Ayer, disfrutando de la lectura de unos cuantos blogs, llegué al de mi tocaya mexicana, Desmadreando, y me dejó pensativa la carta abierta de una madre, Maria José, sobre la parálisis cerebral (trastorno que padece su hijo y del que habla en su blog Dani, mi ángel). En especial, estos párrafos:
"Si me preguntas a qué tengo miedo, te diré que mi mayor temor es que mi hijo sufra, probablemente igual que tú, ¿verdad?. Siempre he dicho que la discapacidad en casa no existe, solo existe fuera, cuando te sientes observado por los demás, cuando te hacen preguntas inesperadas a las que es difícil responder, cuando tienes que escuchar a tu hijo decirte que se aburre en el recreo porque no juega con nadie. Por eso quiero aprovechar esta carta para pedirte que en la educación de tu hijo, le des especial valor a la inclusión de niños con dificultades, cuando tu hijo te pregunte, dile que todos somos diferentes, que a unos les cuesta más hacer las cosas y necesitan un poco más de ayuda. Pero que esos niños a los que ven diferentes a ellos, tienen también un corazón, y ese corazón sufre y disfruta como el suyo. Que esos niños, como él, solo quieren divertirse, tener amigos para jugar, que se alegran infinito cuando cuentan con ellos y les invitan a cumpleaños y que sobretodo, son niños como ellos."
Peque comparte clase con tres niños con necesidades especiales desde que empezó P3. El año pasado fue especialmente complicado porque a menudo discutía con uno de ellos. Nunca me ha costado identificarme con los niños que lo pasan mal en el colegio, quizás porque durante una época el hecho de ser hija de madre soltera me tenía en el punto de mira, y a pesar de no sentirme marginada y tener mi grupo de amigas, mi naturaleza tímida e introspectiva dio cancha a que algunos críos se cebaran conmigo a la hora del patio. Peque es diametralmente opuesto a mí, y aunque es muy sensible, no tiene ningún problema para relacionarse con otros niños y hacer piña con los que son como él. Y ahí es donde surgió el problema el año pasado, se dio cuenta de la diferencia. Y no la comprendía.
Cada vez que Peque y G se peleaban en la escuela, yo trataba de hablar con mi hijo y explicarle que debía tener paciencia, que a veces G necesitaba ayuda y que estaría muy bien que él se la brindase. Pero no había forma, y llegó un punto en que cuanto más intentaba hablar del tema más se bloqueaba, así que al final le dije que si no podían ser amigos, tampoco había que forzar la situación, pero que lo respetase como a un compañero más.
La semana pasada Peque me sorprendió con una petición: quería ir un día a la piscina con su amigo G. Su amigo G. Me quedé sin palabras. Parece que de pronto ha encontrado puntos en común con él, y ahora disfruta de su compañía. Ni que decir tiene que fuimos a la piscina todos juntos. Charlé con la madre de G mientras ellos hacían aguadillas arriba y abajo, y compartimos nuestras alegrías y miedos de madre, tan parecidos al fin y al cabo.
Espero que la amistad con G, dure lo que dure (porque cada vez que cambian de compañeros de mesa Peque recicla sus amistades), sirva para hacerle crecer como persona y entender que la diferencia es solo una característica de cada ser humano, y que no hay que temer lo que no se comprende.
Y, por supuesto, nos sumamos a esos besos por la parálisis cerebral.
Tal vez no nada más la discapacidad: la diferencia misma no existe en casa... y entra un miedo de que alguien mire feo, diga algo que les haga sentir mal. En algún punto una asume que lo más probable es que eso ocurra en algún momento, y el miedo se cambia por una sensación dura que ahora mismo no sé nombrar. Yo trato de dar a mi hija todo el amor necesario para blindarse frente al mundo. Pero cómo me gustaría que todos los hijos de los otros estuvieran siendo educados para respetar.
ResponderEliminarYo creo que es muy bueno haberle dicho a tu niño que no tiene que ser amigo de alguien para respetarle.
Yo también creo que es algo importante. Y me preocupa mucho que Peque logre desarrollar su capacidad de empatizar con las personas que le rodean. Qué difícil es educar en el terreno emocional...
EliminarUn abrazo!
He trabajado por más de quince años con chicos y chicas diversamente funcionales y casi todos los problemas que surgen están directa o indirectamente relacionados, no con sus propias necesidades, sino con la incapacidad que tienen los políticos y la sociedad para tenerlos en cuanta... cualquier iniciativa que visibilice que lo que realmente necesitan es que les facilitemos la normalización de sus vidas es una gran paso. Gracias
ResponderEliminarSí, hay que hacerlo. Aprender los unos de los otros, ponernos en la piel del que tenemos al lado... ayudarnos, en definitiva.
EliminarUn besote!
Qué bonito Mo, me ha encantado leerte.
ResponderEliminarUn beso
Gracias guapi!
EliminarMuas!
Trabajar la empatía es fundamental para que los peques aprendan a ponerse en la piel del otro.
ResponderEliminarBesotes!
Sí, yo también creo que es básico.
EliminarBesototes!
muy bien lo que le has dicho, no es obligatorio ser amigos para que exista el respeto y eso vale para todas las personas.
ResponderEliminarPeque es un crack xD
That's it!
EliminarA ver si hacemos de Peque un hombre de provecho! :)
Muas!
totalmente de acuerdo!
Eliminar:)
EliminarBesotes!
Cómo son los niños... Es una historia muy bonita con final feliz. Espero que sigan siendo amigos o, lo que tú dices, que al menos le respete como a otro compañero más. SIEMPRE.
ResponderEliminarFeliz día!
Sí, lo importante es eso, ojalá lo consigamos. :)
EliminarMuas!