¡Tú puedes!

Uno de mis principales defectos es la poca confianza que tengo en mis capacidades. No es algo que me ocurra siempre, pero sí más de lo que me gustaría.

Por suerte, a lo largo de mi camino he contado con una persona que siempre confió en mí y en que alcanzaría lo que me propusiese: mi madre. Cada vez que me sentía derrotada o confundida iba hasta ella en busca de consuelo y dándome un abrazo, en vez de alimentar mi victimismo, me incitaba a ponerme en pie, luchar, y lograr lo que soñaba. Y me susurraba: "Tú puedes". No sé si el poder de esta frase está en las palabras que la componen o en la magia que le otorga quien las pronuncia, pero desde luego siempre que mi madre me lo decía conseguía que una energía que consideraba inexistente naciese de pronto en mi interior.

Su forma de sacar lo mejor de mí es de las cosas que más añoro de no tenerla –físicamente- a mi lado. Pero las buenas enseñanzas dejan un poso, y si algún día ando un tanto alicaída, evoco en mi memoria su manera de animarme y ese “tú puedes” tan catártico y miro al frente con optimismo.

A veces los recuerdos de mi madre llegan así, en forma de píldoras de su sabiduría y de su amor. Ojalá sepa transmitirle todo eso a mi Peque.



¡Feliz semana!