martes, 20 de septiembre de 2011

Cuando Peque habitaba en mí. Segunda parte.

Debo decir que mi hijo debe ser de los más ecografiados de la historia de la humanidad, porque además de las ecografías que me hacían para controlar el embarazo, también tuve que ir revisando mis riñones por un tema de piedras y dilatación de la pelvis renal (y cuando me hacían las ecos de control renal, el ecografista se daba un garbeo virtual por mi útero para ver qué ricuras hacía Peque). Por si esto fuera poco, Mr X estaba por la labor de comprar un ecógrafo para su clínica (también es veterinario) y decidió usarme de conejillo de indias para probar los diferente aparatos que le dejaron. Tengo decenas de imágenes y videos de Peque en todas las posturas y tesituras. Mi preferida es una en la que se le ve bostezar exactamente como lo hace ahora. Al final, con tanta eco, incluso me quedaba dormida mientras Mr X hacía sus pinitos.

A todo esto ya estaba de unas 20 semanas. Me iba sometiendo a los controles y pruebas de rigor y todo marchaba bien. Comenzamos a pensar seriamente en qué nombre le pondríamos a nuestro vástago, y al final ganó uno que no está en ninguna de nuestras familias ni conocidos directos (en honor a la verdad, debo decir que es el nombre del hijo de mi vecino de enfrente…un día oí que el padre lo llamaba para que le ayudase a bajar un mueble y pensé que sonaba divinamente…). A la familia de Mr X se le ocurrió, en cachondeo, bautizar a Peque con el nombre de Toribio (no recuerdo la razón, que la había, pero el nombre les hizo gracia).

La segunda mitad del embarazo me pasó volando, y me daba pena despedirme de mi panzota. Me encontraba fantásticamente, lo más duro era un mini subida que tenía que recorrer hasta mi trabajo y que en condiciones normales hago sin enterarme, pero con los kilos de más era una tortura. No me engordé mucho, siete kilos y medio en total, pero eso fue gracias al pelmazo de mi gine, que en cada revisión me metía bronca por haberme engordado más de la cuenta (bueno, sólo me llamó la atención en dos revisiones, pero yo, que soy mu sentida, me propuse no ceder a la tentación de los ricos manjares que me ofrecían por doquier). Trabajar embarazada no supuso ningún problema. Los propietarios de los animales fueron de lo más colaboradores. Eso sí, alguna patada perruna me llevé, pero fue sin malicia y porque los veterinarios tenemos la mala costumbre de tocarles las narices sobremanera a los pobres bichos (en realidad, si lo pienso fríamente, podrían haberle hecho algo de daño a Peque, pero por fortuna no pasó nada).

Aunque mi gine pasó de decirme nada sobre cursos de preparación al parto, yo me enteré de que mi seguro médico cubría unas cuantas sesiones y llamé directamente para pedir hora. Ahora recuerdo las clases con cariño, pero cuando fui allí y me vi rodeada de tripas andantes, me sentí como el primer día de cole en una escuela surrealista. Eso da para otro post.

Por las noches, cuando estaba estirada en la cama, a veces Peque me daba unos calambrazos en salva sea la parte que me dejaban patitiesa, pero supuse que se estaba haciendo hueco con su cabezota y por lo demás todo era de lo más soportable. Las últimas semanas comenzó a moverse de un modo muy rítmico, ¡y tardé bastante en darme cuenta de que el pobre tenía hipo! Me encantaban esos botecitos.

En una de las últimas ecografías de control nos imprimieron una imagen de Peque que me traumatizó muchísimo. Tanto que no se la enseñé a nadie (y Mr X compartía conmigo mi inquietud…). No sé como diantre congelaron la imagen, pero juro que es una calcomanía de la cabeza de Homer Simpson. Y medio acojonados medio en coña, pasamos de llamarlo Toribio y referirnos a él como nuestro Simpson…

Ya faltaba poco para la llegada triunfal de Peque y mi gine decidió monitorizar las contracciones y movimientos fetales en busca de alguna señal que indicase que el momento se acercaba. Creo que fui a monitores unas cinco veces y no tuve ni una mísera contracción. Mi gine, siguiendo a rajatabla la FUR decidió que si no me ponía de parto el día que el oráculo había dicho, me lo provocaría una semana después (de 40+6 según sus cálculos, de 40 según los míos) y en la última exploración insinuó que mi pelvis era algo estrecha, como si barajase la opción de la cesárea. Salí de allí con un bajón del quince. Parto provocado y posible cesárea, genial.

Esa última semana yo seguí con mi rutina habitual, trabajando y concentrándome en que mi bichote se animase a salir por su cuenta y riesgo. Mr X y yo le echamos un cable con algo de movimiento conyugal, que dicen que ayuda, pero el tío no se daba por aludido.

Tenía fecha para inducir el parto un viernes. El jueves al mediodía bañé a mi perro Bóxer en la ducha de casa para dejarlo a punto para sus canguros, mis amigas E y T. Doy fe de que bañar un perraco como ese en un plato de ducha de un metro cuadrado con una panza de nueve meses es una odisea en toda regla, pero me divertí y todo. Por la tarde en el trabajo, al ir al lavabo me di cuenta de que una mucosidad parduzca caía a plomo en la taza del WC. Me lo miré bien y me dije “¡Hombre, si lo del tapón mucoso no es una leyenda urbana!”. Quizás al final lograría ponerme de parto yo solita. Mr X y yo nos fuimos con E y T a cenar para celebrar el evento por venir. Nada, algo ligero, un arroz negro que daba para diez personas…Al final de la cena me di cuenta de que me dolían los riñones y de que tenía algunas contracciones no dolorosas. Sonreí y crucé los dedos.

Nos acostamos a la una. Llamé a un taxi para que nos recogiera a las siete y media para ir al hospital. Me quedé dormida a la una y media y a las dos noté como algo de líquido se me colaba entre las piernas. Parecía que sí, que Peque me había hecho caso y se había puesto todo en marcha.

3 comentarios:

  1. Un boxer en un plato de ducha y con tripa de 9 meses? Eres mi ídolo!! Yo no puedo con mi mestizo tipo pastor, de 30kg y atrósico perdido. Y yo tengo bañera y no tengo barriga.

    La eco Homer Simpson tiene que ser total. Y tu peque desde luego se merece un premio a la puntualidad. Estoy deseando leer el siguiente capítulo!

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  2. que bonito, que de recuerdos tienes ;D¡¡¡
    Lo de bañar al perro el ultimo dia.. jajaja¡ Yo ya tenia un tripon que no podia ni agacharme ;D

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  3. Drew, a base de práctica he conseguido perfeccionar mi estilo en la categoría de baño perruno en plato de ducha y se me da de coña! Jajaja! La verdad es que mi perro no soporta el secador de la pelu, o sea que tengo pocas opciones...

    Annie74, pues si, tengo buena memoria para según qué cosas (para otras soy nefasta), y además escribo un diario desde los 7 años, así que...

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