbres distintas...). Pero era una chica lista, y aprendió francés en tiempo récord. Más aún, antes de acabar el curso era la mejor de la clase en gramática francesa, cosa que jodía tanto a sus compañeros como a sus profesores. Era una alumna brillante, y quería estudiar medicina.
Pero las circunstancias cambiaron y mi abuelo decidió que se volvían a España. Todo se torció. Las cosas no iban bien y mi madre tuvo que dejar los estudios para ponerse a trabajar. Mi abuelo era pintor y dibujante de comics y le enseñó lo que sabía para que ella, que era buena con la pintura, le echase una mano pintando cuadros "a peso" para un marchante de arte. Ella no escogió ese camino, le fue totalmente impuesto, pero con los años se convertiría en una pintora excepcional. Alternaba trabajos diversos con la pintura, y mientras tanto, el ambiente en casa cada vez era más asfixiante (mi abuelo se transformó en una persona controladora y de carácter más que difícil, y no le pasaba una). Cuando le surgió la oportunidad de trabajar durante unos meses en una ciudad de Francia no se lo pensó dos veces.
Estuvo fuera cerca de un año y pudo disfrutar de la independencia por primera vez. Tuvo sus amoríos e incluso un ligue más o menos serio. Pero el trabajo acabó y tuvo que volver a casa. Unos días antes de viajar a España visitó a una tarotista. No sé por qué lo hizo, pero recibió una información privilegiada: "No vas a volver sola". Mi madre le dijo que se equivocaba, que dejaba al novio que tenía en Francia y que viajaría sin amigos. Pero la mujer insistía...y no se equivocaba, porque poco después de llegar a España, mi madre descubrió que sí había viajado acompañada, porque estaba embarazada. Por supuesto, la noticia fue una bomba en la familia, y no quiero ni pensar lo que tuvo que soportar. Pero decidió seguir adelante en una época en que las madres solteras estaban muy mal vistas.
Unos meses después aparecí yo en escena, una niña, como ella deseaba. Mi padre biológico supo de mi existencia porque mi madre se lo explicó, pero ella no quería nada de él, lo informó para que lo supiese y nada más. No aceptó que me diese sus apellidos. Guardó algunas fotos suyas por si en alguna ocasión yo tenía curiosidad, pero mi abuela las encontró y las rompió, así que de ese hombre sólo sé su nombre y que tenía dos hijos más. Sí, en algún lugar del mundo tengo dos medio hermanos. Mi madre siempre me habló con total franqueza de mis orígenes y jamás ha supuesto un problema para mí conocer la historia ni explicarla si alguien pregunta. Cuando se la conté a mis amigas del instituto (que siguen siendo mis mejores amigas) no podían entender que yo no tuviera más curiosidad y me propusieron viajar a Francia en lo que venía a ser una especie de misión secreta adolescente para encontrar a mi padre biológico...Mucha peli habían visto. Y yo les decía: "¿Para qué?¡Si yo ya tengo un padre!". De cómo mi madre conoció a mi padre (el que me ha criado) os hablaré otro día...Esto parece una telenovela, ¡jajaja!
To be continued.