lunes, 23 de abril de 2018

Rosa rosae


Durante toda mi adolescencia, papá fue el proveedor oficial de mi rosa de Sant Jordi. Él se encargaba de las flores y mi madre de los libros. Pero llegada una edad, lo que una espera y desea y fantasea es que la ofrenda llegue por caminos no paternales.

A finales del siglo pasado –qué hardcore-, debía ser 1998 aproximadamente, tuve un brevísimo flirteo con un mozo, y pensé que ese año quizás caería rosa rosae, pero no fue así. Mis amigas, notándome afligida, me regalaron una flor con una notita : “Todo llegará”. Me tenían caladísima.

Hasta 2003 no se cumplió la profecía, y la rosa llegó de manos de Mr. X, que no ha fallado ningún año y me obsequia con flor y libro desde entonces.Y se da la circunstancia de que abril es, además, el mes en el que celebramos el aniversario de nuestra primera cita. Quince años han pasado.

Estoy leyendo una novela: Nosotros, de David Nicholls. Me gusta, porque describe la cotidianeidad que se instaura en las parejas con el devenir de los años, con el característico punto de humor del escritor, y también aunando la reflexión sobre cómo asumimos el paso del tiempo a todos los niveles. A estas alturas de la película, creo que puedo afirmar que Mr. X y yo hacemos un buen combo. Él es el atlético, el de la memoria prodigiosa, el extrovertido que socializa hasta con las plantas. Yo soy más meditabunda, de mirar hacia dentro, escribir y leer y escabullirme de las reuniones sociales en las que no me siento cien por cien a gusto. Mr. X cocina el pescado y yo las recetas vegetarianas, él hace bombones y yo ganchillo o algún dibujo, él desordena todo el cajón de la ropa interior cuando busca unos calcetines, y yo selecciono con precisión suiza las medias que usaré, dejando cualquier prenda colindante en su posición milimétricamente calculada. Él cura simpáticas anacondas, y yo chihuahuas beligerantes. Eso sí, los dos somos buenos gourmets, tenemos alma de lagartija cuando nos toca un poco el sol y en lo esencial, disfrutamos de la vida con las mismas cosas e intensidad.

De momento, el que hoy ha tenido ya su rosa ha sido Peque, y nos queda mucha jornada por delante para zambullirnos en las calles colmadas de libros, pasear contagiados por el espíritu festivo y pescar algunos ejemplares que llevarnos a casa. Barra libre de libros y rosas para todos, por favor.




8 comentarios:

  1. Que romántico Mr X. Aquí lo de la rosa no se estila. Y yo no era una damita al uso. A mi no me vengas con flores marchitables. Como mucho bombones, que me pirra el chocolate. Y de joyas nada, que yo soy de poco usarlas. En esas épocas de fin de siglo me conquistabas antes con una carta de dragón de magic o un número especial de cómic que con rosas. Ahora sí, que el día del libro no me lo saltaba nunca. Eso de ir a buscar MI libro era toda una ceremonia jajaja

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    1. Yo no soy especialmente de flores (y nada de joyas), pero aquí la rosa de Sant Jordi es todo un símbolo del amor. Es nuestro día de los enamorados, así que tener rosa tiene su aquel. :)
      Este año no he tenido libro, pero es que tengo una lista de pendientes en el Kindle que no se acaba nunca! XD
      Muas!

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  2. Qué bonito y qué romántico.
    Besos

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  3. aquí las rosas están prohibidas, pero me gusta que Peque haya tenido la suya! Un amigo el otro día me dijo que él nunca había recibido una y que le hacía ilusión!

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    1. Él estaba súper contento! A mí me encanta regalar rosas por St Jordi. <3
      Muas!

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  4. Cómo mola esa descripción de vuestra cotidianidad parejil ♥

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