jueves, 3 de mayo de 2018

This very morning


Esta mañana estaba yo a grito pelao emulando a Yvonne Elliman en JC Superstar, cuando de pronto me he dado cuenta de lo diferentes que son los comienzos de la jornada para Peque respecto a lo que lo eran para mí cuando era niña.

A la hora del desayuno solíamos coincidir papá, mamá y yo, pero cada uno estaba en su órbita. La tele sonaba de fondo, porque mi padre siempre necesitaba el cacharro encendido como animal de compañía -manía que heredé, pero que ya he desterrado- y el contenido era lo de menos, aunque con los años se aficionó a los informativos matinales. Ver las noticias por la mañana es el mal. Ya sé que debemos vivir informados para ser ciudadanos con criterio. Yo no tengo criterio alguno y prefiero vivir en la inopia para ver según qué. Odiaba ver las noticias. Al mismo tiempo, con el runrún del televisor importunándola, mi madre trataba de concentrarse en su lectura -muy probablemente de Stephen King-, cigarro en mano, y no se le podía dirigir la palabra hasta que la cafeína no circulase por sus venas porque no era persona. En general esto se dice en sentido figurado, pero de verdad que ella NO era persona hasta media mañana, por lo que cualquier información relevante debía ser entregada a su sistema nervioso a partir de las once. Yo desayunaba rápido a mi bola porque las mañanas en casa no estaban hechas para la cháchara y la algarabía, eso lo dejábamos para la noche. A mí me faltaba algo con lo que empezar el día con alegría, como hubiera dicho nuestra buena amiga Leti en sus años mozos antes de llegar a la decadencia del Tukutú.

Y ese algo, me he dado cuenta con los años, es la música. Como adolescente que se precie siempre estaba enganchada a mi radio, que en esa época era un radiotransistor enorme a pilas que me llevaba de la habitación al lavabo para poder ducharme con hilo musical. Ahora las hijas de Mr. X se pillan el altavoz portátil conectado al ipod y se montan una rave en el cuarto de baño con sonido envolvente que lo flipas mientras se enjabonan el pelo. En el precámbrico yo intentaba sintonizar una emisora decente que siempre se oía con interferencias y cuyo mísero volumen apenas era audible bajo el chorro de agua. Algo que mejoró cuando una Navidad el regalo familiar fue una cadena musical con reproductor de CD incluido, ¡la revolución! Pero si yo conectaba a Los Jackson Five o Supertramp a toda mecha en el comedor, el jolgorio me duraba lo justo para escuchar la cara A de mi casete, porque a medio concierto mi madre reclamaba algo de paz para poder hacer la cena. Aunque no me puedo quejar de la mucha música que se escuchaba en casa. Mamá pintaba a ritmo de Queen, Cher o Verdi, y papá amasaba galletas con Chubby Checker o Antonio Aguilar.

La música sólo me faltaba por las mañanas. Y he aquí el momento en el que te proclamas como dueña y señora de tu hogar, y por fin instauras el reinado de la música matinal. Le guste a Peque o le disguste, porque esta es mi era de mando, y por la mañana toca bailotear al son de Coldplay o desgañitarse con Yvonne. Y ya veremos qué decide él cuando tenga voz y voto, y cómo recuerda las mañanas con la loca de su madre.









8 comentarios:

  1. creo que una de las cosas que más feliz ha hecho a mi hermana en su vida es una radio para la ducha, es de el M&M amarillo y lleva un paraguas, muy mono xD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo me lo he planteado varias veces, pero como tengo el ordenador cerquita, ya que sirve de hilo musical, jajajaja! Me encanta el modelo de tu hermana! XD
      Muas!

      Eliminar
  2. Qué bonita entrada. Mis mañanas cuando era niña no me gustaban: siempre prisa y tensión. No mejoró mucho de adolescente. Qué importante puede ser la música, cuánto dice de nosotros y cómo impregna nuestros recuerdos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No concibo la vida sin música, cada día tengo que escuchar un ratito. Aunque, eso sí, para escribir necesito silencio sepulcral o me despisto! :)
      Besotes Silvia!

      Eliminar
  3. jajajaja "mi era de mando", te voy a copiar eso. Yo no he conseguido desterrar lo de poner la tele de fondo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando lo escribí me sonó un poco raro, pero luego me encantó, copia, copia! XD
      Yo ahora prefiero poner la radio, pero han sido años de vicio.
      Muas!

      Eliminar
  4. jajajaja en mi casa hasta hace bien poco mandaba yo en lo que a música se refiere, pero hace poco que Nathan ha entrado en la fase de música a todo trapo (va a hacer 12 años) y ahora a la que me despisto tiene música de estos cantantes que creen que riman, pero no jajaja.
    Es un suplicio, ahora me pongo en la piel de mi madre y en como lo debía de pasar con mi gusto musical ya que difieren un montón jajajaja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De momento comparto gustos musicales con Peque, pero fijo que la cosa cambia cuando otros congéneres le vayan abriendo horizontes musicales... miedoooooo! XD
      Besotes!

      Eliminar