Inicialmente escribí este texto para un concurso de relatos de formato libre que llegó misteriosamente a la bandeja de entrada de mi correo electrónico, pero entre pitos y flautas, que diría mi abuela, se me pasó el plazo de entrega antes de que pudiese darle la forma que deseaba... así que aquí se queda.
Lo que mueve mi vida pesa unos veintidós kilos, mide cerca de metro veinte, y cada día me lleva de la mano a un tiovivo de emociones. De la risa al llanto, de la plácida felicidad al mosqueo máximo, de los ratos de descanso a la extenuación suprema. Me llama mamá dos o trescientas veces al día o mami cuando pretende camelarme –cosa que por supuesto, consigue-.
Lo que mueve mi vida me convirtió en progenitora poniendo patas arriba mis creencias y prioridades, sumiendo nuestro hogar en el caos y obligándome a hacer acopio de ingentes dosis de paciencia, ingenio, cordura y alegría –imprescindible, lo sé bien- para sobrellevar los retos continuos a los que nos vamos enfrentando.
Aunque no creí que obtener el carné de madre cansase, preocupase y removiese tanto, sí intuí con certeza iba a ser un amor mayúsculo. Y me quedé corta, porque ese niño que me mira con ojos grises por la mañana y se pregunta el universo a través de conversaciones surrealistas que exigen respuestas ocurrentes y a veces imposibles, ha dado un vuelco a mi existencia.
Lo que mueve mi vida a veces me da un suave balanceo, en un abrazo de primavera, con risa contagiosa, y en otras ocasiones zarandea mis sentimientos, porque no comprende el mundo, ni se comprende aún a sí mismo y busca en mis reacciones la extensión de sus límites.
Lo que mueve mi vida lo hace en ocasiones a ritmo de rock, y en otras con la suave melodía de un violín, pero casi nunca en silencio, porque necesita unos acordes que nos acompañen, porque sabe que su madre se convence más fácilmente con una canción de fondo que eleve su ánimo, porque siempre nos ha ido bien así. En movimiento, él y yo, desde que era una célula aletargada en un tranquilo vaivén en algún lugar de mi ser.
Ohhhh, qué bonito... Qué pena que no lo hayas presentado. Un besote!!!
ResponderEliminarGracias guapetona!
EliminarMuas!
Tal cual.
ResponderEliminarEn este tu pequeño universo, siento que este relato ocupa un puesto precioso y complementa otras historias, como si de un punto y seguido se tratase. Pero como dice Álter, una pena que no lo presentases.
Abrazos!
Me ha gustado mucho lo que has escrito, mi pequeño universo. Así es como lo siento, y gratamente arropada por lo que os pasáis. <3
EliminarBesotes!
Me encanta!!! No lo has podido expresar mejor. Sólo te ha faltado el párrafo en el que tiran de la cuerda, tiran, tiran y te hacen estallar como aun olla exprés. Bueno eso a mí jajaja
ResponderEliminarJajajajajajaja! A eso me refería con el mosqueo y la extenuación! XDDD
EliminarMuas!
Preciosa manera de describir a nuestros motorcitos... tal cual.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias Elvis!
EliminarBesos!
¡Qué bonito! Una pena que no lo mandases.
ResponderEliminarGracias!
EliminarOtra vez será ;)
Muas!
Imposible expresar este amor mejor. Lo leo y siento que mi corazón estalla y se emociona.
ResponderEliminarQué bonito Sonia! Gracias por unas palabras tan preciosas. <3
EliminarBesotes!